viernes, 16 de mayo de 2008

ESTRENO: DEATH SENTENCE * * 1/2

En Death Sentence (E.U. 2007), el realizador James Wan, responsable de Saw (2004), tiene un giro considerable en su carrera. Lo que ofrece en su nueva película, es una convencional historia de venganza, inspirada en aquellas películas protagonizadas por Charles Bronson, por ejemplo, Death Wish (1974).

El punto a favor del filme, es la sólida presencia de Kevin Bacon, interpretando a Nick Hume, un padre de familia y exitoso ejecutivo, cuya gran noche en compañía de su hijo, un talentoso jugador de hockey, se transforma en una horrible pesadilla al atestiguar su asesinato en una estación de gasolina. Lo que terminará de hundir más a Nick, es cuando se enteré que todo formó parte de un rito iniciático de una pandilla, para aceptar a un miembro nuevo.

El filme, basado en la novela de Brian Garfield y adaptado por Ian Jeffers, es el medio perfecto para que Wan de salida a su característica violencia gráfica y sanguinolenta, que llega a rayar en el gore. Pero lo mejor, es que Wan demuestra una gran capacidad para mantener un absorbente ritmo narrativo. La historia, sin temor a exagerar, no tiene un solo momento flojo o aburrido, a partir del momento en que Nick decida hacer justicia por su propia mano, y declararle la guerra a la pandilla encabezada por Billy Darley (irreconocible Garrett Hedlund), iniciándose así una trama persecutoria entretenida la mayoría del tiempo.

Si algo también demuestra Wan, es que es un verdadero artesano que sabe aprovechar los recursos técnicos a su alcance. Su realización no deja de tener aspectos interesantes, como esa larga persecución dentro de un interminable callejón hasta la cocina de un restaurante, y que seguirá en esa otra admirable secuencia dentro del estacionamiento, donde la cámara no perderá pista de Nick y lo seguirá de un nivel a otro del edificio sin corte alguno.

A la película no le faltan escenas de acción logradas y bien ejecutadas, un aspecto irreprochable. El problema de este convencional y plano thriller, además de caer en lo artificioso (la escena final) es lo inverosímil que resulta, hasta el hartazgo. No es que los thrillers de Charles Bronson presuman de ser muy creíbles, pero en el filme de Wan nunca me acabó de convencer esa demasiado drástica transformación de Nick, en esa máquina vengadora y asesina. Hay escenas risibles, como aquella cuando, como poseído por el demonio, Nick empieza a hablarle en español a un cantinero (palabrotas incluidas), el cómo sale del hospital convaleciente a buscar a los malhechores, o que de la noche a la mañana sea un experto en el uso de todo tipo de armas de fuego. El tipo se transforma en lo que más odia y detesta.

Por encima de sus exageraciones, al menos la película sirve para pasar una tarde entretenida, que ya es pedir mucho.

jueves, 15 de mayo de 2008

DVD: SECRETARY * * * *

En Secretary (E.U., 2002), del realizador Steven Shainberg, adaptación del libro homónimo de Mary Gaitskill, es un relato con tintes de fábula que narra la torturada existencia de Lee Halloway (Maggie Gyllenhaal), quien acaba de salir de un hospital psiquiátrico. Lee tiene una tendencia a herirse marcando su cuerpo con objetos cortantes, en buena parte debido a la autoculpa que experimenta por los problemas y peleas provocadas por su padre alcohólico. La responsabilidad de salir adelante profesionalmente y querer imitar los pasos de su hermana recién casada, parecen hundir a Lee más en un vacío existencial, hasta que decide cubrir una vacante de secretaria en un despacho de abogados.

El despacho está dirigido por el iracundo e inestable abogado Edward Grey (James Spader), un lugar donde curiosamente no hay ordenadores. Lee tendrá que trabajar con máquina de escribir y no sólo se enfrentará a la exigencias del sádico Grey, sino que deberá disimular todo indicio de su padecimiento psicológico. Es un proceso tardío de maduración para Lee, cosa que se acentúa desde el momento en que Grey convierte a Lee en el objeto de sus arrebatos sádicos.

Las secuencias de las fantasías de Lee sobre su relación, tanto profesional como “sentimental”, con su jefe, son de un humor irónico. Escenas que, además de ser representaciones de la sumisión de Lee hacia Edward, dan al filme una atmósfera surrealista, como aquella en la que este coloca una silla de montar a Lee, en cuclillas sobre el escritorio y con una zanahoria en la boca; o la muy particular manera de servir café y llevar documentos al mismo tiempo, por medio de un artilugio en el cuello.

Sin embargo, las intenciones de Shainberg no son tanto hacer una denuncia al acoso sexual en el trabajo, sino centrarse en diseccionar las mentes de dos personajes enfermos, autodestructivos, incapaces de construir un vínculo emocional, desde una mirada inocente, ácida, crítica.

