martes, 16 de noviembre de 2021

THE SUICIDE SQUAD

MISIÓN SUICIDA. Nuevo escuadrón, nueva misión... mejor película.
 


Suicide Squad (2016) tenía todo para ser una película dominguera pasable. Pero falló, principalmente, por la gran expectativa creada por ver a un nuevo Joker, interpretado por Jared Leto. Al menos para mí, fue decepcionante. Verlo te hacía preguntarte ¿Ese es el Guasón? Su cambio de imagen fue demasiado radical. Además, el escuadrón del título, encabezado por Will Smith, tenía una química que no cuajó del todo. Quien se llevó la película, fue Margot Robbie como Harley Quinn, y no es de extrañar que sea uno de los pocos personajes de vuelta en The Suicide Squad, la muy superior secuela.
 
Los productores, de último momento, tuvieron el acierto de poner en la dirección a James Gunn, realizador responsable de los filmes de Guardians of the Galaxy (atención al cameo extendido de Michael Rooker). Sólo Gunn sabe cómo extraer química dentro de un equipo de villanos, reclutados por el gobierno para llevar a cabo una misión secreta. Una química extraña, pero conseguida, y sin mucho esfuerzo.
 
¿El secreto? Hacer que te importen cada uno de ellos, incluso uno que tiene el poder de lanzar una especie de círculos de colores de su traje y usarlos como armas, o una chica con el don de comunicarse con las ratas, o un hombre tiburón, King Shark (voz de Sylvester Stallone), con una inteligencia muy primitiva y apetito voraz. El líder del grupo es ahora Bloodsport (Idris Elba), quien será forzado a aceptar una misión impuesta por la jefa de la CIA, Amanda Waller (Viola Davis, de vuelta), bajo amenaza de que la hija de aquel sufrirá las consecuencias de negarse a hacerlo. La misión: llegar a un ficticio país latinoamericano, para derrocar a su dictador (Juan Diego Botto). 
 
La razón, es la sospecha de que este dictador se encuentra desarrollando un arma secreta, en la cual se encuentra trabajando un científico loco (Peter "Doctor Who" Capaldi), que podría ser usada para atacar a E.U. Sin duda, lo mejor del filme son las mesuradas dosis de humor negro que Gunn inyecta a la trama (basada en los cómics de la DC). Desde el inicio, en ese desembarco del equipo en las costas latinoamericanas al estilo "Salvar al Soldado Ryan", la historia empieza a lucir, en todas sus situaciones y contratiempos, un humor negro sumamente logrado (como los que tendrá un hombre zarigüeya, quien no tenía previsto el hecho de que tendría que nadar).
 
Harley Quinn no se roba el filme precisamente, pero es innegable que vuelve a tener un peso considerable en la historia, justo cuando el dictador le ponga los ojos encima. Al equipo vuelve también Rick Flag (Joel Kinnaman), mientras que un nuevo miembro es Peacemaker, interpretado por John Cena, bien en su papel al poner tensión a la camaradería entre ambos. 
 
Aunque a la historia le tome algo de tiempo despegar en el primer acto, ésta se pone poco a poco interesante cuando se cruce en el camino del escuadrón un grupo guerrillero en la selva, con una líder llena de furia interpretada por Alice Braga, con la posibilidad de que unan fuerzas.
 
Es justo en la segunda mitad, cuando la dirección de James Gunn es más notoria, tomando la trama caminos más delirantes y alucinantes. El director sabe encontrar un muy buen balance entre una tradicional película de antihéroes, y una en donde caben incluso pinceladas surreales. Cuando al final la película se convierta en una especie de cruza entre una monster movie con una película de zombies, la fórmula funciona sin dificultades, con un peculiar delirio visual colándose en varias escenas. El resultado es tremendamente entretenido, y lo mejor es que no hubo necesidad de poner en escena a un Guasón neo-punk.
⭐️⭐️⭐️1/2
Disponible a la renta y en #HBOMAX

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