lunes, 3 de noviembre de 2014

MESRINE PART 1 L'INSTINCT DE MORT * * * *

THE GODFATHER Y GOODFELLAS A LA FRANCESA
Vincent Cassel y Gérard Depardieu.
Vincent Cassel es un tipo que sabe para lo que está hecho. Sabe escoger sus proyectos y darle a todo  personaje que caiga en sus manos una cualidad enfermiza, maléfica, y psicótica. Está plenamente consciente de sus cualidades físicas y lo que puede hacer con ellas. No es de sorprender que se haya dado a la tarea de interpretar a Jacques Mesrine, quien fuera considerado "enemigo público número 1" en Francia, por aproximadamente 20 años. La épica de este criminal, dirigida por Jean-François Richet, está dividida en dos partes, la primera dedicada a ver (muy al estilo de Mean Streets y Goodfellas), de una forma adrenalínica y con mucha acción, los orígenes de Mesrine y cómo fue construyendo su carrera criminal. Luego de haber regresado, a finales de los 1950s, de la guerra en Argelia (en la escena que abre el film, que muestra la tortura a unos prisioneros, se puede empezar a ver la sangre fría e ímpetu asesino del personaje) Mesrine fue aceptado en la banda de un capo estilo-el-padrino, Guido (Gérard Depardieu).

Richet construye así una épica del crimen en la Francia de Charles de Gaulle, así como de la postguerra en Argelia, sumamente irresistible, con varios apuntes históricos. Esto, más la notable ambientación, nos ubican en una Francia casi irreconocible, con situaciones que parecerían ocurridas en la Nueva York del cine de Scorsese, o incluso Chicago. Estamos en el Paris de los 1960s, Mesrine poco a poco se va estableciendo como un criminal mediático, con un carisma sin igual frente a cámaras y reporteros. Así, la película es un vehículo de lucimiento para Cassel y su endemoniado talento para encarnar al mal mismo y con todo el cinismo posible. Su actuación es la mejor de su carrera, y aquí lo vemos deambular en una aventura delictiva, que es la historia clásica de todo gángster, no importa su ubicación geográfica, con la bandera en alto de "el crimen paga", y la manera en que adquiere poder y fortuna en poco tiempo.

Pero lo que distingue a Mesrine de cualquier otro criminal común y corriente, no era nada más su impulsividad para planear y llevar a cabo asaltos bancarios, sino cierto histrionismo que tenía para cambiar de personalidad, disfrazarse, y engañar. Era el maestro del despiste, como en esa escena del robo a la residencia, en donde engaña a los dueños haciéndose pasar, instantáneamente, en un detective de policía, "investigando" la escena del crimen. Se nota que Richet estudió el género hollywoodense de gángsters, y crimen; de policías y ladrones, con detenimiento. En esta biopic criminal comete el único error de intentar amalgamar todos -o casi todos- esos estilos, en un pequeño espacio. De ser The Godfather y Goodfellas en la primera hora, que incluye una parte ambientada en España (no entendí por qué el realizador escogió ciertas canciones mexicanas de fondo), con Elena Anaya interpretando a la esposa de Mesrine, que de vivir una romántica historia de amor, ésta se transforma en una pesadilla infernal (la escena en donde la encañona en la boca es perturbadora),  más tarde la película se vuelve "Bonnie and Clyde". Mesrine empieza una relación con una guapa mujer (Cecile de France, con peluca obscura) y se dedica no nada más a asaltar bancos, sino a secuestrar millonarios, no en Francia, sino en Canadá. Y esta es tan sólo la primera parte.

No hay comentarios:

Vistas de página en total