jueves, 17 de mayo de 2012

CAST AWAY * * * *

Tom Hanks y Wilson.

Esta película de Robert Zemeckis puede ser dos cosas: un comercial de 2 horas de FedEx y una revisión moderna del clásico de la literatura Robinson Crusoe, de Daniel Dafoe. Una de sus grandes diferencias con respecto al libro, es que el náufrago, interpretado por Tom Hanks, se encuentra en total y completa soledad. Esa soledad será el mayor obstáculo que tenga que superar. No tendrá un fiel nativo que le haga compañía llamado Viernes, ni una sola alma que le acompañe. Chuck (Hanks) trabaja para FedEx como gerente ejecutivo. La película abre con una escena en Moscú, en donde se nos da, en cuestión de minutos, de una eficiente y económica manera, la descripción de su personalidad: un sujeto para el cual la calidad del servicio es primordial. El sinónimo de calidad para Chuck es la suma rapidez en la entrega de la paquetería. Ahí vemos a Chuck, enseñándole a los rusos cómo deben hacer mejor su trabajo. Su vida transcurre entre viajes por todas partes del mundo y en una obsesión por el tiempo increíble.

A pesar del obvio product placement, la película destaca por ser un relato de sobrevivencia en las condiciones más adversas y desesperantes. Chuck acaba atrapado en una isla de algún punto del Pacífico, luego de que el avión en el que viaja cae al océano (la escena es espectacular). Todo pasa justo en Navidad, teniendo planeado proponerle matrimonio a su novia (Helen Hunt) para Año Nuevo. Sin embargo, Chuck naufraga en la isla, único sobreviviente de la tripulación, teniendo a su disposición  nada más su inteligencia, su fuerza de voluntad y unos paquetes que puede rescatar. Más de la mitad de la película es la vida de Chuck en la isla. Contrario a lo que pueda parecer, el relato es absorbente cada minuto. Es el suspenso por saber qué será de él, cómo acabará, si será rescatado o no, en pocas palabras, si será capaz de sobrevivir esta aventura no nada más física, sino emocionalmente. Vive con el recuerdo de su novia cada día, sin saber si la volverá a ver o no.

Es una de las mejores actuaciones de Tom Hanks, la más demandante físicamente hablando. Vemos a Chuck perder kilos (interesante ver lo que una dieta basada nada más en coco y pescado pueden hacer), acabar bronceado por el sol y, con el paso del tiempo, verlo con el cabello y barba largos. Con los años, lucirá como un verdadero nativo de la isla, un hombre casi de la prehistoria y experto cazador. El maquillaje y, en general, la caracterización y transformación de Chuck, son algo de lo más interesante en el filme. ¿Su estado mental? Mucho más interesante todavía. Luego de un tiempo considerable, vemos a Chuck rozar la fina línea entre la cordura y la locura. Puede parecer material para parodia, pero el sostén del hombre será una pelota de volleyball, a la que bautizará "Wilson" (más product placement, apuesto que las ventas de las pelotas marca Wilson habrán subido con la película). En ella pintará un rostro con su propia sangre. Es cierto, Chuck no hace más que hablar consigo mismo, con sus pensamientos. Pero la premisa es magnífica: el ser humano, en su sano juicio, necesita siempre de compañía, por más ridícula o imaginaria que esta pueda parecer.  

2 comentarios:

Neurotic Marianita dijo...

Es una de las películas mas entrañables, a mi parecer, de Hanks. Cuando tiene que decidir entre Wilson y la balsa, es conmovedor hasta la médula.

Alex dijo...

Sí, es increíble lo que una pelota puede provocar :)
Es una de las escenas más memorables de la película.

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