miércoles, 15 de julio de 2009

24 HOUR PARTY PEOPLE * * * 1/2

Michael Winterbottom logra en 24 Hour Party People, un falso documental alucinante sobre la música punk y el brit-pop de principios de los 1980.






En 24 Hour Party People (2002), Michael Winterbottom hace un recorrido por el panorama musical underground de finales de los 1970 y principios de los 1980 en Inglaterra, combinando eficazmente un disparatado estilo de falso documental, con un tratamiento visual cercano al vídeo musical. Filmada completamente con cámara en mano, la película es un ejercicio de plena improvisación para su reparto, que encarnan distintas personalidades del panorama musical del Manchester de aquellos años.

Tony Wilson (Steve Coogan), es un reportero que, al estilo de los falsos reportajes en los sketches de los Monty Pithon, gusta de realizar inusuales reportajes para televisión sobre deportes extremos o de gente con oficios peculiares (un enano domador de elefantes, por ejemplo). Wilson funda la casa discográfica Factory Records, para lanzar a la fama grupos como Sex Pistols, Joy Division o The New Order.

A la par de sus proyectos musicales, Tony Wilson conduce su programa de televisión, pero los problemas van haciendo mella en su camino, como el suicido del vocalista de los Joy División, Ian Curtis, a la par del cierre de uno de sus primeros clubs nocturnos. Esto lo llevaría después a crear “The Hacienda”, una discoteca en donde se escuchaba música de las bandas de Factory Records, como los Happy Mondays.

Wilson es una especie de Brian Epstein (descubridor y manager de The Beatles), que descubría nuevos talentos adentrándose en clubes nocturnos de aires clandestinos. A primera vista, parece que 24 Hour Party People es una película solamente para verdaderos conocedores de música pop británica de principios de los 1980. En parte es cierto, pero también ayuda a los aficionados a descubrir curiosidades, como cuando Wilson asiste al pequeño concierto que Sex Pistols dio frente a un pequeño público, donde, según cuenta el promotor, asistieron futuras figuras musicales, como el pelirrojo Micke Nuckgall, vocalista de Simply Red.

Tony Wilson gusta también de David Bowie, y se confiesa como un actor más en un filme con pretensiones documentales –según sus propias palabras. Hacia el final, la estructura argumental de 24 Hour… termina sin pies ni cabeza, pero me quedó la sensación de haber presenciado una película arriesgada, propositiva en su narrativa visual (tipografías de neón, una edición deudora de los vídeos musicales de los 1980, etc.), con delirantes imágenes que parecen bromas del director. Hay una escena en la que Wilson se observa a sí mismo como Dios, amaneciendo de una noche musical, la última de The Hacienda, llena de drogas y rock. Tony Wilson se revela a sí mismo como el impulsor de una era en la música punk y del brit-pop contemporáneo.

++Disponible en una edición del 5° aniversario, con extras como ficha técnica, ficha artística, biofilmografías, videoclip "New Order", trailers, imágenes del rodaje, featurrette "Génesis 24 hours party people", featurrette "El verdadero Tony Wilson", featurette "Interpretando a gente que aún vive", entrevistas, y un largo etcétera.

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