lunes, 16 de junio de 2008

DVD: LE SCAPHANDRE ET LE PAPILLON * * * *


Julian Schnabel es un amante de las artes plásticas. Es un pintor jugando a ser cineasta. Antes de La Scaphandre et le papillon, había mostrado casi siempre las mismas inquietudes: entender, a través de biopics como Basquiat (1996), las almas complejas y atormentadas de artistas, e incluso escritores, como en Before Night Falls (2000), su anterior largometraje. Schnabel también tuvo una pequeña participación en el último documental del recientemente fallecido Sydney Pollack, Sketches of Frank Gehry (2004), donde habla con pasión y convicción sobre la obra maestra del arquitecto estadounidense: el Museo Guggenheim de Bilbao.

Tomando como punto de partida el libro homónimo escrito por Jean-Dominique Bauby (Mathieu Amalric, en una de sus mejores actuaciones), editor de la revista Elle a mediados de los 1990, Julian Schnabel se aleja del mundo del arte para adentrarse y adentrarnos, literalmente, en el alma torturada de Bauby, poco después de despertar de un coma provocado por una embolia cerebral, que lo paralizó completamente. Su única forma de comunicación con el mundo, era el parpadeo de su ojo izquierdo, el único que le quedó intacto.

Schnabel huye del chantaje, así como del camino fácil y predecible. Somos cómplices de los pensamientos, recuerdos y diálogos internos que Bauby tendrá consigo mismo, bromeando en ocasiones, riéndose de sí mismo y de su situación, justo cuando su neurólogo le mande a dos bellas terapeutas (la canadiense Henriette Durand y Olatz López Garmendia), para enseñarle a comunicarse a través de un sistema codificado. Con este sistema, Bauby logró una hazaña fenomenal: escribir precisamente el libro en el que se basa la película, una recopilación de sus experiencias en la clínica, su vida como padre de familia, el divorcio de su atractiva esposa (Emmanuelle Seigner) y de su frívola vida profesional, como editor y novio de una guapa modelo; con autos lujosos y, ante todo, declarándose agnóstico hasta la médula.

El realizador -según confiesa- tomó como inspiración la agonía que pasó su padre, al atestiguar cómo una enfermedad lo fue consumiendo hasta la muerte. Sin embargo, la película tiene un mensaje optimista, llena de reflexiones y filosofía de la vida. Es todo un examen de conciencia, que Bauby hace recurriendo a magníficos flash-backs, en cuidadas transiciones entre el tiempo presente y pasado, así como a fantasías que se forma para hacerse más llevadera la existencia (esa secuencia de la comilona de ostras y mariscos) y calmar el apetito sexual, con el cual bromea siempre.

Pero el gran merito, por encima de lo que parece una típica trama sobre la fortaleza humana en la enfermedad, es en el aspecto formal. Schnabel ha sabido transmitir, inteligente y hábilmente, la experiencia visual de lo que es ver tan sólo con un ojo (gran parte de la película está rodada con estilo de “cámara subjetiva”), para revelarnos el entorno de Bauby desde su punto de vista. Su ojo sano es la única “ventana” que tiene abierta hacia una realidad sobrecogedora, difícil, dramática, dolorosa, terrible la mayoría de las veces, pero que puede ser también alegre, jovial y juguetona.

++Próximamente en DVD.

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