viernes, 7 de septiembre de 2007

EN CARTELERA: LIVE FREE OR DIE HARD * * * 1/2

Los años no pasan en vano. A Bruce Willis, en su regreso a la franquicia de Die Hard con la cuarta entrega, Live Free or Die Hard (E.U., 2007), ya se le nota el paso de los años. Ahora, el detective John McCLane es padre de una insufrible hija adolescente, para quien prácticamente está muerto. La nueva Die Hard (en España, “La Jungla 4.0"), es un rescate tardío del rudo detective de policia McCLane, quizás el personaje que ha marcado la carrera de Willis, regresando luego de 12 años desde la última película, Die Hard 3 (McTiernan, 1995). Llama la atención lo bien que se ha adaptado a los nuevos tiempos no nada más Bruce Willis, todavía con mucho que darle al personaje, sino una trama con terroristas cibernéticos queriendo acabar con los E.U., derrumbando todo el sistema informático del gobierno con el poder de los hackers.

John McClane entra a escena para hacer frente a esta amenaza cibernética. Un joven hacker, Matt (Justin Long), ha logrado introducirse en el sistema del Servicio Secreto. McClane lo arrestará, salvándolo de morir a manos de unos terroristas, quienes se encuentran ejecutando a todos los hackers que hayan trabajado para ellos. Como podrá esperarse, McClane y Matt formarán así la pareja-dispareja, en la que el primero será la fuerza y el segundo el cerebro, en su esfuerzo por salvar a los E.U. de caer colapsada por el poder de un megalomaniaco villano (Timothy Ollyphant).

Es difícil no permanecer entretenido ante las espectaculares escenas de acción, bien dirigidas, echando mano de la tecnología digital, para lograr escenas de coches volando por los aires, puentes cayendo destruidos, explosiones y otras monerías que se acostumbran en el Hollywood de hoy. Más difícil resulta no sucumbir ante el carisma de Bruce Willis y su humor sarcástico, en un personaje que ha sabido hacer suyo. En la buena ejecución de esta fórmula ha residido el éxito de la franquicia: saber explotar al máximo la personalidad de John McClane, un tipo que, cuando se le acaba la paciencia, es capaz de darle una paliza a una atractiva chica (Maggie Q), experta en artes marciales.

No hay que olvidar el trabajo del joven realizador Len Wiseman (responsable de Underworld/2003 y secuela/2006), el cual nada más debe encargarse que la maquinaria narrativa marche a un buen ritmo. McLane podrá caer desde metros de altura y ser capaz de seguir caminando; podrá estar irreconocible por tanto golpe, pero seguir teniendo fuerzas para pelear a puño limpio. Encima de todo, trata de ser el mejor padre del mundo, arriesgándolo todo con tal de rescatar a una hija que ni lo toma en cuenta. ¿Qué más puede pedirse?

CINE ANIMADO: AKIRA * * * * *

Con seguridad Akira (Japón, 1988) es una de las obras maestras del director y guionista Katsuhiro Otomo, de los más grandes representantes del moderno ánime, junto a Hayao Miyazaki, Mamoru Oshii, Toyoo Ashida, y algunos más. Su más reciente filme animado, Steamboy (Suchimoboi, 2004), es una delirante historia fantástica a lo Julio Verne o H.G. Wells, ambientada a mediados de la revolución industrial en el siglo XIX, y que en mucho sigue la línea temática de la mayoría de sus trabajos: la paranoia por la tecnología y sus avances.

Akira está basada en la novela gráfica escrita y dibujada por el mismo Otomo, publicada un año antes del estreno, una historia futurista ambientada en el Tokio del año 2019, treinta años después de haber ocurrido un cataclismo de proporciones nucleares. Los habitantes de la ciudad le atribuyen orígenes divinos, bautizando al fenómeno como “Akira”, un enigmático nombre que a lo largo de la cinta irá adquiriendo numerosas interpretaciones y significados, hasta que al final se revele su verdadero origen.

