miércoles, 9 de enero de 2019

SPIDER-MAN: INTO THE SPIDER-VERSE

El universo extendido de Spider-man.
Spider-Man: Into the Spider-Verse no es nada que se haya visto antes en un filme de Spiderman, y vaya que hemos tenido bastantes. Es la apuesta por una película animada sui generis del Hombre Araña, y aunque existe una serie de animación, Into the Spider-Verse la hace palidecer. Ninguna podría ser tan extraña, bizarra, visualmente delirante, y al mismo tiempo, contar una historia interesante.
Spider-Verse es fabulosa, así como la mejor película animada del año. Dirigida por Bob Persichetti, Peter Ramsey, y Rodney Rothman (producida por Sony Pictures Animation), la experiencia de ver Into the Spider-verse es muy cercana a hojear un verdadero cómic. En algunas secuencias, la pantalla está dividida en viñetas, a un ritmo frenético. Son muchas cosas las que pasan al mismo tiempo en la pantalla, pero todo acaba teniendo un sentido y coherencia impresionantes.
La historia (adaptación de un cómic del 2014) pone en el centro a Miles Morales (voz de Shameik Moore), un chico mitad afroamericano, mitad latino, que es además un talentoso artista. Miles admira al Hombre Araña, sentimiento que no es compartido por su padre (voz de Brian Tyree Henry), un oficial de policia que piensa que Spidey, más que ayudar a la sociedad, es un peligro como "vigilante". Con quien Miles tiene más afinidad, es con su tío, Aaron (voz de Mahershala Ali), también con sangre de artista y afición por el arte callejero.
Sin embargo, todo cambia para Miles cuando es picado por una araña radioactiva, adquiriendo poderes arácnidos. Luego de una serie de complejas circunstancias, que involucran la muerte de Peter Parker (que aquí es rubio), Miles termina siendo el pupilo de... el Spider-man original. No precisamente el Spider-man que pertenece al universo de Miles, sino del verdadero Peter Parker (voz de Chris Pine), algo más viejo, barrigón, y aficionado a la comida chatarra.
El cruce de este y otros universos paralelos "spidermanianos", traerán otras versiones más extrañas de Spider-man. Así, tendremos un Spider-Ham (como un Porky disfrazado de Hombre Araña), una Penny Parker (una Spider-girl estilo cómic manga, acompañada de un robot), y un Spider-noir (Nicolás Cage), o sea, un Spider-man monocromático, como sacado de un antiguo film-noir. Este caos cuántico se debe a una máquina inventada por una científica, Doc Ock (Kathryn Hahn).
Es un verdadero reto describir la trama. En pocas palabras, en la película se le da la vuelta a la clásica historia que todos conocemos, para convertirla en una trama de "maestro-aprendiz" (Miles tiene que aprender a controlar y usar sus nuevos poderes); y además, pasada por un prisma muy nerd, que acaba refractándola en cinco versiones distintas. Es ver la clásica historia a través de un caleidoscopio armado por Andy Warhol y Roy Lichtenstein (la secuencia final de créditos es como una pequeña pieza de arte pop, y recomiendo quedarse hasta que las luces se enciendan). Los fondos de ciertas escenas tienen los colores desfasados, como si se tratara de una película en 3D.
Lo más admirable, es que la película jamás se toma en serio a sí misma, siendo una muy cómica revisión paródica del universo fílmico de Spider-man. Pero dentro de toda la espectacularidad visual del filme, en su epicentro hay una gran historia, sobre relaciones paterno-filiales, y la crisis de la adolescencia. 

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