martes, 25 de junio de 2019

ALADDIN

Will Smith como el nuevo genio de la lámpara. 
La expectativa es mucha cada vez que la Disney decide rehacer alguno de sus clásicos animados. Algo es seguro, y es que no se podrá tener a todos contentos (ahí está el ejemplo de Dumbo, que a muchos gustó, pero que otros aborrecieron). Toca el turno ahora a Aladdin (1992), de esos clásicos intocables del catálogo de la Disney, la cual decidió mover todas sus fichas hacía un sólo número, el de Will Smith, para interpretar al genio de la lámpara. El ex príncipe de Bel-Air, actor y rapero, no la hubiera podido tener más difícil, al tratarse de llenar los zapatos del fallecido Robin Williams, quien diera la voz, un montón de su camaleónico humor y complejo de "personalidad múltiple" al genio de la lámpara (por ello ganó un Globo de Oro "especial").
La buena noticia, es que Will Smith está a la altura de las circunstancias. En su interpretación del genio en este remake de Aladdin, lo que menos hace Smith es una imitación del trabajo de Williams. Lo que ofrece, es su propia versión del genio, en un trabajo que es parte actuación en acción viva ("de carne y hueso"), parte versión CGI (o generada digitalmente). En este último aspecto, es en donde vemos al genio de color azul que todos recordamos, y con mucho esteroide digital, para lograr el mismo físico musculoso del genio animado.
Pero otra cosa también es delicada, la música (multipremiada y multinominada en su momento a los Oscares). En esta nueva película, dirigida por Guy Ritchie (Snatch, la saga de Sherlock Holmes, King Arthur), varias de las canciones originales aparecen, incluyendo la más memorable, A Whole New World, ahora en la voz de Naomi Scott, quien interpreta a Jasmine, y que sabe imprimir una energía particular a la canción. Hay algunas adiciones inéditas al soundtrack, como una canción verdaderamente épica, Speechless (también cantada por Naomi Scott), dividida en dos partes (escrita por Alan Menkin, el mismo compositor de la banda sonora del filme animado). De ahí que, de una hora y media que duraba el filme animado, ahora estemos con 2 horas y 8 minutos de duración, las cuales se pasan como volando en la alfombra mágica (que también aparece, y con un protagonismo casi heroico y cómico).
Aladdin 2019 es sumamente espectacular, tanto por su nueva forma de abordar la historia clásica (con un enfoque algo más feminista), así como por su producción musical (hay momentos en que parece que estamos viendo un musical de Bollywood). Su diseño de producción es suntuoso (excelente diseño de vestuario y locaciones en Jordania). La historia es la que todos recordamos, con pequeños ajustes: Aladino (interpretado por Mena Massoud), es un pillo callejero con varios trucos bajo la manga, y un mono como su cómplice. Por azares del destino, Jasmine se cruza en su camino, y sin que Aladino sepa que es una princesa (con la ambición de convertirse algún día en reina y una justa gobernante de su reino), una química especial empieza a surgir entre ellos. Sin embargo, Aladino es hecho prisionero por el villano de la historia, Jafar (Marwan Kensari, maligno y obscuro), y si aquel desea ser puesto en libertad deberá realizar un pequeño trabajo para él: entrar a una antigua cueva que resguarda un tesoro (así es, "¡Ábrete Sésamo"!), y recuperar una lámpara mágica, la cual, resguarda al antiguo y mágico genio que le concederá tres deseos a quien lo haya liberado de su prisión.
Está de más decir que Will Smith se roba la película desde que aparece, no importa si es en versión real o digital. El tipo irradia energía, carisma, humor, y su acostumbrada labia en partes iguales. Es comprensible el escepticismo de los fans de Robin Williams (entre los que me incluyo). La verdad, pasados unos minutos, uno termina atrapado por la sobrada personalidad con la que Smith llena al genio (especialmente, en su primer número musical, dentro de la cueva). También es cierto que está lejos de tener el mismo ritmo frenético, espontaneidad, y versatilidad visual que el genio de la versión animada sí tenía. Sin embargo, Ritchie y Smith están muy cercanos en esta película a igualarlo.
Por su parte, Mena Massoud y Naomi Scott están muy bien en sus papeles, combinando muy bien actuación, canto y baile (por cierto, Massoud lo hace bien en este último aspecto, en cierto número musical dentro del palacio). Guy Ritchie tal vez no suene como el más indicado para dirigir un cuento de hadas, con mucha magia y romance. Lo cierto, es que ha hecho un buen trabajo. La historia romántica se queda contigo, gracias en especial al papel pivotal que tiene Jafar (verdaderamente diabólico), y al logrado contraste de tonos, entre aventura romántica, comedia (la dama de compañía de Jasmine, interpretada por Nasim Pedrad, contribuye con algo de humor), y al buen mensaje sobre la autenticidad. Es de reconocer la apertura a un reparto diverso desde el punto de vista racial, con muchos actores de origen árabe (mención especial merece Navid Negahban, libanés, quien interpreta al sultán) -o con alguna ascendencia. Al final, tal vez este nuevo Aladino sea de más larga duración, y esté más cargado de pirotecnia hollywoodense, pero entre todo eso la esencia de la historia se mantuvo intacta. 
⭐️⭐️⭐️⭐️

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