viernes, 26 de junio de 2009

EL CARTEL...CLÁSICO.

El cartel de Mishima: A Life in Four Chapters (1985), está conformado por un retrato de Ken Ogata, de gran fuerza expresiva, y el uso de colores simbólicos de Japón, como el rojo y el blanco.

Se ha reestrenado esta semana Mishima: A Life in Four Chapters (1985), una de las películas más importantes en la filmografía de Paul Schrader, en una edición remasterizada. La película es una adaptación de la novela biográfica de Yukio Mishima, el escritor japonés más controversial de la postgerra, y su reestreno es una buena oportunidad para revisar el cartel. Recuerdo el profundo impacto que causó en mi niñez ver el cartel, que hasta la fecha sigo recordando, al igual que el de E.T., Amadeus o Mefisto.

Es verdad que he dicho en varias ocasiones, que no me convencen mucho los carteles que dependen fuertemente de una fotografía, pero el cartel de Mishima puedo considerarlo una de esas contadas excepciones. La fuerza del retrato de Ken Ogata (fallecido en octubre del año pasado), actor del filme, habla por sí misma. Su fuerza reside en la expresión facial y poder en la mirada, la cual se te queda grabada en la mente desde el instante que miras el cartel por primera vez. De hecho, pertenece a un still de la película.




Par de extraordinarios carteles de formato horizontal, que tienen en común un mejor diseño tipográfico del título (simulando la caligrafía shodo), realizados con técnica de fotomontaje e inspirados en la pintura japonesa.

El retrato de Ogata se ve reforzado estéticamente con retoques, hecho de una manera más artesanal desde el mismo laboratorio fotográfico, en la época anterior al Photoshop y en donde la habilidad de los diseñadores y fotógrafos residía más en el trabajo de laboratorio. Además de pasar el retrato del color al blanco y negro, se agregaron destellos en los bordes del cuerpo para dar una característica simbólica a la foto, en colores que denotan fuerza física y espiritual, esta última en el destello blanco alrededor de la cabeza, mientras que la primera es simbolizada en los destellos rojos en los hombros y cuello.

Lo mejor, es que tenemos un cartel que no necesita de estar sobrecargado de elementos, tan sólo de un retrato perfectamente ejecutado, reencuadrado y pasado al blanco y negro para reforzar así sus sombras, que acaban fundiéndose con el color negro base del cartel. Otro punto clave del cartel, es la banda que tiene atada Ogata en la cabeza, la cual se cuidó en el retoque para que conservara un color blanco más puro (color simbólico en Japón), con algo también de ese destello rojo a los lados.

Por último, mencionar que topográficamente es un cartel limpio. He visto carteles de Mishima sin los créditos en la parte inferior, pero todos coinciden en los créditos en la parte superior, para Francis Ford Coppola y George Lucas como productores, y debajo a Paul Schrader, mientras que el diseño tipográfico del título intenta emular la caligrafía japonesa shodo, con trazados gruesos, inestables al ser caracteres latinos y de mucha fuerza expresiva en los bordes en esas salpicaduras. Da la sensación de que están escritos con sangre, debido al color rojo con el que está coloreado el título, un color que, además de ser muy característico de Japón por el gran circulo rojo de su bandera (que simboliza al Sol), el diseñador lo usa por su fuerza estética y simbólica en el cartel.

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