lunes, 15 de octubre de 2007

DVD: CHANGING LANES * * *

En Changing Lanes (E.U., 2002) el detonante de la historia es un choque entre dos automovilistas, en un "freeway" neoyorkino de alta velocidad. Uno de ellos, Gabin Banek (Ben Affleck), abogado y socio de un prestigioso bufete, tiene en sus manos el caso sobre la defensa de una sociedad benefactora, en disputa con los herederos del fundador de la misma. Apurado para llegar al juzgado, pierde el control del automóvil, impactándose con el automóvil del menos afortunado Doyle Gipson (Samuel L. Jackson), quien por pura mala suerte queda parado contra un montón de contenedores viales.

Gipson se dirige al mismo juzgado donde Banek llevará su juicio, el primero peleando a su ex-esposa la custodia de sus hijos. Por las prisas, Banek sólo le dará un cheque en blanco a Gipson para cubrir los daños, para luego salir corriendo en su automóvil intacto. Sin embargo, confundido por la situación, Gipson descubre que Banek ha olvidado una carpeta con documentos importantes para su juicio. Debido a este incidente, ambos pierden sus respectivos casos en el juzgado. Por ello, Banek tratará de recuperar su carpeta, generándose así una serie de enfrentamientos entre él y Gipson, el primero, en su desesperación, se hará de todos los medios a su alcance (por deshonestos y maquiavélicos que puedan ser) para hacer que Gipson le devuelva sus documentos, quien se defenderá de las artimañas de Banek, sin conseguir otra cosa que poner las cosas más difíciles.

Dirigida por el sudafricano Roger Michell (Un Lugar Llamado Notting Hill/1999, Persuasión/1995, el discurso que pretende transmitir en Changing Lanes es el de cómo sería una sociedad sin leyes ni reglas, en donde cada quien actúa arbitrariamente para conseguir lo que desea. Nada impedirá a los irracionales e impulsivos Banek y Gipson para conseguir lo que quieren a costa de su propia integridad, aunque este mensaje a veces queda diluido por una batalla campal que llega a parecer, algo así como la eterna lucha entre el Coyote y el Correcaminos de los Looney Toones, perdiéndose toda credibilidad. En ese sentido, los personajes secundarios son quienes vienen a sostener más el caricaturesco asunto.

En medio de todo cabrán incluso discursillos, algo volátiles, como el del racismo, la infidelidad o la ética profesional, que hacen confuso el enfoque sobre la “ley y el orden". Michell lleva la película a transitar tímidamente por los senderos de la crítica social, abarcando desde el sistema jurídico hasta los medios de comunicación (incluyendo a la publicidad).

Samuel L. Jackson interpreta con su habitual eficacia a un hombre al borde de la locura, debido a su situación de alcohólico en rehabilitación, y sus problemas de personalidad neurótica, en la línea del Michael Douglas de Falling Down (Joel Shumacher, 1993). En cuanto a Ben Affleck, estamos ante uno más de sus trabajos en los que quiere medirse ante papeles más serios y con mayor demanda dramática. William Hurt interpreta en un pequeño papel al amigo de Gipson, engrosando el buen cuadro de actores secundarios que, indudablemente, se llevan la película.

Aunque parezca que toda la mala suerte recae sobre el hombre negro, es decir, Gipson, la película no es un alegato contra el racismo, sino una crónica moralina, altamente discursiva, acerca de la ética profesional en el incipiente siglo XXI, pero que no está peleada con el puro entretenimiento palomero de fin de semana. En serio, el filme aunque lucha por ser tomado en serio, es bastante entretenido.

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