El logro artístico de Otomo, se encuentra en la forma de haber creado atmósferas pesadas, destructivas y densas, en esa imaginaria Tokio del futuro (conocida como la Neo-Tokio), una metrópoli que a los ojos del realizador está sostenida por inmensos rascacielos, bajo los cuales, en las calles, se vive una inestabilidad social, como huelgas y manifestaciones por los altos impuestos, la delincuencia y la violencia. La visión de Otomo está en deuda con la ochentera de Blade Runner (Scott, 1982), muy realista visualmente hablando, imitando efectos fotográficos (planos comprimidos, efectos de luces barridas, etc) y de edición (algunos ralentis durante la persecución en motocicletas).

Akira es un relato retorcidamente surrealista, una inquietante metáfora sobre la infancia, la amistad y el crecimiento. Los primeros minutos de la película parecen introducirnos en una emocionante película de acción. La pandilla del rebelde chico Kaneda (voz de Mitsuo Iwata), se enfrenta con otras pandillas rivales de motociclistas. Tetsuo (voz de Nozomu Sasaki), el mejor amigo de Kaneda, vive bajo la sombra de éste, anhelando conducir una motocicleta como la de él y valerse por sí mismo a la hora de tener que enfrentar el peligro.

Durante una persecución, Tetsuo acaba secuestrado por las fuerzas militares, luego de accidentarse por culpa de un extraño niño, que se atraviesa en su camino al huir de una emboscada policíaca. Los militares están realizando experimentos, apoyados por el consejo que gobierna Neo-Tokio, para estudiar la extraña fuerza de Akira, usando a tres misteriosos niños (uno de ellos el causante del accidente de Tetsuo) con apariencia de ancianos y la piel gris, en quienes esperan encontrar al elegido que traerá el equilibrio de esa fuerza, de la que esperan un nuevo cataclismo.

Por momentos un ultra violento thriller de acción, otros una verdadera alegoría terrorífica sobre los peligros de la energía nuclear, para acabar como una obscura pero entrañable reflexión, digamos, fanta-científica sobre la amistad, Akira goza también de una alucinante banda sonora a cargo de Shoji Yamashiro, compositor que al parecer no volvió a realizar un trabajo dentro del cine. El final (una sucesión abstracta de figuras geométricas), puede verse como un homenaje a 2001: Odisea del Espacio (Kubrick, 1968), por parte de un director que ha logrado grandes obras del ánime, instaladas en el género de la ciencia ficción y la fantasía.

CLÁSICOS DE CLÁSICOS: SCARFACE * * * * *

Los más grandes filmes de gangsters de los últimos tiempos (trilogía The Godfather/Coppola /1972/1974/1990, Goodfellas/Scorsese/1990, The Untouchables/De Palma/1987, entre muchos otros) ¿hubieran sido los mismos sin la influencia de Scarface, de los primeros y más grandes filmes sonoros de gangsters de todos los tiempos? Lo dudo mucho, ya que esta película de Howard Hawks prácticamente impuso escuela en la manera de abordar las historias de mafiosos en el género del film-noir. Basada en la novela de Armitage Trails, fue tal el impacto de Scarface (Estados Unidos, 1932) en su tiempo, que su productor, Howard Hughes, tuvo muy complicado el poder estrenarla, pidiéndole a Hawks que le bajara el tono violento a muchas de las secuencias (mutilándole hasta 8 minutos de metraje), con tal de que pudiera seguir en cartelera tras su polémico estreno. Por si fuera poco, Scarface estaba inspirada en buena medida en la vida de Al Capone (apodado precisamente “Scarface”). Como si se tratara de una burla traviesa de Capone hacia el trabajo de Hawks, esta llegó a ser una de las películas favoritas del capo, que le gustaba verla varias veces.

El remake que Brian De Palma hizo de Scarface (en la película homónima de 1983 y protagonizada por Al Pacino) poco tenía que ver con la historia original, tomando nada más algunos elementos del argumento de Hawks, para adaptarlo a la historia de un inmigrante cubano, que se abrió camino en el mundo del hampa en Miami, Florida.

