lunes, 20 de septiembre de 2010

LEÓN Y OLVIDO * * * 1/2

Guillem Jiménez y la multipremiada Marta Larralde en "León y Olvido"
Quizá la más clara inspiración de León y Olvido (España, 2004), tercer largometraje del realizador gallego Xavier Bermúdez, sea Rain Man (1988), aquel sensible relato sobre cómo un hermano oportunista, dueño de un negocio de autos de lujo (Tom Cruise), se ve en la necesidad de cuidar a su hermano mayor autista (Dustin Hoffman). Con todas las dificultades que conlleva esta experiencia, ambos hermanos reencuentran sus lazos afectivos y su pasado familiar. Ambientada en Galicia, la película sigue de una forma parecida los pasos de la premisa de aquel filme de Barry Levinson.

Olvido (Marta Larralde), una chica amargada que trabaja como costurera, tendrá que hacerse cargo de León (Guillem Jiménez), su hermano con Síndrome de Down, debido a que la institución especializada en donde vive ya no quiere tenerlo a causa de su rebeldía. León ha sido expulsado de varias instituciones, por lo que es imposible encontrar otra que quiera recibirlo. Por lo tanto, Olvido tendrá que llevárselo a vivir a su casa y cuidarlo, con el problema de que vive al día y apenas le alcanza su sueldo para ella sola.

En León y Olvido, escrita por el mismo Bermúdez, veremos los fallidos intentos de la ambigua Olvido por deshacerse de su hermano desde el primer minuto, sea tratando de provocarle un accidente, darle alguna bebida que lo intoxique, abandonarlo en medio de la carretera, o intentar lo más extremo que uno pueda imaginar. A ratos, Olvido se puede comportar de manera cariñosa con su hermano, leyéndole historias o jugando en la cama antes de dormir, todo en un estira y afloja emocional-sentimental desconcertante.

No estamos ante un filme chantajista, que nos haga sentir lástima por León, cosa que cuida en todo momento Bermúdez. Todo lo contrario. León será un ejemplo a seguir de independencia y fortaleza para valerse por sí mismo, ante la negativa de su hermana de ayudarle a vestirse o acompañarlo a la escuela especializada. La película es un retrato muy humano y sincero de las personas con Síndrome de Down, salpicado de muchos momentos de humor (ese amigo de León, también con Síndrome de Down, con anhelos de ser político) y otros intrigantes, como los constantes enfrentamientos entre León y Olvido, en los que él tratará de hacer valer su independencia ante su hermana, su dignidad. “¡No soy un niño!”, le gritará.

El punto central del sencillo argumento, será la inestable relación entre hermano y hermana, envuelta de un impulso incestuoso de León hacia Olvido. A uno no le queda más remedio que asumirlo como efecto de su discapacidad. No hay duda que Guillem Jiménez se roba la película, a pesar de que Marta Larralde ganó varios premios por su actuación (Mejor Actriz en el Festival Cinespaña de Toulouse, Mejor Actriz en el Festival de Cine Independiente de Ourense, Mejor Actriz en el Festival de Karlovy Vary), gracias al amargo retrato que logra de una joven desesperada por su soledad, su falta de recursos, su inherente crueldad impulsada por esa misma desesperación. Ahí, creo yo, está uno de los puntos endebles y delicados del filme. A vecesn, Olvido le expresa cariño a León, pero nunca parece sufrir por estar orillada a tomar una decisión tan desesperada como matarlo.

A pesar de lo patética que pueda parecernos Olvido, en sus absurdos y fallidos intentos de matar a León, siento que Bermúdez nunca encuentra una justificación lo suficientemente fuerte y clara para esa decisión, más que la falta de recursos económicos de ella. Pero si el destino se muestra siempre a favor de León, no será así con Olvido, como se muestra en el plano final del filme, donde la vemos resignada, acabada y triste por estar destinada a cuidar a su hermano.

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