lunes, 7 de octubre de 2019

AD ASTRA


ÚLTIMA PARADA: NEPTUNO. Brad Pitt cruzará el Sistema Solar para
encontrar a su padre. 
En ocasiones, nos toma por sorpresa una buena actuación de Brad Pitt. Y si su actuación en la recientemente estrenada One Upon a Time... in Hollywood no me impresionó mucho al no hacer gran cosa más que ser el viejo Brad haciendo lo suyo, danzando al ritmo de la batuta de Tarantino, Ad Astra, dirigida por James Gray (The Immigrant, Two Lovers), es arena de otro costal. Tal vez no hay mucho de qué sorprendernos, ya que el mismo Pitt es el productor ejecutivo del filme, así como el protagonista, teniendo nombres de peso a su lado, como Tommy Lee Jones y Donald Sutherland, en papeles secundarios.
El póster de la película, un enorme retrato de Brad Pitt, puede llevarnos a pensar que Ad Astra es uno de los últimos blockbusters del verano, el thriller espacial del mes. Lo cierto, es que estamos ante algo completamente diferente, una película más en la línea de First Man o Interstellar, que Armageddon o Space Cowboys. Es verdad, Ad Astra cuenta con algunos momentos emocionantes, por ejemplo, una persecución en la Luna con sabor a Mad Max (y que lucen impresionantemente realistas), o una vertiginosa caída desde lo alto de una torre --- que se alza desde la Tierra hasta el espacio exterior. Sin embargo, durante la trama no hay momento en que la película no nos traiga a la memoria "2001: A Space Odyssey", o incluso "Solaris". De hecho, me atrevo a pensar que Ad Astra (frase que en latín significa "a las estrellas"), es el particular homenaje de James Gray al clásico de Kubrick.
Pero lo genial de Ad Astra es toda su sencillez, en la historia de un astronauta, Roy McBride (Brad Pitt), quien, como si fuera una versión futurista (la historia se ambienta en un "futuro cercano") del Neil Amstrong que vimos en First Man, emprende una aventura existencial al espacio, en una misión secreta para encontrar a su padre (Tommy Lee Jones), un renombrado astronauta, quien se cree está vivo en Neptuno. El padre de Roy forma parte de un proyecto científico, del cual no se habían tenido noticias en 30 años. McBride deberá emprender una misión de carácter militar a través del sistema solar para encontrarlo, con escalas en la Luna y Marte.
Lo que llama más la atención, es que el personaje de Pitt no está dentro de la línea del clásico astronauta con mentalidad científica, ni busca sacrificarse para salvar a la humanidad y el universo entero. McBride acaba exudando una tremenda humanidad todo el tiempo, el cual tiene que someterse a pruebas psicológicas constantemente, frente a una computadora, para comprobar que sigue teniendo la sanidad mental requerida para llevar a cabo la misión. La verdad, no es mucho lo que pasa en Ad Astra, y muchos tal vez la encontrarán aburrida (quizás aquellos que estén buscando más un filme dominguero de acción para pasar la tarde). Pero tenemos una buena actuación de Brad Pitt, quien dota al personaje de una gran carga humana, a pesar de que, junto al tema de las relaciones "padre-hijo", también esté presente el típico tema de la ciencia ficción espacial, la búsqueda de vida inteligente en el espacio. La odisea espacial que emprende McBride es intrigante, y sin duda te mantiene con la pregunta ¿Estará vivo o muerto su padre?
McBride está cercano a ser la versión masculina de Sandra Bullock en Gravity (película con la que Ad Astra guarda similitudes), en especial, cuando todo se torna en una historia de sobrevivencia y la película empieza a tocar el clásico tema de la soledad en el espacio (los terrenos de Solaris), aunque también en la Tierra. Es un mínimo lo que se ambienta la historia en la Tierra, y lo poco que vemos son flashbacks de la vida de McBride junto a su esposa (Liv Tyler, en algo que es poco más que un cameo). Gray (quien coescribió la película junto a Ethan Gross, guionista de "Fringe", serie de ciencia ficción) le da a la historia un giro sensible al final, sin caer mucho en lo lacrimógeno. Ad Astra es esa clase de cine de ciencia ficción con algo que decir, uno más inclinado a lo artístico, y no dudo que su formato IMAX agrega un toque más espectacular al asunto.
⭐️⭐️⭐️⭐️