El acierto de Hawks fue haber dotado a su Scarface de un realismo inusual para la época. Una cinta que al verla hoy en día, no deja de inquietar por los casos críticos de inseguridad que presentaba, y que ocurrían en las grandes metrópolis, como Chicago y Nueva York. Por ello, resultaban sumamente interesantes los titulares previos al inicio de la película: “Lo que se verá está inspirado en hechos reales..., que esto sirva para que el gobierno, SU gobierno, tome cartas en el asunto,...”.

Algunos actores del reparto eran extranjeros, empezando por el actor principal, el austriaco Paul Muni (físicamente, una combinación del actor español Eduardo Noriega con Benicio del Toro), en el papel de Tony Camonte, un matón a sueldo, que luego de asesinar en un restaurante a uno de los capos que dominaban el tráfico de licor y ser arrestado por la policía, sale libre por obra de influencias corruptas, para poco a poco ir escalando en el mando de la banda dominante en el mercado negro, la encabezada por Johnny Lovo (Osgood Perkins, por cierto, padre del actor Anthony Perkins).

Camonte irá muy lejos, y también conquistará a Poppy (Karen Morley), la novia rubia de Lovo, culminando así con su ascenso al poder. Tampoco titubeará al eliminar a todo aquel que le estorbe, en su afán por dominar el tráfico de licor, drogas y prostitución. La maestría de Hawks en la dirección de Scarface, está en la narración prodigiosa que hace de la vida delictuosa de Camonte, en la que da una particular importancia a su vida familiar al incluir a su madre (Inez Palange), como una mujer humilde y angustiada por la personalidad violenta de su hijo, así como por la relación que lleva con su liberal hermana, Cesca (la bella Ann Dvorak), un personaje que será decisivo en la resolución de la trama, el ser que Camonte quiere más en su vida (por encima incluso de Poppy), y que vendrá a representar la pérdida trágica para Tony por su ambición irracional por el poder. Por esos años, Hitchcock todavía no llegaba a Hollywood, pero hay una especial relación entre el Scarface de Hawks y The Man Who Knew Too Much (1934), de Hitch, realizada tan sólo dos años después de Scarface.

Aunado a la magistral narración de Hawks, está también un montaje que acentúa hábilmente los momentos más dramáticos y violentos, como en esa larga secuencia en la que la banda enemiga acribilla todos los restaurantes y bares que se negaban a vender el licor ilegal, el asesinato de cierto jefe (Boris Karloff) en un juego de boliche y esa persecución que le hacen a Camonte en su auto por la carretera, esta última una escena de acción adelantada a su tiempo, bien resuelta hacia su fatal desenlace.

Una fotografía bellísima de influencias expresionistas, a cargo de Lee Garmes y Lewis William O’Connell, destacaba en las escenas nocturnas y en la forma de incluir una misteriosa “X” en escenas clave de los asesinatos, una especie de código tomado de fotografías periodísticas reales de la época, era otro de los logros estilísticos y técnicos de esta obra maestra de Howard Hawks, un film-noir clásico que sigue estando por encima de todas sus películas hijas, nietas y bisnietas, que se realizarían en las subsecuentes décadas de los 1940 y 1950.

jueves, 6 de septiembre de 2007

DVD: PULSE * 1/2




Kristen Bell.

Ante la total falta de imaginación de Hollywood dentro del cada vez más desgastado género del terror, se siguen haciendo refritos de películas orientales. Pulse (E.U., 2006), es el “remake” de "Kairo" (2001), del realizador japonés Kiyoshi Kurosawa. Originalmente contemplada para ser dirigida por Wes Craven (autor del guión junto a un tal Ray Wright), en realidad, hay poco que recuerde al viejo Craven en esta película, si acaso, sus espeluznantes toques de horror juvenil. La dirección del proyecto cayó en manos del no menos desconocido Jim Sonzero, que al final resulta un fallido intento por trasladar la premisa de la cinta de Kurosawa al mundo occidental.

