jueves, 15 de noviembre de 2018

BOHEMIAN RHAPSODY

Rami Malek.
Me quedaré con la curiosidad de ver qué tal hubiera estado el siempre controversial Sacha Baron Cohen (Borat) interpretando a Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody. Su parecido con el líder fundador de Queen es tremendo. Se dice que no se quedó con el papel debido a que quería un filme más explícito respecto a la sexualidad de Mercury, así como más centrado en ese aspecto. Sin embargo, Rami Malek (a quien hace poco vimos en Papillon), está sencillamente fantástico como Mercury, en una interpretación que incluye dentadura postiza enorme (tal vez, demasiado grande), acento británico, gestos y movimientos estudiados, y mucho lipsync. Malek es una verdadera presencia, llena la pantalla de energía en su primer papel protagónico de peso. Con seguridad este papel lo catapultará a interpretar más personajes de este calibre en el futuro.
Dirigida por Bryan Singer (con quien, se cuenta, Rami Malek tuvo pleitos durante el rodaje), Bohemian Rhapsody es un notable intento por conseguir una biopic de Freddie Mercury. A pesar de no ser 100 por ciento apegada a la realidad, es un filme homenaje al cantante y compositor, a su genialidad y su excentricidad; una carta de amor de Singer a la banda detrás de éxitos en la historia del rock como Somebody to Love, Radio Ga Ga, I Want to Break Free, y por supuesto, la canción que da título al filme. De hecho, una de las partes centrales de la película tiene que ver con la gestación de Bohemian, en la que Mercury y sus compañeros de la banda, 
Roger Taylor (Ben Hardy), baterista, Bryan May (Gwilym Lee), guitarrista, John Deacon (Joseph Mazzello, aquel niño de la primer película de Jurassic Park), bajista, experimentaron mezclando opera y rock (con una duración de 6 minutos). El ficticio ejecutivo de EMI, interpretado por Mike Meyers, no vió potencial comercial en la canción (referencia a Wayne's World, que Mayers protagonizó en los 1990, y en la que Bohemian Rhapsody tiene un protagonismo especial en esa escena musical dentro del auto). "Nadie va a sacudir su cabeza por esa canción", les dice el ejecutivo en su oficina.

Lo mejor, es que tenemos la biopic de una estrella de rock -y no cualquier estrella de rock- en donde no hay un personaje lidiando con adicciones a las drogas o al alcohol. Singer apuesta por algo más original y psicológico, la crisis de identidad que Mercury cargó a cuestas durante su vida. No aceptaba con facilidad sus orígenes (su verdadero nombre era Farrokh Bulsara, y nació en Stone Town, Tanzania), y tuvo dificultades para aceptar su homosexualidad, cosa que no le impidió al principio tener una relación con una mujer, Mary Austin (Lucy Boynton), su musa y luego esposa.
Aunque el filme no gira en torno a las relaciones de Mercury, es evidente que Singer (el director de The Usual Suspects, y los primeros filmes de los XMen) intenta mostrar que detrás de la fuerza creadora del cantante, hubo una turbulenta y tortuosa vida emocional, que lo llevó a mediados de los 1980 a ser diagnosticado con VIH. El retrato de época está sumamente conseguido, y el aspecto musical es espectacular (definitivamene tiene que verse en cine), no únicamente por las escenas de la grabación de Bohemian en el estudio, sino también por la recreación del concierto Live Aid de 1985 (organizado por Bob Geldof, para la hambruna en Etiopía). Es donde Rami Malek demuestra por qué nació para hacer este papel; se mete en la piel de Freddie Mercury y lo interpreta con precisión quirúrgica.🌟🌟🌟🌟

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