martes, 25 de diciembre de 2007

CINE ANIMADO: JIM AND THE GIANT PEACH * * * *

Basada en uno más de los exitosos libros infantiles de Roald Dahl, Jim and the Giant Peach (Reino Unido-E.U., 1996) junta de nueva cuenta a la mancuerna formada por Tim Burton, en la producción, y al animador Henry Selick, luego del éxito que tuvieron con The Nightmare before Christmas (1993), magnífico relato animado de humor negro que festejaba sin reparos al Halloween, visto aquí como un mundo poblado de monstruos y fantasmas, antagónico por completo a la -según el filme- más cursi y dulce Navidad.

Al igual que en The Nightmare before Christmas, esta adaptación del libro de Dahl fue hecha con una fina animación stop-motion (es decir, figuras animadas fotografiando sus movimientos cuadro por cuadro), con una parte del filme hecha con actores reales, al principio y al final, y una secuencia animada en dos dimensiones. Como sucedió en The Nightmare..., queda claro en Jim and the Giant Peach que la mente creativa detrás de todo el concepto, siempre ha sido Tim Burton, mientras que Selick aporta su experiencia técnica y visión para tener ese depurado e impactante acabado. En ese sentido, la película era mucho más lograda y entretenida en su parte animada, que en la protagonizada por actores, a pesar del buen reparto elegido.

Jim (Paul Terry) es un niño condenado a vivir con sus horrendas, brujeriles y nefastas tías (Joanna Lumley y Miriam Margolyes), luego de que sus padres, según cuenta Jim, murieron atacados por una gran nube con forma de rinoceronte. El sueño del desdichado Jim, maltratado y esclavizado por sus tías, es viajar a Nueva York, como algún día en una soleada playa, le prometieron sus padres. Cierta noche, un misterioso “anciano” (Pete Postlethwaite), le regala a Jim unos gusanos mágicos, que luego de caer accidentalmente en la tierra, harán que el único durazno de un árbol crezca y crezca, hasta alcanzar proporciones gigantescas.

Por supuesto, las tías querrán hacer negocio con el durazno gigante, cobrando para que la gente lo vea. Sin embargo, Jim se convertirá en un personaje animado, al ingerir un pedazo de durazno con un gusano, introduciéndose dentro de la gigantesca fruta para encontrarse con un grupo de insectos gigantes: un refinado saltamontes (voz de Simon Callow), una catarina (Jane Leeves), una luciérnaga (Miriam Margolyes), una atractiva araña francesa (Susan Sarandon), un ciempiés de mucho mundo (Richard Dreyfuss) y una lombriz cobarde (David Thewlis), con quienes emprenderá la huída de las tías hacia Nueva York, sobrevolando el océano en el durazno, tirado por unas gaviotas.

El filme es un musical con canciones que tienen como tema principal el poder de los sueños y no rendirse para alcanzarlos, en un viaje de aventuras que enseñará a Jim el valor del trabajo en equipo (por más heterogéneo que este pueda ser) y, lo más importante, habrá de superar sus miedos, representados en la forma de esa temible nuble-rinoceronte que arroja relámpagos.

En cuanto a su parte visual, Jim and the Giant Peach llega a rozar lo surrealista. La imagen e idea de un gran durazno volador jalado por gaviotas, se antoja cercana a los sueños escapistas de un niño, que como Jim, debe luchar usando más su inteligencia que fuerza contra un enorme pez mecánico que arroja pequeños y letales peces metálicos, o los piratas fantasma (por ahí se verá un cameo del Jack Skelington de The Nightmare...) de un barco hundido en el mar, o esa nube rinoceronte (la pequeña secuencia animada en 2D hecha a base de fotomontajes, es delirante y magistral), etc. ayudado por sus amigos insectos, los verdaderos protagonistas del relato, que lleva el característico humor negro de Roald Dahl y Tim Burton.




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