IT CHAPTER TWO

¿Y...QUÉ ES ESO? Bill Skarsgard regresa como Pennywise.
Una de las cosas que hacen a Stephen King un gran escritor, es su enorme capacidad para narrar historias desde el punto de vista de entrañables grupos de amigos. Ahí está, por ejemplo, Stand by Me. Sin embargo, en este segundo capitulo de la saga de It, no puede dejar de sentirse que una buena historia ha sido truncada e interrumpida abruptamente. A diferencia de la novela original (cuya historia se desarrollaba entre 1958 y 1985) esta nueva adaptación está instalada nostálgicamente en 1989, año en donde nuestros niños protagonistas forman el "Loser's Club". Hay mucho que se ha perdido entre el primer filme (2017) y esta nueva entrega, la cual no es tan emocionante como aquella.
Ahora adultos, nuestros "losers" se encuentran viviendo muy lejos del pueblito de Derry, Maine, con excepción de Mike (Isaiah Mustafa), quien se encargará de reunirlos a todos (con una excepción, trágica e irreparable), debido a que Pennywise (Bill Skarsgard), el payaso diabólico de los ojos desviados y terror de las alcantarillas, ha regresado. Todos ellos llevan sus traumas a cuestas desde su niñez, y no están muy deseosos de volver en lo absoluto al pueblo que los vio nacer.
Luego de ver el filme, no evite el preguntame ¿no hubiera sido mejor que la novela fuera adaptada en forma de miniserie, en dos temporadas, tal y como se hizo por primera vez en 1990, con Tim Curry interpretando a Pennywise? Yo creo que sí. Andy Muschietti regresa en la dirección, con una segunda parte, para empezar, con media hora de duración de más en comparación al primer filme. Desafortunadamente, el resultado termina sintiéndose innecesariamente largo, y con la sensación de ya haber pasado por este camino antes. La película abre con un caso de homofobia, que lo único que tendrá que ver con la historia principal será que Pennywise se encargará de darle al brutal caso un característico toque festivo (un mar de globos rojos inunda la escena del crimen) y un final sangriento. Esto pondrá en alerta a Mike (cuya profesión no es muy clara, pero creo que es una especie de antropólogo-investigador-de-lo-paranormal y "shamán" aficionado), el cual no tardará en ponerse en contacto con todos y cada uno de sus antiguos amigos: Bill (James McAvoy), ahora un escritor, quien se encuentra trabajando en la adaptación de uno de sus libros al cine (¿alguna referencia a Stephen King y su carrera alterna en cine?), Beverly (Jessica Chastain), sobrellevando un matrimonio violento y no muy feliz; Richie (Bill "Saturday Night Live" Hader, en constante modo de comedia tendiente a lo irritante), el chico de anteojos de fondo de botella, ahora convertido en un nervioso comediante; Ben (Jay Ryan), el otrora niño regordete con alma de poeta, enamorado secretamente de Beverly, y Eddie (James Ransone), quien fuera el niño bajito, parlanchín y pesado. ¿Para qué reunirse exactamente? Por un antiguo pacto, sellado casi con sangre, 27 años atrás. Ah sí, y de paso, enfrentar -y, con suerte, vencer- al payaso tenebroso. Buena suerte con eso chicos.
El problema de esta segunda parte, no es únicamente que resulte demasiado larga, sino que, simplemente, no es tan buena como su antecesora. No hay duda que el reparto es atractivo, sobresaliendo las actuaciones de James McAvoy y Jessica Chastain, quienes formarán un complicado triángulo amoroso con Ben (el cual, por cierto, de ser gordito y cachetón, se ha convertido en algo cercano a un super modelo tipo Ricky Martin. En fin, la "magia" del cine). Lo malo, es que dicho triángulo no irá a ningún lado durante la trama.
Mientras el filme anterior se sentía con más cohesión y unidad, en especial, por que las historias de los chicos nos interesaban y mantenían atentos, la segunda película, a pesar de tener buenos momentos de horror surreal (estilo "A Nightmare on Elm Street", y otros más inclinados hacia "The Conjuring" o "Evil Dead"), todo salpicado con nostálgicas referencias cinéfilas (aunque nunca me quedó claro ese póster destruido de "You've got Mail"), se siente en todo su segundo acto desarticulada, con las subtramas de los personajes yendo cada una por su lado y sin un verdadero punto de interés que las una. Al principio, está extrañamente dirigida y sobreactuada (la secuencia en el restaurante chino está dirigida sin proporción y sin mucha credibilidad). Toda su estructura es tan derivativa, que hasta su clímax final es un dèja vu de algo que ya vimos hace 2 años, con el mismo tema de enfrentar tus miedos más profundos como símbolo de crecimiento.
En ese sentido, lo que acaba salvando este segundo capítulo de It (y no es el cameo de Stephen King como vendedor de antigüedades) son sus flashbacks a 1989; ese insistente regreso de ver a la pandilla nuevamente como niños, con toda su inocencia y vulnerabilidad, viendo algunos cabos sueltos atándose y fortaleciéndose. Con sus fallas y desaciertos, It 2 pasa nada más como un entretenimiento para una tarde de domingo ociosa. Excepto para aquellos con "payaso-fobias".
⭐️⭐️⭐️

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