miércoles, 30 de julio de 2025

28 YEARS LATER

La saga de zombies de "los 28", que empezó con 28 Days Later (o Exterminio, como la titularon en México) en el ya lejano 2002,  dirigida por Danny Boyle y escrita por Alex Garland, ha tratado siempre sobre familias fragmentadas por verse víctimas de una epídemia. Una epidemia provocada por un virus propagado por chimpances, sumamente contagioso, que convierte a los humanos en seres rabiosos, de ojos demónicamente rojizos, y que vomitan sangre (no por nada le llaman al virus "rage" o ira). No sólo eso, sino que estos zombies de inicios del siglo XXI fueron los primeros que vimos en pantalla grande correr velozmente, a diferencia del tradicional zombie de antaño, que caminaba casi en camara lenta y arrastrando los pies, dando a sus víctimas menos posibilidades de escapar. 

Con motivo del estreno de 28 Years Later, tercera película de la saga, me di a la tarea de ver por tercera vez las dos peliculas anteriores, para saber bien qué terrenos estaría pisando ahora como espectador. Years Later tiene a Danny Boyle de regreso en la dirección (la segunda película, 28 Weeks Later, fue dirigida por Juan Carlos Fresnadillo). Habiendo vivido una pandemia, me sorprendió no ver a los personajes de las anteriores películas usar cubrebocas, caretas y máscaras, siendo sustituídos por palos, bats de baseball, y todo tipo de arma que pueda servir para salvarse de ser mordido por zombies ultraveloces. Bueno, eran otros tiempos veinte años atrás, y para ser honesto, no suena muy atractivo, cinematográficamente hablando, el ver a nuestros protagonistas con el rostro cubierto todo el tiempo. Pero la verdad ¿cuánto no le hubiera servido usar una careta a cierto personaje en el primer filme, el cual, por vía de un ojo, acaba infectado de la "ira" y convertido en zombie? 

Tan influyentes fueron los dos primeros filmes, que sin ellos -creo yo- no existirían series como The Walking Dead y sus derivados, así como las películas coreanas Train to Busan y secuela. De hecho, quizás esta tercera entrega de la saga (18 años después de estrenada la ultima película) sea también una respuesta a ese fervor por los zombies que las series trajeron a la televisión. Curiosamente, la nueva película, en algunos sentidos, parece todo menos una película de zombies, estando toda la historia ambientada en la campiña británica.

Sin temor a exagerar, este filme se nota más influenciado por dichas series que por otra cosa. Por ejemplo, ese pueblito en donde la historia tiene lugar, amurallado, en una isla localizada no muy lejos de la Gran Bretaña, recuerda más a The Walking Dead que a los dos filmes anteriores. 

Ambientada 28 años después desde que se desató la epidemia, vemos que nada se ha podido hacer para controlar el virus,  desaparecerlo, o encontrar una vacuna. El mundo parece haber regresado en el tiempo a la prehistoria o, incluso, al medioevo, en donde ahora los zombies han evolucionado en otras especies, pero todavía siguen cazando humanos desprevenidos a gran velocidad,...o a una demasiado lenta. La narración es desde el punto de vista de un niño, Spike (Alfie Williams), quien junto a su padre (Aaron Taylor Johnson), viven en una isla cerca de la isla continental, en donde toda la poblacion ha sido puesta en cuarentena. De su papá el chico aprende no sólo lecciones de arco, sino de supervivencia, aventurándose en las afueras del pueblo para explorar. Spike vive también con su mamá enferma (la siempre versátil Jodie Comer), quien pasa en cama todo el tiempo sin que sepan exactamente lo que tiene. 

El alma de la película será precisamente el inesperado vínculo que empieza a formarse entre Spike y su mamá. Súbitamente, la película se convierte en la aventura de un hijo para encontrar una cura para la enfermedad de su mamá (la cual no tiene nada que ver con el virus zombie), cruzando media campiña para encontrar a un misterioso doctor shamanezco- curandero, interpretado por un casi irreconocible Ralph Phiennes, teñido en una pigmentosa explosión de amarillos y naranjas queso cheddar.  

La clave para dar con el doctor, es ir hacia donde se encuentra una gran columna de humo, donde vive en una versión ósea de Stonehenge, hecha de columnas y tótems de huesos humanos, siendo el principal uno construído con cráneos cual jenga calaverico (en serio, mueves uno y puede caerse toda esta mega pila). Es todo un monumento a la muerte dicho tótem ("memento mori, recordar que debemos morir", le dice el doctor a Spike).

Si la película ya está empezando a sonar demasiado filosófica y emocional, fans de la saga no teman. Danny Boyle trata de no  alejarse mucho de lo que las dos películas anteriores también ofrecieron, es decir, sangre, violencia, y zombies repugnantes (ahora casi todos lucen como Dios los trajo al mundo, o sea, en pelotas), incluyendo uno tamaño Goliath que, al más puro estilo Predator, se dedica a descabezar con todo y columna vertebral a sus víctimas. Así como tenemos zombies que corren a gran velocidad, ahora hay unos gordos y lentos que se arrastran en el suelo y comen gusanos. El estilo visual regresa al de 28 Days Later, aquel de multicamaras digitales de varios tipos (que le daba una apariencia de filme de bajo presupuesto, nueva y fresca), en donde ahora optan por usar incluso iPhones para ciertas escenas, congelando y descomponiendo en partes la acción, el movimiento, y el último respiro de los zombies antes de ser aniquilados. Esto, a su vez, contrastando con imágenes, casi paradisiacas o celestiales, de los personajes caminando por campos verdes y florales.

Es obvia la intención de hacer una película de zombies lo menos convencional posible (alejada de la vieja escuela iniciada por George A. Romero), sin tanto zombie comiendo cerebros y tripas de inocentes, y más centrada en una historia de madurez y crecimiento; en ser una reflexión sobre la muerte en medio de lo que parece ser el fin del mundo como lo conocemos, con la humanidad en peligro de extinción. 

Los toques de excentricidad están presentes en personajes inesperados, como un tipo sueco, Erik (Edvin Ryding), que se topa en el camino de Spike, amenazando con robar protagonismo desde que aparece, o un Jack O'Connell también apareciendo inesperadamente, como el líder de una pandilla de rubios oxigenados al estilo Naranja Mecánica.

28 Years Later no cae mucho en el molde convencional del  subgénero de zombies, y aunque en la primera mitad hay momentos en que el ritmo flaquea un poco y la historia se alenta, el filme toma una bocanada de aire justo cuando la travesía de Spike comienza. De hecho, este es el inicio de una trilogía (al anunciarse el estreno, llegué a pensar que este sería más bien el cierre de una), justo cuando creo que les faltó antes hacer un filme titulado "28 Months Later". Tal vez, algún día, Boyle producirá una serie que llene ese hueco y nos revele qué sucedió en ese periodo.
Exhibiéndose en cines.

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