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Shark Tale puede verse como una especie de respuesta obvia de la Dreamworks a Finding Nemo (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003), magistral producción de la Pixar, pero una respuesta distorsionada y, sobre todo, mal asimilada. Eran tan parecidos los tiburones mafiosos del filme de Shark Tale a los geniales tiburones de Finding Nemo, estos últimos asistiendo a sesiones terapéuticas para quitarse las ganas de comer peces, que las comparaciones fueron inevitables. En lo personal, prefiero mil veces más el filme de la Pixar, al churro que terminó siendo Shark Tale, sobre el cual pesó más su atractivo elenco de voces, entre los que se podían contar a Robert De Niro, e incluso a Martin Scorsese.
La película de la Dreamworks, dirigida por Bibo Bergeron, Vicky Jenson y Rob Letterman, tenía también el tema pa
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Por azares del destino, las vidas de Oscar y Lenny se cruzarán, cuando el hijo de Don Lino, Frankie (voz de Michael Imperioli), muera accidentalmente mientras persigue a Oscar, pero se formará un tremendo malentendido cuando algunos testigos crean que el pececillo mató a Frankie, por lo que empezará a ser conocido como el Mata Tiburones. Claro, Don Lino buscará venganza, mientras Oscar se aprovechará del malentendido para hacerse famoso, situación que le causará problemas con su amiga enamorada (voz de Renée Zelweger), por la admiración que despierta en una atractiva pececita (voz de Angelina Jolie).
El subtexto está más que claro: debajo de la condición vegetariana de Lenny y del rechazo de su padre, se encuentra la referencia al padre machista que no acepta a su hijo homosexual. En el trayecto, veremos los grandes esfuerzos que hará Lenny para conseguir el cariño y aceptación de Don Lino, con la ayuda de Oscar, formando así la típica pareja amistosa de una buddy-movie a la que le cuesta mucho trabajo lucir, en un filme caótico, con unos gags graciosos y otros no tanto, y saturada de personajes, algunos estereotipados, como esas medusas jamaicanas.
Shark Tale es el ejemplo de un filme animado cargado de buenas ideas, pero que sus realizadores no supieron desarrollar bien. La técnica y acabado visual es irreprochable, incluso impactante (el efecto del agua o la ciudad de los peces), pero la principal dificultad es que tenemos dos filmes en uno sólo: uno de tiburones mafiosos, que en lo personal es el menos logrado en su trama scorsesiana, y otro el de un pez pretencioso, acomplejado y falso, con sus posteriores consecuencias. Este último argumento, es el que debió de haber sido trabajado más.
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