miércoles, 15 de septiembre de 2010

FAST FOOD NATION * * * *

"Fast Food Nation" hace conciencia sobre la dudosa calidad de la "comida rápida"
y la situación de los inmigrantes ilegales en E.U. 
No puedo negarlo, me gustan las hamburguesas. Es uno de esos placeres culpables que no se pueden negar. Si uno lo piensa, bien preparada una hamburguesa puede ser, incluso, nutritiva. Sin embargo, ver Fast Food Nation (2006), me hizo pensar volver a comer una hamburguesa. No sé, quizás vuelva a hacerlo, para qué me engaño. Como dice Bruce Willis, en una de las líneas que dice en su breve aparición: “Todos comemos un poco de mi... sin darnos cuenta”. Y lo dice literalmente.

Fast Food Nation intenta hacer conciencia de dos problemas, y los presenta uno ligado al otro: la total falta de higiene en las procesadoras de carne en E.U., y la inmigración ilegal de mexicanos hacia el país del norte. ¿Cuál es la relación entre uno y otro problema? Las procesadoras de carne, según la película, contratan a inmigrantes ilegales. En estas procesadoras se acelera tanto el proceso de producción, que no se tiene cuidado durante la limpieza de la carne. En el proceso de desangrar y retirar los órganos de la res recién sacrificada, se va un poco de excremento a la carne, a punto de ser molida, congelada y distribuida a los restaurantes y franquicias de hamburguesas.

La película está basada en el libro de Eric Schlosser (quien contribuye como guionista), en donde cuenta cómo luego de haber comido hamburguesas toda su vida, un día, simplemente, decidió parar y pensar un poco en lo que estaba comiendo. Su libro es un documento que pretende hacer conciencia sobre la comida rápida y los hábitos alimenticios de los norteamericanos, que no son muy diferentes de los de otros países. No hay referencia a ninguna marca de hamburguesas conocida, aunque en un par de escenas podemos ver un McDonald’s al fondo. El restaurante que sirve de escenario es el ficticio “Mickey’s”, envuelto en un posible escándalo por la dudosa calidad de la carne que utiliza en sus hamburguesas.

Son varias las historias contadas en Fast Food Nation, muchos los personajes que las protagonizan, y que acaban, de alguna manera, relacionados entre sí. El director de marketing de Mickey’s (Greg Kinnear), inventor de la “Big One”, volará hasta la procesadora de carne para verificar si los rumores son ciertos, así como que todo se haga bajo los más altos estándares de limpieza. Dicha procesadora de carne contrata numerosos inmigrantes ilegales, en áreas donde se trabaja con peligrosas máquinas cortadoras, o se tiene que cortar carne manualmente a gran velocidad. Dos hermanas serán el centro de esta historia (la mexicana Ana Claudia Talancón y la colombiana Catalina Sandino Moreno), una de ellas trabajando en la procesadora y la otra limpiando habitaciones en un hotel.

No podría faltar Ethan Hawke en una película de Linklater, interpretando a un tipo con ideas subversivas y revolucionarias, que influirá en su sobrina (Ashley Johnson) para que deje su trabajo como cajera en Mickey’s y haga un cambio en su vida. Hay pequeñas actuaciones de Kris Kristofferson, Patricia Arquette y Luis Guzmán. No tenemos ningún ejercicio pretencioso y absurdo como el que vimos en el documental Super Size Me, sino una película que, si bien tiene muchas tramas y subtramas, al final todo tiene sentido. La película no tiene otra pretensión más que ponerte a pensar como consumidor.

Al final, es un circulo vicioso del cual todos formamos parte. ¿Qué pasaría si una de estas procesadoras cerrara? Muchos inmigrantes se quedarían sin una fuente de trabajo, con todo y lo explotados que son ahí. Esta es una película atípica de Linklater, pero realizada con el desenfado que lo caracteriza. No se toma tan en serio como uno esperaría, y cada una de las historias nos enganchan e interesan irremediablemente.

++ El DVD incluye extras como el trailer, el detrás de cámaras "Preparando Fast Food Nation" (Cómo se hizo), ficha artística, ficha técnica y filmografías selectas. El DVD región 1 tiene además cortos animados, en los que se hace una parodia de "Matrix", protagonizados por un cerdo, un pollo y una res, en un recorrido por granjas y procesadoras de carne.  

CRAZY HEART * * *

Jeff Bridges y Maggie Gyllenhaal en "Crazy Heart"
No son muy diferentes los caminos turbulentos que siguen muchos músicos, no importa el género músical al que pertenezcan. Sea el rock, el jazz, el soul o el country, como pudo verse en Walk the Line, biopic sobre Johnny Cash, y ahora Crazy Heart (2009), los músicos siempre pasan por una racha autodestructiva, debido a una adicción a las drogas, al alcohol, o ambas. No es muy común verlo en músicos country, pero en Crazy Heart el personaje ficticio interpretado por Jeff Bridges, un legendario guitarrista de country (que de lejos parece todo menos una leyenda), es un hombre que vive la mayor parte del tiempo borracho, abajo y arriba del escenario.

