miércoles, 4 de junio de 2008

CLÁSICOS DE CLÁSICOS: LOS OLVIDADOS * * * * *


Gracias a la iniciativa de Fundación Televisa, salió a la venta en México uno de los libros más importantes sobre Los Olvidados, con textos de reconocidos críticos y ensayistas, la edición facsimilar del guión (con notas y correcciones de mano de Luis Buñuel) y fotografías inéditas, constituyendo así una retrospectiva interesante y completa sobre esta película clave de la cinematografía mexicana y, por ende, de la carrera del realizador aragonés, Luis Buñuel.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Los Olvidados (México, 1950) es una de esas películas que se resisten al paso del tiempo, sigue impresionando cada vez que se transmite por televisión. Confieso que, en esas ocasiones, aprovecho para revisar este crudo retrato de la pobreza que se vivía (y desafortunadamente se sigue viviendo) a principios de los 1950 en la Ciudad de México. Roberto Cobo ofrecía una estupenda actuación en el papel de “El Jaibo”, el “villano” que se dedica a hacerle la vida imposible a Pedro, interpretado por el joven Alfonso Mejía, quien incluso tuvo una pequeña participación en el filme de Michael Curtiz, Jim Thorpe (1951), protagonizada por Burt Lancaster.

Desde su preproducción, Los Olvidados fue un filme que parecía condenado al repudio y desprecio de buena parte de la sociedad mexicana (claro, la clase media y alta), así como de las autoridades gubernamentales de la época, debido a que mostraba una Ciudad de México afectada por una serie de problemas sociales: la miseria, la explotación laboral infantil, la violencia intrafamiliar, pederastas rondando por sus calles (¡esa escena del aparador en la tienda!), etc.; problemas que se enfocaban mucho en una niñez capaz de cometer asesinatos y robar. Lo que más dolía a la opinión pública, era ver como un extranjero se atrevía a, supuestamente, “difamar” con su película al gobierno y sociedad mexicanos, exponiendo problemas que dejaban mal paradas a las autoridades e instituciones.

A pesar de todo, el filme fue un éxito con la crítica extranjera. Además, Buñuel ganó la Palma de Oro a Mejor Director en el Festival de Cannes en 1951 y estuvo nominado al Gran Premio del Festival. En México, ganó numeroso premios “Ariel” (Mejor Fotografía, Mejor Director, Mejor Edición, etc.) Por supuesto, aquellos que odiaban a Buñuel en México, ahora lo elogiaban.

¿Qué es lo que atrae todavía de este filme? A partir de una elemental historia de venganzas y asesinatos a traición, conseguía tratar también problemáticas sociales sumamente fuertes. Buñuel consiguió una de sus obras maestras, gracias al efectivo realismo con el que ambientó todo su filme, muy influido por el Neorrealismo italiano de aquella época. El trabajo de “scouting” en la búsqueda de locaciones fue excelente, muchas de ellas situadas en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Para conseguir a su efectivo reparto juvenil, Buñuel también imitó a los realizadores italianos: recurrir a actores no profesionales a través de “castings” callejeros.

Ayudado por el gran ojo de Gabriel Figueroa, Buñuel pudo dotar a cada plano de texturas y claros-obscuros dramáticos, al servicio de un guión intenso y con un ritmo que en ningún momento decae. Lo mejor, fue que Buñuel introdujo su clásico tono surrealista, en escenas delirantes como los sueños de Pedro, la agonía del Jaibo, etc., o incluso en sus mismos personajes, como ese detestable y vengativo músico ciego, Don Carmelo (Miguel Inclán, excelente), sin olvidar el fetichismo y esa injustificada crueldad buñueliana hacia los animales (las gallinas masacradas en la granja por Pedro).

El fallecido crítico español Emilio García Riera, llegó a calificar a Los Olvidados de “fascista”, cosa que yo, hasta la fecha, no he podido comprender bien el porqué de tal afirmación. Es verdad, Don Carmelo encarnaba muchos ideales “fascistoides” (“¡Ojalá los mataran a todos antes de nacer!”, gritará en cierta escena), pero lo cierto, es que entre todo este mar gris de historias desdichadas, Buñuel presenta una secuencia en la que intenta demostrar cómo, a través de la educación y el trabajo, se podía enderezar a los jóvenes (la “Escuela Granja”).

Tan sólo es una pequeña luz en un crudo drama que sigue teniendo una actualidad inquietante. Hace unos años se reestrenó el filme en México, con un “final alternativo”, un happy-end que, se dice, Buñuel filmó previendo los ataques y el rechazo que sabía iba tener su trabajo. En ese final, Pedro regresaba a la “Escuela Granja”, cosa que daba un giro significativo a todo lo ocurrido en la versión original y que, por fortuna, Buñuel nunca tuvo que usar en su momento.

++ El libro de “Los Olvidados” incluye todo el guión fotografiado (bien legible), ensayos del crítico Rafael Aviña, material fotográfico como stills y posters de la época. Por ahora, no está disponible en España.

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