domingo, 1 de noviembre de 2009

MIDNIGHT IN THE GARDEN OF GOOD AND EVIL * * * 1/2

En Midnight in the Garden of Good and Evil, Clint Eastwood intenta amalgamar una trama de juzgado y misterio, sin mucha fuerza pero con sorprendentes actuaciones.


Viéndola a poco más de diez años de distancia de haber sido dirigida, creo que Midnight in the Garden of Good and Evil (1997), es una de las películas menores de Clint Eastwood. Una película menor, mas no fallida. Adaptación de la novela de John Berendt, el escenario del sur de los Estados Unidos, en específico el condado de Savannah, estado de Georgia, utiliza como trasfondo elementos muy comunes de este punto geográfico, como la brujería y el vudú. Aunque trastabillando un poco, Clint Eastwood sabe cómo combinarlos con una trama de juzgado y misterio, al más puro estilo de Agatha Christie.

La única diferencia, y quizás un punto débil en la trama, es que la historia no es tan misteriosa como uno quisiera. Sabemos casi desde el principio quién es el culpable del crimen cometido, ocurrido (como es común en un relato de Christie) en la mansión de un hombre acaudalado, durante una fiesta en la que se ha congregado la clase alta y política del condado. Parece que este crimen no es más que un pretexto para contar una historia poblada de personajes excéntricos, marginales e inadaptados, así como un discurso sobre los prejuicios provincianos contra la homosexualidad. Algunos ocultan esa condición y otros la exhiben sin pudor, como ese personaje del transexual negro (Lady Chablis). Desconozco si este personaje realmente existe en la novela, ya que por lo menos en la película, no tiene otro propósito más que agregarle un poco de humor a la historia.

Un hombre que ha domesticado unas moscas y las saca a pasear, así como otro que saca a pasear a un perro imaginario, igualmente lucen demasiado desaprovechados, como simples elementos que nada más sirven para hacer más colorido el relato. Todos menos el personaje de la bruja encarnado por Irma P.Hall, que tiene un par de magníficas líneas en sus escasas apariciones, como aquella en la que le dice al astuto periodista y escritor (interpretado por un magnífico John Cusak): “deja de rondar tanto a los muertos, te olvidarás de los vivos”.

Por eso, lo mejor de esta película, dirigida sin muchas pretensiones por Eastwood, además de la jazzística banda sonora y de que podemos comprobar lo bella que es su hija, Alison Eastwood, es el conjunto de estupendas actuaciones. Además de John Cusak, Kevin Spacey está impecable como siempre, en su personaje de refinado millonario y coleccionista, al igual que Jude Law, como su explosivo asistente.

++Sin extras a destacar, tan sólo un montón de notas de producción y biográficas.

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