Crazy Heart fue una de las películas con varias nominaciones al Oscar este año, entre ellas la de "Mejor Actor" para Jeff Bridges, el cual ganó. La actuación de Jeff Bridges me gustó, aunque no me parece que sea lo mejor de su carrera, aquella que sirva para consagrarlo. Es decir, Bridges es ya un experto interpretando personajes como Bad Blake, el guitarrista en cuestión, hombres emocionalmente derrotados, hundidos, en extremo despreocupados por todo y todos; de apariencia desgarbada y descuidada. Hubo muchos momentos en Crazy Heart en los que parecía que estaba viendo una secuela de The Big Lebowsky (1998), película que acabó más o menos encasillando a Bridges por su personaje perezoso-pobrediablezco-bueno-para-nada de "The Dude". ¿"The Dude" ha regresado como músico country? Es difícil no sentirlo, especialmente, en la primera parte, con los conciertos que Blake da en el boliche.

Basada en la novela de Thomas Hobb, Crazy Heart no nos cuenta nada substancialmente nuevo. Sólo nos ayuda a reafirmar lo que ya sabemos: hay músicos autodestructivos, no importa cuán talentosos sean, que necesitan tocar fondo en sus adicciones para darse cuenta de lo mal de su situación. Unos sobreviven y otros se quedan en el camino. El caso de Blake es uno optimista, de final feliz, debido a que la historia que nos cuenta el actor y director debutante Scott Cooper es una inspiradora y edificante. En efecto, lo que a la Academia de Hollywood le gusta premiar siempre que puede.

Es difícil no empatizar con Blake, no importa lo alcohólico que sea. El alcohol no es más que uno de sus problemas. Conduciendo eternamente por la carretera una van de 1978, Blake lleva a cuestas el haber abandonado a su hijo siendo un niño, el tener una pésima relación con su agente (James Keane), el vivir bajo la sombra de un famoso músico joven, a quien enseñó todo lo que sabe (Collin Farrell, en una pequeña participación), y no haber compuesto una sola canción que valga la pena en mucho tiempo. En pocas palabras, Blake no sabe estar a la altura de un músico de su categoría. La fama le importa poco a Blake. Sólo quiere seguir componiendo y tocar la guitarra, siempre junto a una botella de whisky.

Junto a la notable actuación de Jeff Bridges, se encuentra también la magnífica banda sonora compuesta por T-Bonne Burnett, con un par de canciones nominadas al Oscar, aunque nada más una de ellas premiada. Estoy más acostumbrado al bluegrass característico de Burnett, pero debo decir que me ha sorprendido su versatilidad y, además, sensibilidad para el country, ambos géneros relacionados entre sí de todas formas. Lo mismo puedo decir de Jeff Bridges, quien canta todas las canciones, con un mínimo de esfuerzo vocal, pero escuchándose genial.

No me ha quedado claro porqué Maggie Gyllenhaal fue nominada como "Mejor Actriz de Reparto". Sí me ha convencido su actuación de madre abnegada, dispuesta a darlo todo por su pequeño hijo, e intentando tener química romántica con Jeff Bridges. Es sólo que siento que ella tiene trabajos mucho mejores que este, más al nivel de un Oscar. En pocas palabras, aunque he disfrutado Crazy Heart (más por su parte musical que por otra cosa), creo que es un filme sobrevalorado.

++Disponible en una edición en DVD, con la banda sonora incluída. Los extras incluyen escenas eliminadas y el trailer cinematográfico.

domingo, 12 de septiembre de 2010

GET RICH OR DIE TRYIN' * * 1/2

El rapero "50 Cent" se interpreta a sí mismo en "Get Rich or Die Tryin' "
Al parecer, los orígenes de todos los raperos son esencialmente los mismos: antes de saborear las mieles de la fama, tienen que pasar por una traumática vida criminal, mientras sueñan con grabar algún día sus canciones. Este fue el argumento de Hustle and Flow, el cual no es muy diferente al de Get Rich or Die Tryin’ (2005), del realizador irlandés Jim Sheridan, el cual se estrenó sin pena ni gloria. Otra cosa en común de ambos filmes, es que están producidos por el canal musical MTV, siguiendo la misma línea de historias edificantes que gusta producir.

Get Rich or...., está basada en la vida del rapero Curtis “50 Cent” Jackson, quien se interpreta a sí mismo en el filme con el nombre ficticio de Marcus. Es un idóneo vehículo de lucimiento para que pueda “rapear” sus canciones y, de paso, expiar sus demonios internos debido a una infancia traumática.

“50 Cent” no tiene un ápice de talento como actor. Si por algo luce convincente, es porque simplemente se está interpretando a sí mismo. Es una historia que ya nos sabemos de memoria, pero Sheridan brinda una efectiva narración que tiene un poderoso inicio: el atentado que sufrió “50 Cent” al recibir nueve balazos (uno de ellos en la cara), que lo tuvo al borde de la muerte. El atentado tuvo lugar en medio de una guerra entre mafiosos colombianos y traficantes negros de droga.

Lo que vino a marcar la infancia de “50 Cent” fue el asesinato de su madre, envuelta en líos de tráfico de drogas, y el nunca haber conocido a su verdadero padre. Bajo la protección de un traficante, Marcus verá en ese negocio una fuente fácil de dinero, para así poder convertirse en un famoso rapero.

La película es una violenta odisea urbana-existencial, plagada de rap y balaceras. A pesar del buen oficio que demuestra Sheridan en la realización, especialista en crudas historias de pobreza y superación personal, la película tiene en contra un solo aspecto, el más arriesgado para un realizador de su tipo: la música rap. No tengo nada en contra del rap, por supuesto. Sheridan se ha adentrado en los terrenos de este género musical sin problemas, aunque siento que la figura de “50 Cent” y sus canciones, así como la marca MTV, pesan y distraen mucho.

++ El DVD contiene de extras: Retrato de un artista: "Así se hizo Get Rich or Die Tryin´" y el tráiler de cine.


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