jueves, 24 de enero de 2019

CREED II



Sylvester Stallone y Michael B. Jordan
Con Creed II hay algo de admirarse, y es la manera en que se las han arreglado muy bien para contarnos la misma historia, pero de manera diferente, moviendo un poco las cosas aquí, ajustándolas otro poco por allá. Pero también hay otra cosa admirable. Sly Stallone ha sabido hacerse a un lado (todavía más en esta ocasión que en Creed 1), para seguir contando la historia de Rocky Balboa, el campeón de glorias pasadas, quien ha pasado la estafeta al hijo de su más grande rival, y luego amigo, Apollo Creed.
En realidad, no hay gran cosa nueva en Creed II. Sin embargo, es irremediable sentirse atraído, una y otra vez, a la misma historia de triunfo en contra de toda adversidad, del "querer es poder", del campeón, humilde y modesto capaz de vencer a un "Goliat" del calibre de Dolph Lundgren, en Rocky IV (1985). Esta secuela de la recién inaugurada saga de Creed (2015), puede calificarse en dos frases "Mitad secuela de Creed 1-mitad secuela de Rocky IV (o lo que es lo mismo, "Rocky IV: 33 Años Después").
Hay algo que falta en Creed II, ese subtexto político de la "Guerra Fría" visto en Rocky IV. La historia de Rocky vengando en el ring a su amigo Apollo, encontraba una muy buena metáfora en el campeón italo-americano de Estados Unidos venciendo al gigante soviético, en una pelea de box (y frente al incrédulo Gorbachev). Y aunque todo eso está ausente en Creed II, sí hay una lectura racial en el filme que no escapará al espectador más avezado: la del campeón negro, Adonis Creed (Michael B. Jordan, todavía transmitiendo esa explosiva fisicalidad que lo caracteriza), enfrentando a un nuevo rival, nada menos que al hijo de Ivan Drago, Viktor (Florian Munteanu). El fantasma de su papá sigue persiguiendo a Adonis, presionando y empujándolo a ser el campeón que él fue en vida -y quizás ir más lejos.
Para seguir defendiendo su título, Adonis deberá enfrentar a Viktor, el cual, como su padre 30 años atrás, es un gigante hecho de puro músculo, el doble de su peso y tamaño. Es imposible decir más sin arruinarle la película a quienes no la han visto. Aunque, si se han visto todas las películas anteriores, no es nada difícil adivinar lo que irá sucediendo hasta el desenlace. Basta decir que habrá un momento de suma tensión en la relación entre Adonis y Rocky, quien, como el viejo y experimentado campeón que es, aconsejará a su discípulo que recapacite de enfrentar a Viktor, considerándolo casi un suicidio, y que no vale la pena el riesgo. "Todavía tengo costillas que me rompieron, y nunca aliviaron bien", le dice Rocky en una discusión.
Hay una interesante cuestión que la historia pone sobre la mesa: ¿Debe Adonis retirarse, a tan joven edad y a mitad de su carrera, por el bien de su salud? ¿O, por el contrario, debe seguir con rivales de su mismo calado, o inferiores, con tal de seguir boxeando? Ah, y claro, en su relación con Bianca (Tessa Thompson), tendrá lugar un importante evento, que hará al campeón recapacitar todavía más si debe seguir peleando, o retirarse joven, pero físicamente íntegro. Como es costumbre, la pelea flnal es emocionante, bien filmada, y te mantiene pegado a tu asiento. La película tiene un poco para los que crecimos viendo estas películas, y un poco también para las nuevas generaciones. Lo cierto, es que, al final, uno no puede evitar seguir emocionándose al verlas. 
⭐️⭐️⭐️ 1/2

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