domingo, 12 de octubre de 2014

HER * * * * *

OH, ME FASCINAN SUS GIGAS Y BITS.
Joaquin Phoenix en una ciberrelación con su computadora.
El filme futurista de Spike Jonze se siente en extremo actual. Tal vez el tiempo en el que se ambienta su historia no está muy alejada en el futuro. El realizador aborda en Her temas sobre la soledad, la tecnología y la pérdida del amor, en un tono melancólico, centrado también en el melodrama romántico. Her es una película sumamente inteligente, un filme futurista sin mucha parafernalia en su producción, o  pirotecnia de efectos especiales. Reflexiona sin tapujos sobre el futuro de las relaciones humanas, y las maneras en que los humanos se comunican actualmente. 

Es un trabajo visionario en muchos sentidos. Aunque sabemos que el ser humano ha sustituido la comunicación convencional y el contacto físico por gadgets y dispositivos electrónicos, en la película las personas pueden manejar internet y sus cuentas de correo electrónico simplemente con el poder de la voz, desde cualquier parte en donde se encuentren. El trasfondo urbano que rodea a  Theodore (Joaquin Phoenix, en un papel tranquilo y relajado), mientras camina solitario, no son nada más los rascacielos de Los Angeles (en realidad, Shangai, sustituyendo a la urbe californiana), sino   gente hablando sola, en constante comunicación con sus computadoras en casa.

También la manera en cómo los personajes usan sus computadoras es diferente. Theodore trabaja para una compañía dedicada a escribir cartas personalizadas de todo tipo para sus clientes. Jamás tiene que tocar una tecla, todo lo dicta a la pantalla y ahí aparecerá lo escrito. Theodore se encuentra sobrellevando la separación de su esposa (Rooney Mara), recordando los momentos felices que pasó con ella. Y se encuentra sobrellevándolo de la mejor manera, teniendo ocasionalmente sexo virtual en chat rooms para solitarios como él, que necesitan salir de la monotonía nocturna de vez en cuando, no importa si se topa con una loca con sexopatías relacionadas con gatos muertos, y que cuando llega al orgasmo parece estarse muriendo. 

Su rutina cambiará cuando decida adquirir un nuevo sistema operativo, lo último diseñado para solitarios como Theodore que necesitan compañía. Un sistema diseñado para sonar y sentirse tan humano que parecería increíble, en el sentido de que Theodore, irremediablemente, acaba formando  un vínculo de amistad cercano con Samantha (voz de Scarlett Johansson), el nombre del SO. No lo podemos culpar, ya que la voz de Samantha es atrayente, cálida y sexy. El tipo no tiene otro remedio más que caer rendido ante la encantadora, carismática y cool ciberpersonalidad de su nueva amiga.

Lo que vendrá a continuación, es quizás la relación romántica más inusual, extraña, inconcebible, y al mismo tiempo, conmovedora y entrañable, vista en una película. Por extraño que parezca, entre ambos habrá una reciprocidad emocional, una relación que se retroalimentará en todos los niveles (incluso el físico), así como un intercambio de ideas, puntos de vista sobre el amor, la vida, y las relaciones, del cual los dos saldrán aprendiendo.

Amy Adams interpreta un pequeño papel como Amy, la amiga de Theodore, quien parece tan solitaria como él. Sirve como buen contrapunto para su personaje, ya que ella se encuentra viviendo una experiencia similar, sólo que con una versión masculina del mismo sistema operativo. Aunque no sabemos mucho de Amy como personaje (tan sólo que es una especie de directora de cine, o algo parecido), es evidente que tiene buena química con Theodore. Ambos se entienden, se pueden comunicar entre ellos de manera normal sin necesidad de artilugios tecnológicos. Es cierto, puede haber algo entre ellos, y es cuando uno se pregunta: ¿Para qué necesitan tener relaciones virtuales con sus computadoras teniendo lo que necesitan frente a ellos?

No importa el hecho de que Samantha nada más esté presente en la forma de una voz. Scarlett Johansson sabe darle detalles y matices particulares a su personaje a través de su voz. Uno acaba sintiendo simpatía por ella, un involucramiento emotivo singular. Spike Jonze recurre a la vieja y clásica premisa de la ciencia ficción: la máquina con una curiosidad incontenible por el mundo de los humanos, por su universo emocional, buscando vivir experiencias cercanas a las de un humano. La máquina sintiéndose aprisionada dentro un confinamiento mecánico y tratando de liberarse; de romper cadenas y salir a experimentar algo cercano a lo que un humano vive. En una escena, Samantha tendrá una idea (no la revelaré, por supuesto) para poder experimentar el amor físico con Theodore, la cual sabemos desde el principio que fallará, pero lo interesante es ver el desarrollo de todo, el desenvolvimiento y el resultado final.





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