viernes, 4 de abril de 2008

THE SAVAGES * * * *

Philip Seymour Hoffman y Laura Linney.
Una película como The Savages (E.U., 2007) llama la atención desde su cartel, una estilizada y colorida ilustración. La película es un trabajo independiente que lleva el inconfundible sello de Alexander Payne (quien funge como productor ejecutivo), es decir, un relato sobre los golpes de la vida y los vuelcos existenciales de personajes en crisis, o como dice su protagonista, Wendy Savage (Laura Linney, magnífica), la “crisis de la mediana edad”.

Wendy se encuentra en esa etapa difícil a sus 39 años. Aburrida de su trabajo como oficinista, Wendy escribe obras de teatro y espera conseguir la beca Guggenheim que logre consagrar su carrera como dramaturga. Atada a una relación con un hombre casado y mucho mayor, Wendy sentirá que el mundo se le viene encima cuando le avisen que su padre, Lenny (el actor televisivo Philip Bosco, notable), hace cosas extrañas, como escribir con su propio excremento en las paredes del baño.

Wendy y su hermano Jon (Philip Seymour Hoffman, magnífico como siempre), maestro de teatro, irán por su padre para llevárselo de la casa donde vivía junto a su fallecida novia, y el problema vendrá cuando no sepan qué hacer con él. Jon, indiferente y con un culposo sentido práctico, querrá ingresarlo en una clínica especializada para ancianos, mientras Wendy, más sensible con su padre, afectado con demencia senil. querrá una idílica casa para ancianos que acaba de descubrir.

Dirigida y escrita por Tamara Jenkins, The Savages es la gris crónica del reencuentro de Wendy y Jon; de su ajuste de cuentas emocional con el pasado y el presente, del acomodo que deberá hacer Wendy de las piezas de su vida, teniendo en medio a su padre, más ausente que presente, quien a ratos los mira y escucha pelearse a gritos como si fueran un par de desconocidos.

Pero no hay que irse por el lado equivocado. The Savages no es el melodrama familiar lacrimógeno que uno pudiera imaginar. Como sucedía en About Schmidt (2002), Sideways (2004), ambas de Alexander Payne, o The Squid and the Whale (Noah Baumbach, 2005), el trabajo de Jenkins es una ácida e irónica mirada, con cierta dosis de humor, a la vida de seres comunes y corrientes que de pronto ven sus vidas desestabilizadas (o más de lo que ya están) por problemas familiares, a un idílico y contrastado mundo de la senectud, siempre lo más realista posible

El camino seguido en The Savages es seguro, sabemos hacia donde nos dirigimos. Y si ese camino hacia la redención lo recorremos de la mano de un trío de actores extraordinarios, la resolución no podría ser más reconfortante, tanto para los personajes como para nosotros.

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