jueves, 21 de febrero de 2008

DVD: ALI ZAOUA, PRINCE DE LA RUE * * * 1/2

Príncipe de Casablanca (Ali Zaoua, Prince de la Rue, Francia-Bélgica-Marruecos 2000) sigue la línea de filmes con niños marcados por un entorno social cruel y conflictivo, como en Los Olvidados (Luis Buñuel,1950), por mencionar un ejemplo. De hecho, Príncipe de Casablanca guarda muchas semejanzas con la película del legendario director aragonés. Es muy probable que Nabil Ayouch, el realizador de este conmovedor filme, que tiene como escenarios los barrios más pobres de la ciudad marroquí de Casablanca, haya tomado como modelo Los Olvidados, para crear una película sobre las desventuras de cuatro niños, que guardan luto por Ali, su amigo muerto. Al igual que en aquella película, el chico cae muerto por la pedrada que cobardemente le da otro, aprovechando su descuido. Los chicos intentan conseguir dinero para darle un entierro digno a su compañero, mientras su cuerpo lo mantienen celosamente oculto en un agujero profundo, en los astilleros del puerto.

Dib (Said Taghmaoui), el chico de mayor edad (cual "Jaibo" de Los Olvidados), es el líder de una gran pandilla, que a pesar de tener cierta incapacidad mental, abusa sexualmente de los más pequeños para someterlos a su volunta. Dib es el asesino de Ali. Su mejor amigo, Kwita (Mounim Kbab) fue testigo del homicidio, y (en una de las escenas más impactantes y sensibles de la película) llevará el cadáver de su amigo por las calles en una especie de cortejo fúnebre, junto a sus dos amigos, Omar (Moustaph Hansali) y Boubke (Hicham Moussoune).

Es claro que ninguno de los niños es actor profesional, pero dejan ver un natural desenvolvimiento frente a la cámara y dotan a sus personajes de matices y un lenguaje corporal propio. Más que ofrecer una actuación, los niños comparten un espacio que ya les pertenece, dentro del cual permiten que la fantasía, la magia y la aventura convivan al lado de la miseria en la que viven. Todos estos elementos tratan de equilibrarse, con secuencias animadas que dan forma a las fantasías de Kwita, combinadas con el paisaje urbano que conforma su entorno.

El filme estuvo nominado como Mejor Película Extranjera el 2001, una mezcla de ambientes funestos y alegrías amargas, de lealtad y traición. En efecto, lo que en un principio se revela como un retrato documental sobre la problemática de los niños de la calle en Marruecos, la “otra cara” de Casablanca con toda su miseria y dolor, luego irá pisando tímidamente los terrenos de la fantasía en los delirios de Kwita. Justo cuando nuestros protagonistas oculten el cadáver de su amigo, la película da un giro, integrando perfectamente un relato de amistad, heroísmo, honor y denuncia social.

Alí es (al menos para sus amigos) un héroe involuntario, y así lo sentimos mientras vemos su cuerpo navegar hacia el horizonte, dentro de una barcaza construida por Kwita, hacia la "Isla de los dos soles", que tanto anhela conocer. La crudeza del filme se percibe como un homenaje hacia todos aquellos niños que tienen a la calle como hogar.

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