Algo que de entrada se nota (cosa que puso a temblar a Bob y a Harvey Weinstein, productores ejecutivos), es cómo la gris y fría estética de "The Ring" (versiones Hollywood, claro) parece haber sido la inspiración de Sonzero y Mark Plummer, su cinefotógrafo. Pulse nos remite de inmediato a The Ring, en una hueca trama que desaprovecha la idea y mensaje de la versión original. Unos estudiantes se encuentran consternados por el misterioso suicidio de uno de sus compañeros, un hacker que acabó convertido en zombie, luego de que su energía fuera absorbida, por un ente que anda al acecho de todo desprevenido. Mattie (Kristen Bell), su amiga y estudiante de psicología, única testigo del suicidio, tratará de investigar qué fue lo que pasó al ver que el ordenador del chico desapareció, el único objeto que podría aportar pruebas sobre la muerte del hacker. La máquina fue a parar a manos de un joven cualquiera, sin oficio ni beneficio.

Si hay algo que permanece más o menos intacto en Pulse, es el intento de recrear la inquietante alegoría del filme de Kurosawa, cómo las nuevas tecnologías de la comunicación (teléfonos célulares, internet, chat, y ahora IPods, etc.) se encuentran absorbiendo la esencia de los seres humanos, convirtiéndolos en una suerte de zombies, sin un vestigio de alma. El grave problema de Pulse, es que sus realizadores no han sabido qué hacer con los elementos de la trama original, literalmente dejándolos abandonados en este escenario. No creo que Craven y Wright se hayan puesto muy de acuerdo en qué harían realmente con la historia y cómo manejarían a los personajes. Además, Kurosawa no necesitaba en su filme hacer alardes con los efectos especiales, mientras que Pulse depende casi totalmente de ellos, que de hecho, no son nada del otro mundo.
Cabos sueltos y un sitio web, con los vídeos de unos suicidas sin venir al caso en la historia, son otros tantos problemas de este inútil e innecesario remake.

CINESPAÑA: OBRA MAESTRA * * *

El segundo largometraje del realizador y guionista David Trueba (hermano de Fernando Trueba), titulada Obra Maestra (España, 2000) es una historia de humor negro, que a pesar de jamás despegar de los terrenos del puro ejercicio de estilo, que combina incluso la parodia al género musical de Hollywood, está realzada por una soberbia actuación de su actriz principal, Ariadna Gil, acompañada del ocasional realizador-churrero y actor Santiago Segura y Pablo Carbonell.

David Trueba ha tenido muchos méritos como guionista de filmes como Perdita Durango (De la Iglesia, 1997) o Soldados de Salamina (también dirigida por él en 2003), y con excepción de este último, un melodrama con toques de falso documental sobre la Guerra Civil Española, lo suyo casi siempre ha sido la comedia, género que ha ido desarrollando casi de manera constante. Obra Maestra no es su comedia más lograda, armada de manera muy funcional en forma de viñetas, algunas de una comicidad hilarante y otras de un regusto amargo, insano, justo en las escenas del ridículo proyecto fílmico de un par de lunáticos, Benito Cañaveras (Santiago Segura), un patético intento de director de cine, y Carolo Suárez (Pablo Carbonell), otro patético aspirante a actor, que se sueña a sí mismo como una imitación de Gene Kelly, ejecutando algún número musical.

Carolo es fanático de una autodestructiva actriz de cine, Amanda (Ariadna Gil), una diva adicta a las drogas y comidilla de la prensa rosa. Luego de intentar fallidamente presentarle a la actriz el guión del mentado proyecto, un melodramón lacrimógeno de fórmula, Carolo y Benito la secuestrarán, para obligarla por la fuerza a rodar la película en una casa de campo, en las afueras de Madrid.

