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El fuerte del trabajo de Camus, será más evidente en su buena mano para dirigir a sus actores, que en su guión. La historia podrá irse poniendo predecible con el paso del tiempo, pero no hay duda que la capacidad de Carmelo Gómez y su imperturbable rostro, así como la buena actuación de la guapa actriz italiana Claudia Gerini, con su fría y maliciosa presencia en pantalla, mantienen a flote una película a ratos irregular, a ratos algo dispareja.
La película abre con la ejecución de un hombre amagado y con los ojos vendados, en medio de un bosque a principios de los 1980. Antes de morir de un disparo en la cabeza, el hombre alcanzará a pronunciar el nombre de una mujer. Muchos años después, tenemos a un paranoico hombre, Pablo (Gustavo Salmerón) viviendo en Dinamarca en un estado de alerta constante y con un revolver, junto a su novia (Ingrid Rubio), ya que cree que alguien lo busca para asesinarlo.
Mientras tanto, en la costa de Cantabria, Martín vive una rutinaria y solitaria existencia e
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Lo que vendrá es un relato sobre el ajuste de cuentas emocional que Pablo hará con su pasado y presente. No estaremos por supuesto ante un film-noir, pero el guión de Camus sigue al pie de la letra los elementos y convenciones de un típico film-noir: Pablo, de personalidad noble e inocente, busca encontrarle sentido a su existencia encontrando una verdad oculta de su pasado y con el amor de una mujer, que acabará siendo la típica femme fatale de algún clásico film noir de Hollywood. Los conocimientos de un psiquiatra (el argentino Miguel Ángel Solá), exiliado de la dictadura argentina en los 1980, serán la guía y voz de la experiencia en toda la historia.
La Playa de los Galgos es una película sobre la venganza y cómo golpea a la larga la violencia y el terrorismo, formando una cadena interminable que parece no terminar nunca, tal y como parece sentirlo Martín mirando al horizonte mientras sus galgos pasean en la playa, en el plano final de la película.
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