Los personajes parecen destinados a tener un final feliz, de sarcástico cuento de hadas. Lee es una combinación de Cenicienta, de la Tess MacGill de Working Girl (Mike Nichols,1988) y de la Stephanie Gaylord (Laraine Day) de My Dear Secretary (Charles Martín, 1948). La película de Shainberg es un acercamiento actual y nostálgico hacia el obsesivo y crudo universo del sadomasoquismo, incluso, del duro inicio de las mujeres en el mercado laboral, notablemente actuada y que forma parte de ese nuevo cine indie estadounidense.

++Los extras incluyen tráiler, escenas de rodaje, cómo se hizo, entrevistas, ficha artística, ficha técnica, filmografías selectas.

miércoles, 14 de mayo de 2008

JAPÓN * * *


El realizador mexicano Carlos Reygadas, abogado de carrera, decidió dejar las leyes para dedicarse al cine. Los esfuerzos de este drástico giro laboral, han comenzado a dar sus frutos y muy jugosos, gracias al talento de un cineasta que tomó el riesgo de filmar una película sumamente conceptual, bella y demandante para el espectador, alejada de patrones comerciales y que siempre está acompañado de polémica.

Japón (México-España-Holanda-Alemania, 2001), su ópera prima, tuvo que enfrentar limitantes técnicas y complicados procesos de producción (muchos miembros del staff no tenían experiencia en largometrajes). Sin embargo, esto no impidió que fuera reconocida en Europa en los festivales de Cannes (mención especial), con buenos comentarios de la crítica francesa; recibió el Premio al Mejor Director Debutante en Edimburgo y el premio a Mejor Opera Prima en La Habana.

Japón es una historia con un sólido trasfondo filosófico, en donde doctrinas orientales, como el budismo y su vertiente zen (la paciencia imperturbable, la importancia del "aquí y ahora", etc), dan forma a un relato existencial y desafiante.
Su personaje principal, es un hombre (Alejandro Ferretis), del cual nunca sabremos su nombre real, que escapa de la ciudad hacia un auto retiro espiritual en la campiña mexicana. Su futura vida de asceta, en ciertos momentos, parece que terminará en un suicidio, por el cual no se decidirá hasta haber obtenido un conocimiento que le permita alcanzar plenitud y sentido a su existencia.

En su viaje llega a un pueblo donde conocerá a una anciana, Ascensión (Magdalena Flores), que vive en la miseria y bajo el abuso de sus manipuladores familiares, quien le transmitirá al hombre una hermosa y sabia lección de tolerancia y compasión.

Lo que más llama la atención de Japón, es la opción de Reygadas por elegir trabajar con actores no profesionales, gente del campo, y convertirla en protagonista de este inusual viaje iniciativo. Cada plano exuda poesía, un sublime simbolismo religioso. Así, Reygadas ofrece el relato de un ser torturado por su pasado y que lucha por romper las ataduras de su otra vida. El hombre busca dejar atrás cualquier recuerdo del pasado, y conservar sólo los de su profesión de pintor.

Por otro lado, Reygadas intenta hacer un retrato casi documental de la vida campesina en México, contrario a lo pintoresco y festivo de filmes clásicos mexicanos de la Epoca de Oro, logrando un realismo amargo, de pobreza en la vida campirana. A esto se contraponen secuencias plenas de poesía visual, como esa especie de “purificación espiritual” bajo la lluvia, con el hombre tirado en el suelo junto a un caballo muerto y con las entrañas de fuera, o aquellas del sueño de la mujer en la playa, el escape surrealista de un filme que podría pasar como el documental sobre la vida de una anciana campesina.

Apoyado en un espléndida dirección de fotografía, Reygadas muestra una habilidad notable en el manejo de la cámara, mostrando contrastes, texturas, hasta la mínima arruga en el rostro de Ascensión, junto a la piel avejentada del hombre, como en esa escena de la relación sexual entre ambos, que tanto dio de qué hablar en el momento de su estreno.

Lo que más importa en los personajes, no son tanto sus antecedentes o su pasado, sino su carga espiritual, en medio de inmensos paisajes verdosos; puestos a prueba por una presencia divina, que parece observarlos desde las alturas (¡esas tomas aéreas!).

La notable secuencia final, a lo largo de una kilométrica vía de ferrocarril, está filmada con un largo traveling que explora una zona de muerte y destrucción, que bien puede funcionar como una alegoría sobre la vulnerabilidad de los campesinos y de su pobreza.

++ A pesar de que España participó en la producción, el filme nunca tuvo estreno comercial en la península. Tampoco ha sido editada en DVD.

martes, 13 de mayo de 2008

CINE INÉDITO: BABÍ LÉTO * * * *


Si hay un momento en que Babí léto (República Checa, 2001), sexto largometraje del director y guionista checo Vladimír Michálek, demuestra suma dignidad, es aquella escena que tiene lugar dentro de un improbable juicio de divorcio... entre una pareja de ancianos. Según argumentan ya no pueden vivir juntos por “incompatibilidad de caracteres”. En ese momento, la expresión de niño regañado del actor especialista en comedia, Vlastimil Brodský, alcanza cotas altas.

