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Como me declaro ignorante en el tema I Am Legend, me limitaré a juzgar la nueva entrega, dirigida por el videoclipero musical Francis Lawrence (Constantine/2005), por sus propios méritos o deficiencias que tenga como el filme-palomero-de-fin-de-semana que es. En esencia, I Am Legend es una película más sobre catástrofes apocalípticas que hemos visto infinidad de veces, con todo y escenario urbano destruído, acerca de un hombre que se ha quedado sólo en la faz de la Tierra, el Teniente Coronel Robert Neville (un buen trabajo de Will Smith), luego de una catástrofe bioquímica a partir de unos experimentos para encontrar una cura para el cáncer. Es el año 2012, y algo salió mal con dichos experimentos tres años atrás, que causó una plaga que exterminó casi por completo a la raza humana, mientras los sobrevivientes quedaron convertidos en monstruosos zombies-vampiros, sedientos de sangre.
Acompañado por su perra pastor alemán, Robert se enfrentará al escenario de una Nueva York en ruinas, una especie de náufrago en su propia tierra, ocupado también por animales salvajes, pudiendo salir nada más durante el día, ya que en la noche los vampíricos humanoides salen a
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I Am Legend acaba siendo un filme de ciencia ficción entretenido, a pesar de sentirse derivativo y algo rutinario, en su reelaboración de la premisa del cine de terror de zombies, a causa de un virus, que al menos aquí sabemos bien de dónde y porqué vino. Además, la película de Lawrence es el perfecto vehículo de lucimiento para Will Smith, que tiene sus momentos inspirados, no en las poco logradas y escasas secuencias de acción, sino en la interacción con su perra, el único ser que le hace compañía, cuando no se encuentra hablando con maniquíes, que ha situado estratégicamente en un videoclub para saludarlos y que lo reciban cuando va por sus DVD.
Por lo demás, a pesar de los atractivos efectos visuales (hay animales y zombies creados digitalmente, aunque estos últimos a ratos lucen acartonados), siento que Lawrence se concentró demasiado en la parte visual de la película, para que centráramos toda nuestra atención en lo impresionante de ver una Nueva York vacía, ruinosa (que recuerda al Chicago de Twelve Monkeys/Terry Gilliam/1995), y en sus criaturas digitales, en lugar de tratar de hacer la historia más interesante y atractiva.
Lo que me dejó I Am Legend, es una tremenda curiosidad por ver de inmediato las antiguas versiones de la novela de Matheson (así como leer su libro), que con seguridad, están mucho mejor que el poco inspirado filme de Francis Lawrence.
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