jueves, 27 de agosto de 2020

HVÍTUR, HVÍTUR DAGUR

 


Ída Mekkín Hlynsdóttir e Ingvar Sigurdsson

Al inicio de A White, White Day (Hvítur, hvítur dagur), seguimos a un auto por una carretera cubierta de neblina. La sensación de un peligro inminente nos empieza a invadir, y no es revelar mucho el comentar que dicho auto se accidentará (ocurre en los primeros dos minutos), saliéndose del camino. Lo único que escuchamos es el ruido que el auto hace al caer. Más adelante, esta película, dirigida por el joven realizador islandés Hlynur Palmason, demandará una considerable paciencia del espectador. Durante cerca de una hora, no sabemos a ciencia cierta de qué trata realmente este filme, cuya historia tarda mucho en despegar. 

El escenario es un pequeño pueblo, en donde el protagonista, un avejentado ex policía, Ingimundur (Ingvar Sigurdsson), ronda por su casa a medio construir. El mismo Ingimundur se encuentra construyendo la casa, a la que le faltan varias ventanas (con espacios cubiertos por plásticos), y con algunos caballos rondando por el lugar. Ingimundur se encuentra tomando terapia psicológica, y el resto de su tiempo libre lo pasa con su nieta, Salka (Ída Mekkín Hlynsdóttir), yendo a pescar salmón, o jugando en la casa. Concluir -o entender- lo antes descrito lleva algo de tiempo; el ir uniendo los puntos de su desarrollo; ir tejiendo los hilos de las relaciones de sus personajes, debido a la falta de detalles e información suficientes en un guión en extremo simple (escrito por el mismo Palmason). Cuando nos acercamos a la mitad, la historia finalmente toma vuelo, justo cuando Ingimundur descubra, entre las cosas guardadas de su esposa fallecida, que ésta le era infiel. 

El problema de la película, es que Palmason nos deja andar demasiado con los ojos vendados respecto a saber qué es lo que está pasando en el filme. A White, White Day termina siendo un filme sobre un hombre batallando con la ira, la soledad, y la tristeza, así como con la carga emocional causada por la pérdida de su esposa. Es hasta el tercer acto cuando la historia verdaderamente resulta interesante, como una bomba de tiempo esperando demasiado para estallar. Fríos paisajes islandeses, cubiertos de neblina, sirven como telón de fondo para la historia, en una película con la que cuesta trabajo conectar. Lo rescatable del filme termina siendo, además de la muy buena actuación de Ingvar Sigurdsson, la relación abuelo-nieta, la cual le da algo de calidez a la historia, así como el intento de Palmason por hacer un melodrama policiaco visualmente diferente, rompiendo ocasionalmente con la narración lineal convencional.
⭐️⭐️1/2

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