jueves, 18 de junio de 2009

DEAD MAN * * * * 1/2

Jim Jarmush consigue un atípico western, donde su personaje principal se introduce en un viaje iniciático de manos de un extraño indio.




Dead Man (1995), una de las películas más atípicas de Jim Jarmush, parece haber sido producida hace 40 o 50 años, época de oro de los westerns. Su bella fotografía en blanco y negro a cargo de Robby Müller, le da esa cualidad visual antigua, pero sus personajes definitivamente pertenecen a otro mundo, un mundo atemporal, el mundo de Jim Jarmusch. Personajes humorísticos, otros que gustan de dialogar y dialogar, y uno de ellos, William Blake (Johnny Depp), es un despistado contador que empieza con el pie izquierdo su largo viaje de Cleveland al pueblo de Machin, en el lejano oeste, por un puesto de trabajo que ya ha ocupado otro.

El personaje de Johnny Depp es uno que marcó buena parte de su filmografía en los 1990: el tipo asustadizo, de pinta vulnerable y que atrae los problemas casi de manera inherente. De la noche a la mañana, William Blake se convierte en uno de los hombres más buscados de toda la región, luego de asesinar en defensa propia al hijo de uno de los hombres más poderosos del pueblo, John Dickinson (pequeña participación de Robert Mitchum). Lo que logra Jarmush en Dead Man, es lo que menos se imaginaría uno que existiera alguna vez: un “western de arte”, que recicla algunos personajes y convenciones de los westerns clásicos. El resultado es un western de humorístico, violento y salido del cine de autor.

La verdadera aventura de William Blake será cuando se encuentre con un indio, que prefiere llamarse a sí mismo “Nadie” (Gary Farmer), con quien inicia una extraña amistad y, al mismo tiempo, una especie de viaje iniciático-espiritual. “Nadie” se verá a sí mismo como el protector de Blake, al considerarlo la reencarnación del multifacético pintor y poeta inglés del siglo XVIII William Blake. El indio es un gran admirador del original Blake, a quien estudio, leyó y apreció durante su niñez como sirviente de una familia adinerada.

Blake es un prófugo de la justicia, su retrato está en todas partes con una recompensa que va aumentando conforme los muertos suben en número. “Nadie” le ayuda a escapar de un grupo de caza recompensas (Lance “Bishop” Henriksen, Eugene Bird y Michael Wincott) un disparejo grupo contratado por Dickinson. Uno de estos caza recompensas no puede dormir sin un osito de peluche, mientras que otro, el más sanguinario, se revela como un caníbal. La fuerza de la película radica no nada más en sus imágenes, sino también en sus personajes, que se alejan del cliché gracias al magnífico guión escrito por el mismo Jarmush.

No podría dejar de mencionar la gran banda sonora escrita por el guitarrista Neil Young. La banda sonora compuesta por Young es un dosificado trabajo que se basa en dos o tres acordes, y que no está presente más que en momentos clave y decisivos de la historia. Conforma un leit-motiv que le da a la película una calidad anacrónica con sus resonantes ecos de rock.

No tenemos un western en el que la acción sea lo más importante. La principal preocupación de Jarmush, es introducir a William Blake por un mundo espiritual y violento al mismo tiempo, desde el punto de vista de un indio; un mundo mágico lleno de peligros. “Nadie” adopta a Blake como una especie de iniciado, a quien apoda “Hombre Muerto”, ya que logra sobrevivir el disparo en el pecho que recibe durante aquel asesinato por el cual es perseguido. Estará con él hasta el final de su travesía, en el que debe “regresar de donde vino, de donde todos los espíritus vienen, y tienen que regresar algún día.”

++ Dead Man se preestreno en España en el Festival de Sitges de 1996.

++ Disponible en una edición en DVD sin extras.

3 comentarios:

Joel Meza dijo...

Fue mi primera película de Jarmush. Alex, esperaba leer algo sobre el trabajo de Iggy Pop...

Alex dijo...

Pues la verdad es algo corta su participaciòn no crees?? jaja. Es uno de los cazadores que quieren ponerse algo "raros" con Johnny Depp, cierto?

Joel Meza dijo...

Por así decirlo, Alex, por así decirlo (esas escenas con el vestido, leyendo la biblia y en lo que termina el asunto...).

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