viernes, 10 de junio de 2011

THE SOUND OF MUSIC * * * 1/2


Julie Andrews en "The Sound of Music".

La historia narrada en The Sound of Music (1965) no podía ser más predecible. A pesar de todo, su tercer acto tiene un par de sorpresas que le quitan de encima un poco de miel y melcocha. Junto a Mary Poppins y Victor Victoria, The Sound of Music es de los mejores musicales protagonizados por Julie Andrews. Robert Wise hizo de esta historia (de casi 3 horas de duración), ambientada en Salzburgo, Austria, antes de la ocupación de Hitler, un disfrutable musical donde casi ningún personaje se queda sin la oportunidad de cantar. Julia Andrews no nada más dio voz sino personalidad a canciones pegajosas como “Do-Re-Mi” (la cual canté hasta al hartazgo en el colegio), “The Sound of Music” y “Edwelweiss”, con música de Richard Rodgers y letras de Oscar Hammerstein, las cuales eran o pretendían ser inspiracionales.

Se echa en falta coreografías más complejas y atractivas (Wise dirigió uno de los mejores musicales del cine, “West Side Story”). Pero eso no impidió que Wise se llevara el Oscar a Mejor Director. Como en Mary Poppins, Julie Andrews, una chica en proceso de convertirse en monja, llega a una residencia para ser la tutora de 7 niños con fama de problemáticos. Era difícil creer que la guapa Charmian Carr aparentara 16 años (en realidad tenía 23), pero en general el grupo de niños era carismático.

Lo que no es complicado predecir, es que la vocación religiosa de Maria, nuestra tutora en cuestión, se verá a prueba cuando conozca al padre de familia, el capitán Von Trapp (Christopher Plummer, con impecable acento británico y…cantando). Aunque su diseño de producción es algo pobre, el filme tiene pintorescos paisajes de la campiña austriaca, así como un simpático número musical protagonizado por marionetas. Un cuento de hadas -nazis incluídos- en toda la extensión de la palabra.

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