jueves, 29 de octubre de 2020

GUADALUPE REYES


Juan P. Medina y Martin Altomaro.
Imagino lo que los realizadores y productores detrás de Guadalupe Reyes se dijeron entre ellos, muy entusiasmados y en un golpe de suma creatividad, al momento de gestar la película: "¡Güeeeeeyyy! ¡Y qué tal si ahora hacemos una 'The Hang Over' mexicana güeeeeyyyy!" Disculpas si he repetido mucho la muy folclórica palabra "güey", pero si los protagonistas del filme, interpretados por Juan Pablo Medina y Martin Altomaro, la repiten unas 685 veces en toda la película, es poco. Es decir, unos maestros de la improvisación, además de que el guión (¡escrito por tres guionistas!) demuestra ser toda una "pieza literaria".

Dirigida por Salvador Espinosa, la mayor diferencia entre Guadalupe Reyes y la saga de The Hang Over, es que aquí los personajes no viajan a las Vegas, sino que se quedan aquí, en la Ciudad de México. Y bueno, también el filme de Espinosa, en comparación, es mucho menos gracioso, algo misógino, y por supuesto, en lugar de ser 3 amigos, aquí sólo son 2. ¿Qué pasó con el tercero? Se casó y tuvo un bebé (el cual, por cierto, aparece cargándolo tal y como Zach Galifianakis carga al bebé del primer filme de The Hang Over. ¿Será pura coincidencia?
Hugo Rocket (Juan Pablo Medina) es un tipo que, según dicen en el filme, es tal vez el tipo más "ch---ón" del planeta, y con mucho dinero. "¡Dicen que es el inventor del celular!", comenta algún personaje en el filme. La verdad, no sentí ni noté en ningún momento del filme que el personaje tuviera tales niveles de personalidad. Hugo presume saber mucho de mujeres, pero el guión no lo pone con alguna novia, ni referencia de alguna ex novia. El caso es que el tipo acaba de cumplir 40 años, y le entra la crisis de la mediana edad. Otra contradicción: casi todos sus amigos son millenials, pero no parece soportarlos mucho.
En medio de su crisis, decide contactar a un viejo amigo, Luis (Martín Altomaro), serio, trabajador, muy profesional, y que trabaja para una importante firma de contadores, para proponerle un reto: hacer el maratón "Guadalupe-Reyes". El reto es, simplemente, andar de borrachera en borrachera sin parar, del 12 de diciembre al 6 de enero (¡Guaauu!). Todo quedará notariado frente a un abogado, en donde ninguno podrá echarse para atrás conociendo los riesgos de antemano. ¿Qué impulsa al bien portado de Luis a aceptar el reto? Que su esposa le ha puesto el cuerno, y por ende, siente que no tiene nada que perder, ya que, impulsado por los buenos consejos de su soltero y viejo amigo, con suerte podría tener una aventura romántica en el camino.
Decía que fueron tres escritores los autores del guión (Marcos Bucay, Harald Sumpler, y Erick Zuckerman), pero el problema, es que la historia, dentro de su idea de trazar una travesía para los amigos, pasando por las posadas, Navidad, Año Nuevo, y Día de Reyes, resulta completamente sosa, sin substancia, y que depende mucho -diría demasiado- del humor vulgar. Lo malo, es que dicho humor vulgar no resulta nada gracioso. Es de reconocer que la escena de la pastorela, aunque nada creíble, es más o menos graciosa. Pero de ahí, la trama va perdiendo aire hasta quedarse sin energía. Vamos, al llegar a Reyes, los guionistas se quedaron sin ideas, ya que, sin revelar mucho, los dos amigos aparecen nada más muy felices y comiéndose su rosca con un vasito de leche. Sí, aburrido.
Llevado de manera inteligente, el humor "subido de tono" puede ser gracioso, tal y como lo es en ¿Qué Pasó Ayer? (título en español de The Hang Over), la fuente de inspiración para este filme. Sin embargo, aquí lo que menos hay es inspiración, es decir, una buena historia. Las buenas historias de "grandes amigos" tienen buena camaradería entre sus personajes, buena química entre ellos. Guadalupe Reyes se queda corta en este aspecto. De lo "peorcito" del 2019.
⭐️⭐️

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