jueves, 27 de agosto de 2020

FREIES LAND

Felix Kramer y Trystan Pütter
No hace mucho tiempo que vi La Isla Mínima (2014), del realizador andaluz Alberto Rodríguez, aunque no recordaba mucho del mismo. Bastaron ver los primeros minutos de Freies Land (País Libre), su remake alemán, para empezar a recordar el filme español, y que la historia viniera poco a poco a mi memoria. Lo mejor de la versión alemana, es que Christian Alvar, su director, supo trasladar, de una forma asombrosa, el mismo estilo a lo "True Detective" que Rodríguez había imprimido a su filme. Esto sin que Freies Land se sienta como una simple copia al carbón de la película española. Tomando elementos básicos de la historia original, Alvar supo hacer su versión personal de La Isla Mínima, trasladando la trama de 1980 al año 1992, pocos años después de la Caída del Muro de Berlín. 

Dos detectives, Patrick (Trystan Pütter), originario de Alemania del Oeste, y Markus (Felix Kramer), imponente y corpulento, originario de Alemania del Este, son obligados a trabajar juntos en el caso de la desaparición y asesinato de dos hermanas, en un pueblito con tan sólo dos policías a cargo de la autoridad. Pronto saldrán a la luz casos de otras chicas desaparecidas, así como una red de tráfico de drogas, huelgas y sindicatos involucrados, corrupción policiaca, etc. En fin, todos los ingredientes que se pueden esperar de un thriller policiaco tradicional. Sin embargo, lo mejor de Freies Land (de hecho, siento que supera por mucho al filme original en este aspecto), es cómo la fricción entre ambos personajes, junto a sus evidentes diferencias físicas, crea una interesante y complicada química entre ellos. Por ejemplo, ahí tenemos los cuestionables métodos de Markus para investigar y, sobre todo, interrogar a los sospechosos. "Viejas mañanas de ustedes de la Alemania del este", le dice Patrick a su colega, el cual, además, tiene bajo la manga uno que otro truco de espionaje, para así poder sacar más información valiosa. 

Esta nueva interacción entre los dos detectives, incluidos un buen diseño de producción (nominado en el German Film Awards de este año) y fotografía, es lo que termina dándole más sabor a esta versión alemana. Con todo y los cambios en la historia, ambas películas comparten estilos visuales similares, como esas impresionantes tomas aéreas con drones, que le dan a la película una cualidad visual abstracta única y muy interesante. Mi único problema con este nuevo filme (que también tuve con La Isla Mínima en su momento), es que la historia, en sí, no aporta mucho al género, quedándose incluso en lo convencional y tradicional, así como su avance a un ritmo, ocasionalmente, lento. Puedo apostar a que pronto Hollywood tendrá su propia versión, tal vez en manos de David Fincher.

⭐️⭐️⭐️

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