viernes, 11 de abril de 2014

BRAVE * * * *


CABELLO DE FUEGO. Merida demuestra sus habilidades con el arco y flecha. 

Dentro del canon Pixar, Brave puede estar algo por debajo de obras maestras como Toy Story, Up, o incluso Monsters Inc., pero no hay duda que puede ubicarse dentro de lo mejor de la casa de animación. La película ganó en 2013 el Oscar a Mejor Filme Animado. Un relato sencillo sobre una princesa con cabellos color de fuego, Merida (voz de Kelly Mcdonald), dispuesta a ser un espíritu libre. El nivel visual es supremo -no podría ser de otra manera-,  donde se puede observar el sumo cuidado y estudio que los realizadores tuvieron que hacer, para recrear los paisajes escoceses en los que se ubica la trama. Nuestra heroína es una experta en el arco y cabalgando su caballo percherón. Su padre (voz de Billy Connolly, excelente), es un rey que ha perdido una pierna peleando con un oso gigantesco. Mientras, su madre (extraordinario trabajo vocal de Emma Thompson, incluyendo un convincente acento escocés), vive en extremo preocupada por que su hija reciba una educación digna de una princesa. Merida, quien no se ve a sí misma cumpliendo con toda la etiqueta de una casa real, y su mamá, serán las dos fuerzas opuestas, luchando constantemente en el filme.

La realizadora y guionista Brenda Chapman (primera mujer en ganar un Oscar en esta categoría), quizás haya tomado la idea para Brave directamente de Brother Bear (2003). Merida, obligada a tener que unirse en matrimonio con algún "digno" miembro de los otros tres clanes, decide adquirir un conjuro de una bruja (voz de Julie Walters), para hacer cambiar a su mamá de parecer respecto a la boda. El conjuro acaba convirtiendo a la reina en un oso, y aquí la maestría de los animadores queda patente. Madre e hija tendrán que huir y esconderse en el bosque, la reina para no ser cazada por el marido, y Merida para encontrar a la bruja y deshacer el hechizo.

La lección de vida para ambas es clara: la reina aprenderá que su hija tiene algo que enseñarle sobre la vida (en especial, cuando se trata de sobrevivir en el bosque), en tanto, Merida renovará el complicado   lazo emocional que tiene con su madre. Suena previsible, pero la historia tiene su encanto. Tiene sus   momentos divertidos y conmovedores. La reina, por ejemplo, corre el peligro de quedar convertida en oso no nada más en cuerpo, sino también en alma. 

Es increíble el hiperrealismo a nivel visual conseguido en el cabello de Merida, resultando incluso algo  distractor su roja y rizada melena. En general, Brave es entretenida y con buenas dosis de humor, basado en cierta medida en su estereotípica caricatura de los highlanders. Más allá de eso, es un cuento de hadas con el corazón puesto en el lugar correcto. 

jueves, 10 de abril de 2014

WASTE LAND * * * * *

Cuando vi por primera vez una exposición del artista visual brasileño Vik Muniz, lo primero que me llamó la atención, fue su capacidad para darle un sentido plástico a cosas inusuales, como basura y otros elementos, como sus famosos retratos hechos a partir de cabello. Este documental de Lucy Walker, Karen Harley y Joao Jardim (con la participación de Fernando Meirelles como productor), muestra a este artista de renombre internacional trabajando en uno de sus más recientes proyectos, Waste Land. Muniz se adentró en los oceánicos tiraderos de basura en Rio de Janeiro, en donde se dedicó a entrevistar a recolectores de basura, recopilando testimonios con historias tristes e edificantes, algunas inspiradoras, pero todas con algo en común: el deseo de una vida mejor. Muniz tomó retratos de algunos de ellos, luego de conocer a fondo sus historias, ampliando luego dichas fotos para rehacerlas  con basura recolectada de estos tiraderos. El resultado, es un documental interesante para los amantes del arte, resultando conmovedor y, al mismo tiempo, revelando un contundente mensaje ecologista (los escenarios de los basureros son impresionantes). Muestra el lado altruista-activista de Muniz, rescatando la dignidad y el espíritu de estos recolectores-recicladores de basura que, sin más remedio, han hecho de eso un medio de vida.

