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Una elegante y atractiva mujer, Rita (la mexicana Laura Elena Harring), huye de unos mafiosos italianos hacia Beverly Hills, luego que su limusina es impactada por un auto a exceso de velocidad, precisamente en la famosa avenida Mulholland Drive, en medio de la noche. Agotada y herida, Rita despierta en el porche de un edificio, y se introducirá a uno de los apartamento, a donde llegará poco después Betty (Naomi Watts), sobrina de la dueña del lugar y aspirante a convertirse en actriz de cine, encontrando a Rita desorientada y amnésica.
Betty ayudará a Rita a recuperar la memoria, su identidad, mientras intenta participar en la audición para una película, en la que mafiosos se encuentran involucrados en su producción, con un enano deforme como jefe en las decisiones finales.
Mulholland Dr
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Lynch desarrolla una narración del cíclica, que parece interminable, del sueño dentro del sueño...¡dentro del sueño!, del cine dentro del cine, en una edición magnífica de Mary Sweeney, nutriéndose del film noir como en casi toda su filmografía, en donde no deja de sentirse un tono pesimista y decadente, junto a la notable fotografía de Peter Deming. Una metáfora sobre el idílico estrellato de Hollywood y sus víctimas más directas: las actrices jóvenes. Para Lynch, los productores millonarios de los grandes estudios, son una mafia poderosa, bien reflejado en aquella escena en la que el director y productores de la película en la que desea actuar Betty, discuten en la mesa quién será la protagonista principal del filme.
Los personajes (y nosotros mismos como espectadores) están en la fina línea del mundo real y el mundo de los sueños, y como sucede siempre en los filmes de Lynch (Eraserhead/1977 o Lost Highway/1997), no se puede distinguir cuando empieza uno y termina el otro, o será que los dos son siempre el mismo, que no hay mucha diferencia entre ambos. Será que esa cajita azul que abren Betty y Rita es la llave que abre un espacio hacia esa locura y caos, donde los sueños nunca terminan.
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