viernes, 29 de octubre de 2010

BIN-JIP * * * 1/2

En "Hierro 3", los personajes tienen una extraña manera de practicar golf.

El otrora pintor convertido en cineasta, el surcoreano Ki-Duk Kim (o Kim-Ki Duk, según la forma occidental), ofrece en Hierro 3 (Bin-jip, 2004) una fábula romántica que, a pesar del encanto con el que dota a su par de silenciosos personajes, llega a ser en ciertos momentos tan sádica y masoquista como casi cualquiera de sus anteriores trabajos.

El protagonista es un chico (Jun-kyoon Lee) que gusta de meterse en casas ajenas, para pasar algunos días ahí, comer, bañarse y dormir, a cambio de reparar los objetos descompuestos que encuentre en el lugar. Mientras, el chico trabaja entregando publicidad de puerta en puerta. El título del filme -enigmático como de costumbre- alude al palo de golf número 3, deporte por el que el protagonista tiene una extraña obsesión, al grado de practicarlo en la calle amarrando la pelota a un árbol. Esta extraña afición lo lleva a cometer un fatal accidente, punto de partida para una torturante travesía existencial y traumática.

El joven en cuestión, en una de sus aventuras dentro de una lujosa residencia, conocerá a una tímida chica, Sun-hwa (Seung-yeon Lee), quien vive enclaustrada y bajo los abusos físicos y verbales de su mucho mayor esposo (Hyuk-ho Kwon). Luego de darle una “lección” de golf al marido, usándolo como blanco para sus swings (una sádica acción que se repetirá varias veces durante la película), Sun-hwa escapará con el chico hacia una travesía citadina irrumpiendo en varias casas. En una de ellas encontrarán algo que cambiará sus planes por completo.

Hierro 3 está lejos de ser uno de los filmes más logrados de Kim Ki-Duk. No estamos ante una historia sorprendente y filosófica como “Primavera, Verano, Otoño e Invierno y...Primavera (2003)”, o que se preocupe por explorar cuestiones morales y religiosas, como en “Samaritan Girl” (2004). En Hierro 3 el sadismo llega a ser culposamente gracioso, como en las escenas de la prisión, o algo gratuito, como la peculiar venganza que inicia nuestro protagonista.

En esta película no falta el extremo cuidado formal que Kim Ki-Duk imprime a cada uno de los planos (la toma del beso final es magistral). Aunque puede decirse que, argumentalmente, lo que tenemos es un ejercicio irónico, divertido, sin muchas pretensiones, en el que lo más apabullante y, por igual, sorprendente, es el misterioso chico, que con el paso del tiempo empezará a tomar rasgos fantásticos inimaginables.

Los extras incluyen el tráiler, el "Cómo se hizo", "Festival de Venecia", ficha técnica, ficha artística, y filmografías destacadas.

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