sábado, 24 de octubre de 2020

FROZEN 2

 

NUEVAS AVENTURAS BAJO CERO. Olaf está de vuelta.

Lejano ha quedado aquel 2013 cuando Frozen fue estrenada. A pesar de que ha pasado mucho tiempo, todavía resuena en nuestra memoria la canción "Let it Go", con la poderosa voz de Idina Menzel, quien da voz a Elsa, la princesa de hielo. Llega ahora la secuela, Frozen 2, que por alguna razón -o por muchas- nos ha dejado a muchos helados. No quiero decir que esta segunda parte sea mala o decepcionante, nada más lejos de la realidad. Lo que sucede, es que teniendo como precedente una primera parte que es, simplemente, espectacular en todos los aspectos, tanto en el visual como en el de su historia (tiene como fuente de inspiración el cuento de Hans Christian Andersen, la "Reina de Nieve", que ya ha sido adaptado antes al cine), es normal que uno espere una segunda parte al mismo nivel, o incluso mejor.

Dirigida por Jennifer Lee y Chris Buck, la misma dupla que dirigió la primera parte, Frozen 2 se enfoca ahora en algunos misterios, por ejemplo, la muerte de los padres de Anna (voz de Kristen Bell), y de Elsa (voz de Idina Menzel), es decir, los reyes Runeard (voz de Jeremy Sisto), e Iduna (Evan Rachel Wood). Todo es paz y felicidad en el reino de Arendelle (no falta el número musical de rigor para acentuarlo), hasta que Elsa empieza a escuchar una voz misteriosa cantar desde lo profundo del bosque, que gracias a su magia y poderes sólo ella puede escuchar. Intrigada, Elsa se aventura al bosque junto a Anna, Kristoff (Jonathan Groff) y su reno, y claro, Olaf (voz de Josh Gad), el muñeco de nieve, de vuelta con su mismo encanto y gracia, para averiguar de dónde proviene la voz, la cual, sin duda, tiene algo qué comunicarle.
Frozen 2 cae fácilmente en la tentación de muchas secuelas de hacerlo todo más en grande que antes, visualmente más impresionante y mejorado; metiendo más canciones, personajes, subtramas, más renos (con todo y número musical en donde cantan), y ahora unos gigantes de piedra. Debo admitir que, por lo menos en el aspecto visual, Frozen 2 es realmente impresionante, con efectos visuales estupendos, y secuencias realmente bellas, como aquella de un caballo de agua cabalgando en las profundidades del océano, o algunas que tienen lugar en el otoñal y grisáceo bosque al que llegan Elsa y Anna, como el incendio del bosque. Pero es en la más dramática segunda mitad donde los animadores de la Disney se superan a sí mismos, con secuencias simplemente fabulosas, como una muy dramática, en donde, sin revelar mucho al respecto, un personaje se desvanece en una nube voladora, o aquella de la revelación que tiene lugar dentro de un barco naufragado, donde dos figuras de hielo se materializan frente a las hermanas, y es que "el hielo tiene memoria", según Elsa.
Frozen 2 cumple en el aspecto visual, y nos deja con nuestros ojos extasiados. En ese sentido es irreprochable. Sin embargo, lo que ofrece generosamente en términos visuales, le falta en cuanto a historia se refiere. Lo que hizo realmente memorable a la primera película fue, no nada más la canción "Let it Go", sino una buena historia, que tenia como centro el drama de Elsa al descubrir sus poderes, el no saber cómo lidiar con ellos, junto al sacrificio que termina haciendo por lo que más quiere. Frozen 2 tiene una historia pasable, pero creo que el haber puesto a dos grupos enfrentados en el bosque, en un conflicto que de todas formas no acaban desarrollando a fondo los guionistas, termina siendo algo estorboso y distractor. Hay comicidad, como ver a Kristoff intentar durante toda la película proponer matrimonio a Anna, mientras Olaf sigue igual de gracioso, pero sin el mismo peso que tuvo antes. En resumen, una secuela que, sin estar a la misma altura de su primera parte, pasa como un efectivo entretenimiento familiar de fin de semana, y se disfruta más si no se espera mucho de la misma.
🌟🌟🌟1/2



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