ARTE CON BASURA. El artista Vik Muniz. 

miércoles, 9 de abril de 2014

HUGO * * * * *


EL VERDADERO MAGO DEL CINE.
Ben Kingsley como George Méliès, y Asa Butterfield como Hugo Cabret.

Martin Scorsese trajo dos sorpresas al filmar Hugo: primero, el proyecto de adaptar un libro infantil (The Invention of Hugo Cabret, escrito por Brian Selznick); luego, que este sería en 3D. Los críticos y seguidores de sus filmes quedamos perplejos. Scorsese confesó que esto último no tenía nada de extraño, ya que el 3D (o mejor dicho, la estereoscopia) existe desde los inicios del cine mismo. Además, el libro le ofreció una excusa para dedicarle un magno homenaje a Georges Méliès (Ben Kingsley, portentoso), aficionado a la magia y genio de los efectos especiales, que hizo del cine, desde sus orígenes, una herramienta para crear un mundo de -literalmente- magia y fantasía (podría decirse que fue el creador de dicho género en el cine).

Hugo es una carta de amor de Martin Scorsese al cine. En ese sentido, el realizador nos hace redescubrir  el cine a través de los ojos del niño protagonista, el Hugo del título (Asa Butterfield), un niño huérfano que vive en los rincones ocultos de una estación de tren, en el París de los años 1930. Su padre (Jude Law), encargado de mantener el reloj de la estación, le ha dejado como herencia un  "automaton" (vamos, un robot), el cual nunca pudo ver funcionar, debido a que la llave para darle cuerda se encuentra perdida. 

La historia tiene un sabor dickensiano, y si a eso se le agrega un giro fantástico sorprendente (de un realizador caracterizado más por historias de gángsters que otra cosa), el filme no nada más es capaz de entusiasmar hasta las entrañas a cualquier ferviente cinéfilo (como quien esto escribe), sino que también tiene todo para mantener fascinado a audiencias adultas e infantiles. Scorsese nos sumerge en un bullicioso microuniverso, representado en la estación de tren. Recrea maravillosamente cada detalle de una estación de esa época, en donde encontramos, en ese guardia de la estación interpretado por Sacha Baron Cohen, la representación de la intolerante y abusiva autoridad. En sus últimos años de vida, el viejo Méliès, pobre y olvidado, tuvo un negocio de juguetes. En el filme, dicho negocio está ubicado en la estación. 

Tanto Hugo como su amiga, Isabelle (Chloë Grace Moretz, con acento británico), ahijada de Mélies, en una encantadora licencia artística, se dan a la tarea de traer al cineasta del olvido, al tiempo que nos llevan por un viaje por la historia del cine, espectacular visualmente, brillante cinematográficamente,  y   didáctico al mismo tiempo. La historia acaba resultando un cuento de hadas moderno, ambientado en la época de entreguerras: un rey caído (el padre de Hugo), un príncipe (el mismo Hugo), una princesa (Isabelle), un villano (el guardia), y un mago (Méliès).

Mención aparte merece el diseño de arte. Además de la referida estación de tren (en donde se desarrolla la mayor parte de la historia), vemos en la segunda mitad una magnífica reconstrucción de los sets que usó Méliès en muchos de sus cortos (sus adaptaciones de clásicos de Verne, "Viaje a la Luna", "20,000  Leguas de Viaje Submarino", etc.), mientras este rememora sus pasadas glorias. Parece que estamos en el "detrás de cámaras" de estas primitivas producciones, con todo y el viejo arte de los primeros efectos especiales, en un ejercicio de cine dentro del cine ambientado genialmente. Su riqueza visual merece verse no una, sino dos o hasta tres veces.



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