martes, 19 de junio de 2012

THE STING * * * *

Un golpe a ritmo de ragtime. Paul Newman y Robert Redford.

Revisar The Sting (1973) es reafirmar en la memoria la gran pareja que formaban en pantalla Paul Newman y Robert Redford. Luego de Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), Newman y Redford se reunieron nuevamente en The Sting, una de las mejores caper movies de todos los tiempos. La historia cuenta el plan para espectacular estafar a un millonario, interpretado con sumo temple por el británico Robert Shaw, y de paso, a un estorboso y corrupto detective (Charles Durning). Henry Gondorff (Newman), es un experimentado apostador y jugador de poker, experto en trampas y trucos, que ha sido golpeado por la Gran Depresión. Henry se encuentra atrapado en la monotonía de   hacer funcionar un carrusel. Mientras, Johnny Hooker (Redford), ha caído en la quiebra debido a un incontrolable impulso de apostar en la ruleta, lo que le ha dejado sin chica y sin dinero.

La película está contada por episodios, separados por intertítulos, a ritmo sincopado gracias a la gran música de Scott Joplin. Su más famoso ragtime, "The Entertainer", sirve para sumergirnos en un mundo de barajas, ruletas, humo de cigarro y alcohol, apuestas de carreras de caballos, reales y ficticias. En ese sentido, el plan para defraudar a Doyle Lonegan (Shaw) consiste en montar todo un teatro que sobrepasaba los límites del artificio y engaño. El motivo: Hooker busca vengar a su viejo amigo asesinado, con quien engañaba a transeúntes en la calle fingiendo robos. Es Chicago, década de los 1930. Hooker y Gondorff planearán dejar en la ruina a Lonegan, montando una ficticia pero lujosa casa de apuestas de carreras de caballo, cuidando hasta el más mínimo detalle. Vamos, hasta habrá un hombre oculto, de profunda voz, narrando las carreras como si fueran transmitidas por radio.

Se ha estrenado recientemente la edición en Blu-ray. Puedo imaginar lo impresionante que debe ser apreciar, en este formato, el de por sí magistral diseño de arte (ganador del Oscar), sin mencionar la música (otro Oscar para Marvin Hamlish). El equipo que forman Gondorff y Hooker es fenomenal. Lo mejor, es cómo, de una manera calculada y precisa, consiguen arrastrar poco a poco a Lonegan a la casa de apuestas. Gondorff es la mente, mientras Hooker es el carismático corredor de apuestas. Su transformación, de ser un simple hampón callejero a un refinado corredor de apuestas, es su mayor trabajo, además del saber persuadir y ganarse la confianza del millonario. Un clásico imprescindible. 

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