martes, 24 de febrero de 2009

BIRTH * * 1/2

Mucho se habló de este filme antes de su estreno en Estados Unidos. Los comentarios que corrieron terminaron ensombreciéndola, al grado del morbo. Todo giraba en torno a una escena en la que, supuestamente, Nicole Kidman besaba en la boca a un inocente niño. Me preguntaba: “¿La guapa Nicole habrá ido tan lejos en nombre del profesionalismo?” Cuando pude ver Birth (2004) y la famosa escena, concluí que no era para tanto.

La Kidman y el joven actor Cameron Bright, (especialista en personajes poseídos por un aura sobrenatural) sí se dan el beso, pero no precisamente en la boca. A través de un buen trucaje en el encuadre, se nota que Nicole nada más besa, inocentemente, la mejilla de su joven colega. Fuera de esta escena, y otra en la que ambos están dentro de una tina (eso sí, muy separados), no pasa nada más entre ellos.

En su segundo largometraje, el director Jonathan Glazer (Sexy Beast) da un giro crucial, y dirige una película desconcertante en todo su planteamiento dramático. Una mujer, Anna (Kidman), vive el constante acoso de Sean (Bright), un pequeño de 12 o 13 años, que insiste en ser la reencarnación de su fallecido esposo.

Fuera de esta atractiva idea argumental, que pudo haber sido explotada más por donde quiera que se le mire, en una historia de suspenso sobrenatural, o una película romántica con flash-backs que mostraran los antecedentes de los personajes principales (al estilo de The Notebook). Birth me resultó floja de principio a fin y predecible. Si uno mira bien desde las primeras escenas, se puede ir armando el misterio sin problemas. La película es amarga, sin personajes interesantes, además de que Sean a veces me resultó insoportable y antipático. En realidad, es algo que siempre me ha causado Cameron Bright.

Mientras veía la película de Glazer, recordaba ejemplos de películas más o menos relacionadas con Birth, y que me han gustado más, como Somewhere in Time (1980), con Christopher Reeve, o Chances Are (1989), con Robert Downey Jr, la primera romántica hasta la médula, pero memorable, y la segunda, divertida y entretenida.

No se puede negar que la puesta en escena de Glazer es notable, la fotografía es buena y que la actuación de Nicole Kidman vale mucho la pena. Hay una escena de antología: Ana preguntándole al niño cómo va a “satisfacer sus necesidades de mujer”, en el caso de que llegará a creerle que es su esposo reencarnado. Fuera de esto, el filme me dejó un mal sabor de boca. El final desde la mitad se puede adivinar, y creo que en buena parte fue la causa de que este seco melodrama me desilusionara, que no me emocionara ni me conmoviera.

++Disponible en una austera edición en DVD, sin ningún extra.

2 comentarios:

Joel Meza dijo...

Alex, justamente el fotograma con el que escogiste ilustrar tu reseña es el momento más notable, en mi opinión, del trabajo de Kidman por Glazer y uno de los momentos más memorables que seguramente voy a llevar conmigo por muchos años. Una toma larga del rostro de Kidman (ya no recuerdo cuánto dura, pero creo es mucho más de un minuto) oyendo la música y reaccionando a lo que le está pasando por la mente. Además de que es uno de los rostros más bellos del cine actualmente y no me canso de verla.
De la historia, alguna vez discutiéndola con Diezmartínez coincidíamos que Glazer le sacó a llevar la historia a sus últimas consecuencias. Era una muy buena premisa y no se aprovechó. Yo sí quería algo sobrenatural o de locura; la solución de Glazer le quitó la magia a la historia.
Ah, y la actuación de Danny Huston, de antalogía; especialmente en la escena que seguramente aplaudiste por lo que dices de Cameron Bright: donde se lo nalguea. ¡Dale, Danny, dale!

Alex dijo...

Coincido contigo Joel. Es una de las tomas más logradas y memorables de la película, creo que es de las pocas cosas rescatables.

Si, a mi me encanta Nicole desde siempre, pero siento que ya se le nota el botox o algo así en el rostro. Algo se hizo, sin duda!!

Recuerdo también esa escena, en la que Danny Huston le da un escarmiento al niño. ¡Es que sentía amenazado su territorio, seguro!

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