jueves, 1 de noviembre de 2007

SPIDER-MAN 3 * * * 1/2

Spidey está tentado a pasarse al "lado obscuro".

Sam Raimi sigue manteniendo viva su saga de Spidey. Hasta ahora había poco que reprocharle. En Spider-Man 3 (2007)  seguimos teniendo a un Peter Parker (Tobey Maguire) atormentado, aunque divirtiéndose como enano con sus superpoderes; sigue sufriendo por su Mary Jane (Kirsten Dunst) y puede ser que empiece a perder suelo por su creciente fama en Nueva York, con el peligro de pasarse al “lado obscuro”. Este último aspecto fue el que más falló a Raimi en esta ocasión. Este proceso de Spidey volviéndose “malo” no ha sido tan inquietante y terrible como debiera, dando origen a escenas, más bien, simplonas, tontas. Hay una escena que parece digna de un musical de Spider-Man en Broadway: Peter, como poseído por el espíritu de Gene Kelly o Michael Jackson, quiere convertir un club de jazz en pista de baile. En fin, son detalles menores que, por fortuna, duelen poco en este nuevo filme.

La película, como sus predecesoras, es  un soberbio espectáculo sonoro y visual, que continua manteniéndonos interesados en los conflictos de sus personajes. El triángulo amistoso/amoroso entre Peter Parker, Mary Jane y el resentido Harry Osborn (James Franco), el cual regresa como la reencarnación del Duende Verde. Además, el caso del asesinato del tío Ben todavía tiene tela de dónde cortar.

Sam Raimi consigue mover notablemente los quizá demasiado numerosos engranajes de su historia, logrando extraordinarias escenas de acción, como de costumbre. Los problemas de Peter comienzan cuando una sustancia extraterrestre se le adhiere a su traje de Spider-Man, transformándolo en una versión obscura, maléfica y con deseos de venganza. El villano en turno, El Hombre Arena (Thomas Haden Church), es capaz de transformarse en una masa de arena volátil. Otros problemas para Peter serán lidiar con un Harry anhelando vengar la muerte de su padre, un insufrible fotógrafo que le hace competencia en el diario para el que trabaja, y por si fuera poco, estar a punto de perder a Mary Jane por culpa de una atractiva compañera del colegio, Gwen Stacy (Bryce Dallas Howard, bellísima).

Hay varias escenas y tiempo que le salen sobrando al filme. Pero ¿qué otra trilogía se ha mantenido invicta y éxitosa en tan sólo cuatro años? Tal vez nada más Lord of the Rings. Sam Raimi sigue impresionándo con una cinta plena de efectos especiales de primera, junto a una historia que no se ha desgastado. Una película ágil, entretenida, cinética. No deja despegar el ojo de la pantalla un minuto, con todas las piruetas y acrobacias que Spidey, como la prodigiosa creación digital que es, ejecuta columpiándose por los aires.

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