Lo que veremos será la torturante crónica de un rodaje que se antoja imposible, pero por increíble que parezca, poco a poco irá avanzando cuando Amanda, pese a sus esfuerzos por tratar de escapar, caiga en la cuenta que no tendrá otro remedio que acceder a seguir las enfermizas instrucciones de Benito, quien filmará todo con una camarita de 16mm.

El verdadero humor del filme reside en todas las rutinas “fílmicas” que Benito improvisa, para tratar de sacar adelante una película sin pizca de presupuesto, ni de talento, ni de nada, y así consagrar a Amanda y ver si llaman la atención en algún festival. Hay que ver ese travelling circular que hace en un beso entre Amanda y Carolo, hay que ver también cómo se transforma en un “doble de acción” sustituyéndola en una escena “muy peligrosa”, entre otras proezas. Gracias a eso, la película es auténticamente original y graciosa en ciertos momentos.

Sin embargo, me pareció que el final no ha sido el mejor, muy forzado y no explica cómo ha sido que Benito y Carolo lograron filmar la escena final en la playa. Pese a ser graciosa, creo que la película peca a ratos de ser demasiado amarga, pudiendo haber explotado más su comicidad. Y es que al final, todos acaban tan amargados y enfermos como al principio.

CINESPAÑA: ALATRISTE * * 1/2

No es que el género de espadachines me desagrade, pero en realidad no he leído alguna de las novelas de la saga del Capitán Alatriste, escrita por Arturo Pérez Reverte, cuya más reciente entrega se titula “El Caballero del Jubón Amarillo”. Al ser un ignorante en cuanto a la obra literaria de Reverte se refiere, no puedo juzgar la fidelidad con que se ha adaptado no una, sino... ¡las 4 novelas del Capitán Alatriste en un sólo filme! Alatriste (España, Francia-España-E.U., 2006), es la apretada adaptación de todos los libros del Capitán Alatriste publicados al momento de la producción. El resultado: una aburridona y no muy lograda película, que ha llevado el peso de ser la producción cinematográfica más cara en la historia del cine español.

Dirigida por Agustín Díaz Yánez (Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto/1995, Sin noticias de Dios/2001), en Alatriste se nota la gran inversión en la producción: Un magnífico vestuario, locaciones muy bien aprovechadas, un gran reparto formado por grandes estrellas del cine español actual (creo que nada más faltó Penélope Cruz y Carmen Maura) y una buena banda sonora, que hace atractiva la experiencia de trasladarnos al Siglo de Oro Español (el XVII, para ser exactos), época del escritor Francisco de Quevedo, el pintor Velásquez; de guerras y conflagraciones políticas, en la que se sitúa al ficticio Capitán Alatriste, héroe de guerra en Flandes y Francia.

El grave problema de Alatriste, es la ambiciosa labor de querer aglutinar todos los libros en un filme (de cerca de dos horas y media de duración), lo que da como resultado un resumen de sucesos en los que no se profundiza en lo absoluto, atiborrado de personajes más o menos interesantes, todo en una película plana, cansada y a la que le ha faltado ritmo, agilidad en su narración. Vamos, más aventura y acción propia del género de espadachines, a pesar de las pocas escenas de peleas a espadazos que levantarán por momentos al filme.

Lo peor de todo, quizás, es que interpretando al Capitán Alatriste, hábil y violento espadachín, quién se encarga de cuidar al hijo (Unax Ugalde) de un compañero muerto en batalla, está un nunca convincente Viggo Mortensen. A pesar de su fuerte presencia en pantalla, se nota más preocupado por querer lograr su acento español –para colmo, muy forzado-, que por darle más complejidad y fuerza a su tieso Alatriste.

