viernes, 7 de marzo de 2008

THE KITE RUNNER * * * *

En países de Oriente como China, Japón o Afganistán, fabricar y volar cometas es un arte y un deporte. En The Kite Runner (E.U., 2007), séptimo largometraje del realizador germano Marc Foster (Monster Ball, Finding Neverland, Stranger than Fiction), que en su todavía corta filmografía no ha conocido un tropiezo o fracaso serio. Adaptación de la novela homónima del escritor afgano Khaled Hosseini, en el relato se nos da a conocer el trabajo del que podría llamarse “asistente” de un volador de cometas, que da título al libro. En las emocionantes competencias que tienen lugar en un barrio de Kabul, los voladores de cometas tratan de derribar a sus contrincantes hasta que no queda más que uno. El que asiste al ganador, debe ir corriendo a rescatar la cometa derribada, especie de trofeo.

Amir (Khalid Abdalla), joven escritor afgano residente en E.U., recuerda su infancia a finales de los 1970 en Kabul, luego de recibir la llamada de un conocido lejano del pasado. En aquel entonces, Amir llevaba una entrañable amistad con Hassan (Ahmad Khan), hijo de uno de los empleados domésticos en su enorme residencia, el primero era un experto volador de cometas y el segundo su “asistente”, han ganado no pocas competencias, y en sus ratos libres escuchan las historias que Amir escribe en su diario.

Sus vidas tendrán un giro cuando, luego de ganar una competencia, Hassan es violado por un chico xenófobo, dedicado a estar molestándolo por su condición de inmigrante, todo ante los ojos de Amir, quien escondido miró el hecho sin haber intentado ayudar a su amigo. En adelante, Amir tratará como apestado a su mejor amigo, y hará que sea echado junto a su padre, ante el desconcierto del honorable padre del primero (el buen actor Homayoun Ershadi). Sin embargo, la invasión rusa hará que Amir y su padre dejen todo para emigrar a los E.U.

Censurada en Afganistán por le hecho de mostrar una violación, lo anterior apenas y es una parte de la enorme historia narrada en The Kite Runner, en la que llevaremos junto a Amir ese remordimiento y cargo de conciencia hasta su madurez, esa traición al que fuera su mejor amigo. The Kite Runner está emparentada por mucho con otro melodrama generacional similar, The Namesake (Mira Nair, 2007), en el que sus jóvenes protagonistas se veían envueltos en dilemas sobre la identidad cultural, las tradiciones y los valores familiares; por haber dejado atrás el terruño y enfrentarse a una nueva cultura en un país diametralmente distinto.

Aunque producción estadounidense, la película está hablada en tres dialectos afganos (dari, pashtu y urdu), y ofrece un retrato político y social de la Afganistán hasta la época del derrocado gobierno talibán, así como un análisis sociocultural sobre la integración de unos inmigrantes del medio oriente en los E.U. La película no deja de ser el acostumbrado retrato complaciente de los E.U. como el país de las oportunidades, la tierra en donde un personaje como Amir puede encontrar la paz y tranquilidad anheladas. Claro, Amir tendrá que pasar antes por duras pruebas para tener un ajuste de cuentas emocional con su pasado.

La película tiene un inevitable toque dulzón y familiar, aunque es emocionante a ratos con las escenas de la competencia de cometas (logradas con tecnología digital), y el reparto me pareció muy competente, en especial sus actores infantiles, junto a una ambientación y producción magníficas.

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