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Regreso a Moira es un relato que, si bien recurre a lugares comunes como el pueblito conservador habitado por gente llena de prejuicios, funciona en su centro dramático: los remordimientos y sentimiento de culpa que atormentan a Tomás (Jordi Dauder), un hombre maduro que regresa a su pueblito natal, para recordar el amor juvenil que vivió con Moira (Natalia Millán), una misteriosa y atractiva mujer mucho mayor, que vivía sola en las afueras del pueblo, despreciada por toda la comunidad y acusada de ser una bruja.
Un joven Tomás (Juan José “El Bola” Ballesta), luego de dedicarse a espiar a Moira junto a sus amigos, acabará por accidente atrapado por los encantos de la mujer al ser descubierto, quien vive tan sólo con un gato blanco en una descuidada casa, iniciando con el tiempo una relación sentimental, que poco a poco se irá conv
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Si algo sorprende, en primera instancia, es la gran madurez histriónica que ha ido alcanzando Juan José Ballesta, quien después de este trabajo ha cosechado buenos comentarios por sus posteriores actuaciones en Cabeza de Perro (Santi Amodeo, 2006) y Ladrones (Jaime Marques, 2007). Mateo Gil demuestra un gran dominio en las dos narraciones paralelas (la del pasado y la del presente), hasta unirlas al final en una inquietante escena, ejecutada con eficacia por el realizador, sostenida por el buen trabajo de fotografía de Yosu Inchaustegui y el diseño de arte de Félix Murcia. No es de extrañar viniendo del responsable de los finales sorpresa en Tésis y Abre los Ojos, al igual que de los amores tortuosos narrados en estos dos filmes, algo que sabe desarrollar de manera excelente Gil en sus películas.
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