
El trauma de Mike es la muerte de su hija, con la imagen de sus últimos minutos clavados en la mente. Mike se encuentra escribiendo su nueva novela, y para inspirarse decide hospedarse en un hotel, donde se cree que la habitación 1408 está maldita y ocurren fenómenos paranormales, por lo que ningún huésped desea ocuparla. Tal información le es proporcionada por el mefistofélico recepcionista en turno (Samuel L. Jackson), y a pesar de la advertencia, el escritor decide tomar la llave de la habitación para probar que no son más que habladurías.
El realizador sueco Mikael Hafström, en su segundo largometraje en Hollywood, demuestra una gran

El asunto parecerá como un relato alargado de la teleserie The Twilight Zone, pero si algo demuestra Hafström es cómo se puede crear un ambiente escalofriante con pocos recursos, un mínimo de personajes y la construcción de un buen suspenso psicológico, en el que no sabemos si todo es obra de la delirante mente de Mike, o si en verdad es atacado por espíritus chocarreros dentro de la habitación embrujada.
Es evidente que por encima de los sustos que se llevará Mike, nos encontramos frente a un personaje en camino a reconciliarse consigo mismo y con su pasado, luego de pasar por duras pruebasm en las que o casi se ahoga, o casi acaba congelado. En ese sentido, el desempeño de John Cusack, un actor casi siempre desperdiciado, es notable en la desesperación que sabe transmitir, como el conejillo de indias de una fuerza obscura que busca darle una lección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario