miércoles, 12 de marzo de 2008

CINE ANIMADO: GULLIVER'S TRAVELS * * * 1/2

Luego del gran éxito comercial y de crítica que representó Snow White and the Seven Dwarfs (David Hand, 1937), de la casa Disney, la Paramount no se quiso quedarse atrás y sacó su propia adaptación de una historia clásica: Gulliver’s Travels (Fleisher, Bowsky, Calpini, et al, 1939), de la novela de Jonathan Swift. El productor Max Fleischer tuvo que conseguir financiación para el proyecto y comprar los derechos del libro, para, una vez conseguidos, darle la dirección del filme a su hermano Dave Fleischer.

La película tan solo se enfocaba en uno de los varios episodios del libro, de los más emblemáticos: la llegada de Gulliver a la tierra de Lilliput, con sus pequeñísimos habitantes del tamaño de un pulgar, que amarraban a Gulliver a la arena y lo llevaban ante su rey Pequeño. Sin embargo, la adaptación distaba mucho de ser fiel al libro original.

Mientras el capítulo original en el libro de Swift intentaba ser una capciosa metáfora bélica y política del siglo XVIII, la adaptación hecha por los guionistas Don Gordon, Ted Pierce, Edmond Seward e Izzy Sparber, se decantó por convertir la historia en un cuento de hadas romántico, en el que un príncipe, David (voz de Lany Ross), hijo del rey Pequeño, está a punto de casarse con la princesa Gloria (voz de Jessica Dragonette), hija del rey Bombo de Blefuscu. El problema, es que por un pleito entre ambos monarcas la boda termina por frustrarse.

Este largometraje animado de la Paramount, estuvo lejos de igualarse o superar a Snow White..., y aunque la calidad de la animación era buena, acababa copiando mucho el estilo de la Disney. Por ejemplo, esa secuencia en que los lilliputienses le fabrican a Gulliver un traje nuevo, los pequeños seres cantan y trabajan igual que los enanos de Snow White en las minas. La parte musical no era muy atractiva, acababa siendo floja, convencional y similar a la de cualquier corto animado común de los 1930, sin que destacará alguna de las canciones, como “All’s Well”, “It’s a Hap-Hap-Happy Day”, etc., tomando en cuenta que el pleito entre los reyes tenía que ver con una canción incómoda para uno de ellos.

Lo que destacaba era un intento experimental de los animadores por darle un logrado realismo al relato de Swift, cuidado en todos los movimientos de los personajes, las expresiones y movimientos faciales, logrado con una técnica típica de la época: “calcar” los movimientos de un actor real. David y Gloria gozaban de movimientos muy naturales, aunque sus rostros no tanto. El inicio no estaba nada mal. Esa tormenta que hace naufragar a Gulliver estaba lograda para su época, aunque la secuencia más atractiva del filme era aquella de la fiesta y baile. El baile que el rey Pequeño hacía con la mano de Gulliver era sumamente original, los efectos de luz y sombra en el gigantesco personaje eran magistrales.

Desgraciadamente, el punto débil de la película era ser demasiado superficial, en aras de ser cómica y entretenida, que lo terminaba siendo, sin duda. Muchos personajes eran pobres, poco trabajados, como el desaprovechado Gabby (voz de Pinto Colvig), el histérico hombrecillo que encuentra a Gulliver en la playa, y que intenta siempre ser un héroe y destacar, sin nunca conseguirlo. Con todo, estamos ante un clásico de la animación, digno de revisarse cada vez que se tenga oportunidad.

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