Para ser sincero, me gustó más El Maestro de Esgrima (Olea, 1992), otra adaptación de una novela anterior de Pérez Reverte, que era una pequeña producción sin otra pretensión que entretener. Nada que ver con este Alatriste, que padece una dirección floja de Díaz Yánez, descuidando por completo a su elenco, en una película que no se ha colocado a la altura de lo que se esperaba.

martes, 4 de septiembre de 2007

EN CARTELERA: NEXT * * 1/2

A estas alturas, parece que ya cada película protagonizada por Nicolas Cage será un verdadero fracaso. Tome por ejemplo Ghost Rider (Johnson, 2007), en el que encarnó a una especie de superhéroe fantasmal, montado en motocicleta. Para fortuna de Nicolas Cage, su reciente película, El Vidente (Next, E.U., 2007), está por encima de aquella adaptación que se hizo del cómic Ghost Rider, un filme de suspenso entretenido, de nulas ambiciones pero funcional, de corta duración (poco más de hora y media) y no nos pide rompernos la cabeza para pasar un buen rato.

Basada en la novela The Golden Man, escrita por Philip K. Dick, y dirigida por el ahora hollywoodizado realizador neozelandés Lee Tamahori, Next es el típico relato de ciencia ficción con acción y persecuciones del escritor de culto, más cercana a la palomera Paycheck (Woo, 2003), adaptación de un relato corto de K. Dick, que a otras adaptaciones de su obra más interesantes y apegadas a un cine más artístico, como Blade Runner (Scott, 1982) o Minority Report (Spielberg, 2002).

La trama gira en torno a un ilusionista de segunda que trabaja en shows de mediana categoría en las Vegas, Cris Johnson (Nicolas Cage), el cual tiene la facultad de ver lo que sucederá minutos después en el futuro. Aunque es evidente que Cris desea usar su don para hacer el bien (como evitar un asalto en un casino), o ensayar estrategias para conquistar a una guapa chica en un restaurante (Jessica Biel), el caso es que esta capacidad psíquica le traerá más problemas que satisfacciones, cuando se entere que el FBI está persiguiéndolo por creerlo responsable de un homicidio en un casino. Además, una agente del FBI (Julianne Moore) quiere usarlo para que a través de sus visiones le diga todos los pormenores de un atentado terrorista, que ocurrirá en un punto indeterminado de Los Ángeles, planeado por un grupo de terroristas europeos que también se encuentran tras los pasos de Cris.

Para ser dirigida por Tamahori, responsable de buenas películas de acción como Die Another Day (2002) o XXX: State of the Union (2005), en El Vidente no habrá tanta acción como uno tal vez quisiera, excepto por un par de escenas logradas, como aquella de la avalancha de troncos y rocas, o la parte climática final, en la que sin mayor explicación de por medio, vemos cómo Cris adquiere una capacidad de auto clonarse (que creo ni él mismo sabía que tenía).

Tamahori está más concentrado en la narración de una trama que, si bien no es más que un thriller policiaco de fin de semana, presumirá de alguna complejidad en sus vueltas de tuerca sorpresivas. Vamos, que hasta veremos un homenaje sin mucho sentido a La Naranja Mecánica, cuando a Cris le habrán los ojos para intentar sacarle datos del futuro, como sucedía con el Alex de aquella obra maestra de Kubrick.

CINE ANIMADO: THE ANT BULLY * * * 1/2

Podrán estar muy vistas las ideas en las que se basa Las Aventuras de Lucas (The Ant Bully, E.U., 2006). Pero observando el producto final, resulta que dichas ideas, que van desde los filmes fantásticos serie B de insectos gigantes (con sus criaturas creadas por Ray Harryhausen) hasta películas familiares como Querida Encogí a los Niños (Johnston, 1989), están bien aprovechadas para ofrecer una cinta impresionante y entretenida al mismo tiempo.

John A. Davis es el realizador detrás de esta película animada (creador también de Jimmy Neutrón el Niño Genio/2001), y que se mueve por escenarios ya explorados con anterioridad en Hormiguitaz (Darnell-Johnson, 1998) y Bichos (Lassetter-Stanton, 1998): El microscópico mundo de las hormigas y otros insectos. The Ant Bully es una mezcla de ambas, con la diferencia de que el protagonista no es un insecto, sino a un niño, Lucas (voz de Zach Tyler), miniaturizado al tamaño de una hormiga como castigo, luego de molestar sádicamente el hormiguero del jardín de su casa.

