martes, 25 de junio de 2019

HAPPY AS LAZZARO

¡LEVANTATE Y ANDA!          Adriano Tardiolo. 
El escenario, es la campiña italiana, el tiempo, poco importante. Desde el inicio, Lazzaro Felice, tercer largometraje de la realizadora Alice Rohrwacher, te lleva a otro tiempo y a otra época; uno muy típico del cine italiano de la época de oro de Fellini y Rossellini, de campesinos y granjeros felices. En una plantación de tabaco, un grupo de campesinos trabajan bajo las órdenes de la marquesa Alfonsina De Luna (Nicoletta Braschi), quien los explota junto a su esposo, el encargado de recolectar las ganancias. Ahí, el Lázaro del título (Adriano Tardiolo) logra captar nuestra atención, no precisamente por ser el más parlanchín de la comarca, sino por ser el silencioso inocente del pueblo (con el particular nombre de "Inviolata"), que apenas y pronuncia unas líneas, y del cual todos quieren sacar ventaja.
Todo irá lejos -demasiado lejos-, cuando a Tancredi (Luka Chicovani), el hijo "marqués" de Alfonsina, se le ocurra orquestar un falso secuestro para chantajear a su madre, poniendo a Lázaro como el autor del crimen. Parte un relato tradicionalista, parte una alegoría religiosa (la misma Rohrwacher escribió el guión), con referencias obvias a la historia bíblica de la resurrección de Lázaro, el filme está cargado de un carisma especial, gracias a la suma naturalidad del grupo de actores (la mayoría no profesionales, muchos deben de ser campesinos reales). Con suma facilidad, la realizadora inyecta a la película un toque de realismo mágico "a la italiana", que tiene su punto culminante justo cuando la farsa del secuestro termine complicándose y se salga de control, en tanto una tensa amistad dominante entre Tancredi y Lázaro empieza a formarse. No es revelar mucho el decir que Lázaro, como en la Biblia, muere y luego resucite. Lo interesante, es que el pobre se encontrará a sí mismo, inexplicablemente, en el futuro. Como si Lázaro se hubiera ido por el "túnel del conejo", amanece en una realidad pesadillezca, cruda y triste, como en una distopia fuera de su comprensión; él siendo el mismo joven, mientras que los niños de su pasado ahora son adultos, y los adultos son viejos.
Decir más sería romper el hechizo en el que está envuelta la historia. La combinación de actores no profesionales y nombres conocidos, como Alba Rohrwacher (hermana de la realizadora), Sergi López, etc., funciona muy bien. Mientras quizás haya algunos que encuentren inaccesible la segunda mitad, con la cual es difícil de conectar, o demasiado gris su reinvención del neorealismo italiano a la Fellini, será imposible no sentir cierta fascinación por la historia. No explota sentimentalismos en los que la película pudo haber caído. Lo cierto, es que te va atrapando poco a poco, con una magia surreal propia y muy particular. 
⭐️⭐️⭐️⭐️

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