Babí léto fue el último filme de Brodský, quien al año siguiente decidió suicidarse debido a una enfermedad que lo había debilitado demasiado. Mucha de esa debilidad física se nota en la película, pero su talento logra sacar adelante a su personaje, un septuagenario hombre que se niega a envejecer, al menos desde el punto de vista de su esposa, Emílie (Stella Zázvorková, estupenda).

El filme se sostiene gracias al extraordinario rapport que consiguen los dos protagonistas en cada una de sus escenas. Uno podría jurar que Brodský y Zázvorkova son pareja en la vida real, al ver las encantadoras discusiones que tienen cada vez que Frantisek (Brokský), ex maestro y miembro emérito de la Opera Italiana, comete una travesura.

Frantisek vive con Emílie en un apartamento que, en parte, mantiene su hijo Jára (Ondrej Vetchý), agente funerario, padre de tres niñas y un bebé, quien padece las constantes discusiones de su dominante esposa con su hermana dentro de casa. Frantisek vive despreocupadamente, gusta de pasear con su amigo Eda (Stanislav Zindulka) y visitar grandes residencias en venta que nunca podrá comprar. Son un par de viejos verdes, que piden besos a mujeres atractivas para permitirles el paso en el metro, y se divierten bebiendo como dos jóvenes sin compromisos.

Mientras Frantisek lo pasa estupendo con su amigote Eda, Emílie vive preocupada por él en casa, por el dinero, por su futura muerte y lo cuidada que quiere que sea. Fanática de los obituarios poéticos, Emílie ya tiene comprado un espacio en el cementerio e incluso sabe qué ropa quiere llevar puesta en su funeral.

La pareja de ancianos tiene sus rasgos cómicos en lo antagónicos que terminan siendo: a Frantisek lo que menos le preocupa es la muerte, él solo quiere vivir al máximo, aprender francés, ahorrar para comprar una casa con alberca y viajar en globo por todo el mundo. Emílie le reprocha que no se preocupe de la muerte y de derrochar irresponsablemente el dinero en sus fantasiosas aventuras.

Siguiendo los pasos de Bergman o Kieslowsky, el joven director Michálek termina ofreciendo una cómica y entretenida reflexión sobre la muerte, la vejez, no tanto como una etapa terminal, triste, de amargura y soledad, sino como una edad en la que todavía se puede vivir intensamente, mirar con buenos ojos a jovencitas atractivas, hacer travesuras (robarse el periódico del vecino y regresarlo después) o bromas pesadas (hacerse el muerto).

La realización de Michálek no tiene mayores complicaciones: una cámara dinámica, con la que prácticamente envuelve a todos sus personajes, sacando provecho del carisma de Brodský, un actor que logra combinar varias emociones de un solo golpe: lo cómico con lo melancólico (esas miradas de inocente hipocresía), la divertida inocencia infantil con el arrepentimiento honesto, en un filme realizado con una gran capacidad de observación de Michálek sobre el universo de la tercera edad.

lunes, 12 de mayo de 2008

CINESPAÑA: LA LÍNEA DEL CIELO * * *

Los españoles buscando el “sueño americano”, es el tema principal de La Línea del Cielo (España, 1983), subvalorada película del realizador Fernando Colomo. Aunque la película no tiene una historia tan interesante como uno quisiera, lo poco que cuenta lo cuenta bien, sin complicaciones, con una narrativa por demás lineal y directa, tomando como principal escenario las calles de Nueva York.

Un joven, delgado y con abundante cabello Antonio Resines, interpreta a Gustavo, un fotógrafo madrileño que ha llegado a la “Gran Manzana” buscando, según él, la “internacionalización”. Sin embargo, su principal desventaja no será tanto el no contar con un portafolio innovador y atractivo, con algo más nuevo, sino el pobre dominio del inglés con el que llega a enfrentarse a la ciudad más cosmopolita del mundo.

El filme está más inclinado a ser una suerte de sincero documental sobre la vida de los españoles en Nueva York. El estilo de Colomo lo deja ver durante la mayor parte del tiempo: su manera de ir siguiendo a Gustavo, cámara en mano, por las calles neoyorquinas o por algún mercado callejero; su registro del ir y venir de ciudadanos curiosos que lo miran mientras pasea, así como la participación de muchos actores no profesionales, tanto norteamericanos como españoles.

Como extraídos de alguna comedia de Woody Allen, los personajes de la Línea del Cielo tendrán algo de artistas e intelectuales, y tocarán de alguna forma la vida de Gustavo, quien a pesar de su corta estancia tendrá tiempo para enamorarse de una guapa catalana, Pat (Beatriz Pérez Porro), productora audiovisual; para deprimirse, admirarse, reír, sufrir, etc., intentando ante todo aprender inglés sin mucho éxito, un idioma que parece no estar hecho para él. Mientras, escuchamos de fondo la voz del cantaor Manzanita, como para acentuar más la sufrida nostalgia que nunca abandona al tímido Gustavo.

Falta mucho por concretar en los terrenos que intenta pisar el filme: no es el gran documental sobre la migración española en Nueva York, ni la graciosa comedia romántica que desperdicia una gran idea (un madrileño y una catalana se encuentran en Nueva York), pero está lejos de ser la película fallida que uno pueda imaginar.

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