La película está basada en el cuento escrito por John Nickle, cuya historia atrapó a Tom Hanks y lo llevó a querer llevarla al cine en forma de filme animado, fungiendo como productor ejecutivo. Lucas sufre los abusos de una pandilla de fanfarrones, cosa que lo tiene acomplejado por su baja estatura. Luego de dejar en ruinas el hormiguero, una hormiga hechicera, Zac (voz de Nicolas Cage), reducirá a Lucas con un brebaje, para que así sea juzgado a llevar una vida de hormiga y aprenda que ser hormiga no es nada fácil. Por supuesto, al principio el niño odiará la situación en que se encuentra, pero la amabilidad y cariño de una bonita hormiga, Hova (voz de Julia Roberts), novia de Zac, harán que la experiencia de Lucas sea toda una aventura y se encariñe con ese universo, al grado de sentirse el mismo una hormiga.

El problema es que el chico firmó un contrato con un exterminador para fumigar su casa y jardín, por lo que todo se convertirá en una aventura de supervivencia, no nada más para las hormigas, sino para el mismo Lucas, situación que llevará a una de las mejores escenas de la película: un enfrentamiento entre las hormigas y el exterminador, que deja el trabajo de Davis como el más espectacular filme animado con trama de insectos, por lo menos visualmente hablando.

La cinta está cargada de buenas ideas, un buen mensaje e historia, aunque sin llegar a lo excepcional. Tal vez la película vaya a convertirse en teleserie animada (como sucedió con Jimmy Neutrón), aunque deberán ingeniárselas bastante para convertir las aventuras de Lucas en un programa semanal. Por ejemplo, algo que deberán hacer es mejorar un poco a sus personajes, que a pesar de tener todos su particular encanto, se quedan en un plano muy simple y elemental, siendo el menos logrado de todos la abuela de Lucas, una fanática de lo esotérico que, a pesar de su contundente papel en la trama, simplemente no causa la gracia que quisieron los realizadores.

lunes, 3 de septiembre de 2007

DVD: SERENITY * * 1/2

Para ser sincero, no tenía mucha fe en la ópera prima del realizador y guionista televisivo Josh Whedon, Serenity (E.U., 2005), y quizás tardé en animarme a ver este filme, perteneciente al muy oxidado género de la ciencia ficción espacial. Por fortuna, a la película no le encontré muchos peros como temía, a pesar de contar con una trama tan derivativa y deudora, nada menos, que de la trilogía de Star Wars (Lucas, 1977). Con el clásico argumento de la conflagraciones político-espaciales entre fuerzas imperialistas, dominando por completo un nuevo sistema solar sometiendo a todos sus planetas, habitados algunos por las fuerzas rebeldes, resistiéndose al dominio del Parlamento. Sobrevolando el espacio, se encuentra un pequeño escuadrón independentista dentro de la nave Serenity, capitaneada por Mal (Nathan Fillon, de Slithers), impulsivo y violento héroe a lo Han Solo, sediento de peleas y batallas.

Exhibida en el Festival de Sitges 2005, hay que reconocer que el filme no llega a ser el churro que uno podría imaginarse. Al menos, Serenity es infinitamente mejor que la última película de Viaje a las Estrellas: Nemesis (Baird, 2002), o Las Crónicas de Riddick (Twohy, 2004). Son varios sus puntos a favor: buenas escenas de acción y persecuciones de naves en el paraje desértico, un decoroso diseño de producción al estilo de los filmes espaciales de los 1970, logradas escenas de acción con... ¡espadas! y un poco de sentido del humor.

En algún tiempo del futuro indefinido, en “alguna lejana galaxia, hace mucho, mucho tiempo”. Una atractiva chica de rasgos orientales, River (Summer Glau), es rescatada por su hermano de los laboratorios de la imperialista Alianza, ya que cuenta con poderes psíquicos especiales. Detrás de su frágil apariencia, se esconde una chica de fuerza sobrehumana, por lo que es considerada como un arma letal. Sin embargo, un jefe parlamentario (Chiwetel Ejiofor), se encuentra tras la pista de River para aprovechar sus habilidades, y tratar de extraer de su subconsciente aquellos secretos que tienen que ver con la lucha que alguna vez emprendieron algunos humanos, ahora convertidos en caníbales. River y su hermano huirán en la nave Serenity (cuya tripulación por alguna extraña razón habla chino), surcando el espacio mientras escapan de las fuerzas parlamentarias.

Pero a esta típica cinta de ciencia ficción serie B le dolerán también muchas cosas, como una coherencia narrativa, notándose mucho los esfuerzos de Whedon para sostener con eficacia su guión durante las casi 2 horas que dura el filme. Quedan dudas al aire, por ejemplo ¿A qué se debe que predominen en la cinta escrituras orientales? ¿Porqué los personajes sueltan de pronto frases en chino? ¿Será que como dicen, el idioma del futuro ya no será el inglés, sino el chino?

domingo, 2 de septiembre de 2007

CINESPAÑA: LA FLAQUEZA DEL BOLCHEVIQUE * * * *

En La Flaqueza del Bolchevique (España, 2003), tercer largometraje del andaluz Manuel Martín Cuenca (El Juego de Cuba/2001, Cuatro Puntos Cardinales/2002) sigue quedando patente la versatilidad del actor Luis Tosar, capaz de adaptarse a casi todo tipo de personajes, por lo regular de fuerte carácter y personalidad. Junto a la joven y guapísima actriz María Valverde (quien más tarde protagonizaría la fallida Melissa P/2005), Tosar va dando forma con su trabajo a un relato romántico e insano al mismo tiempo.

Basada en la novela de Lorenzo Silva, el relato principal es una suerte de reelaboración de Lolita, pero con una ausencia total de erotismo o encuentro íntimo entre su pareja protagónica, el frustrado aspirante a filósofo y escritor Pablo (Luis Tosar), convertido en ejecutivo bancario, y una estudiante adolescente, María (Valverde), inteligente, madura y atractiva, una combinación que terminará siendo fatal para el solitario Pablo.

Pero los problemas de Pablo no se limitarán a tratar de entablar una relación más platónica que física con María, en sus cotidianos encuentros en un parque, donde la abordará por primera vez cual lobo con su moderna y crecidita Caperucita Roja. Antes, Pablo le declaró la guerra a una mujer (Mar Regueras), debido a la grosera y poco amable actitud de ella ante un accidente automovilístico que no dejó daño alguno. Luego de investigar su número telefónico, Pablo se dedicará a acosarla y asustarla por teléfono en venganza a la humillación sufrida en plena vía pública.

La historia irá teniendo giros inesperados, las situaciones –más o menos previsibles- se irán relacionando una con otra, hasta que Pablo se encuentre en un callejón sin salida. La realización de Cuenca nos mantiene interesados en el desarrollo de los hechos todo el tiempo. ¿Sucederá algo entre el hermético e inestable banquero y la precoz chica más allá de una amistad? En mucho ayuda la fuerte personalidad en pantalla tanto de Tosar como de Valverde. Entre ellos se irá construyendo una tensión sexual que acabará en una balanza emocional, que la mayoría del tiempo se inclinará hacia un evidente juego romántico de aparente inocencia entre Pablo y María, pero también hacia un sentimiento de protección paternal del hombre hacia la chica. Pablo (apodado “Bolchevique” por María) sabe –y de alguna manera nosotros también- que será difícil que pase algo con María, de fascinante personalidad. Pablo sabe que no podrá pasar de ciertos límites, y sin embargo no puede ni podrá abandonarla.

El trabajo de Cuenca en este drama romántico es eficaz y de suma sencillez. Tal vez Pablo sí llegó a traspasar ciertos límites, los de la prudencia, y estaremos ante un personaje en su viaje hacia la madurez, que abrirá los ojos gracias a una chica quinceañera tal vez más inteligente y madura que él.

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