martes, 26 de marzo de 2024

THE GREATEST NIGHT IN POP.

Michael Jackson y Bruce Springsteen.
 

Fueron incontables las veces que de niño vi Whe Are the World, el video musical que inspiró este documental. Y quienes pertenezcan a mi generación, podrán recordar cómo, cada mañana de 1985, lo transmitían en cierto canal antes de su programación. Lo que jamás había visto, es el material de archivo que le da cuerpo al filme, incluyendo el detrás de cámaras y el cómo-se-hizo, teniendo como anfitrión en este viaje nostálgico al mundo musical pop a Lionel Richie.

Harry Belafonte y Richie tuvieron la idea de producir el video musical, luego de que el primero se diera cuenta de la terrible hambruna que azotaba a Etiopia durante uno de sus viajes. Para recaudar fondos y ayudar, Belafonte tuvo una idea: tratar de reunir, por una noche -y madrugada-, a varias estrellas del pop musical. Hubo de todo, no nada más estrellas de los 1980, sino que también fueron bienvenidos cantantes de décadas pasadas.

Michael Jackson coescribió el tema junto a Richie y Quincy Jones, productor de la canción. Los invitados a la "fiesta" fueron, entre otros, Cyndi Lauper, Huey Lewis, Kenny Loggins, Kenny Rogers, Billy Joel (el más serio), y leyendas como Bob Dylan (con la sensación de no encajar en el grupo), Tina Turner, Smokey Robinson, Al Jarreau (algo pasado de copas entrada la madrugada), David Byrne, Paul Simon, Bette Midler, y un largo etcétera.

Lo que me tomó desprevenido, fue ver participar a Dan Aykroyd en el coro. Si canta o no es un misterio, pero lo mejor es ver que estuvo ahí con disposición de apoyar. En tanto, las grandes ausencias fueron Madonna (por encontrarse de gira) y Prince les hizo el feo, argumentando alguna fobia a grupos de gente, o espacios cerrados. Al final, el filme es fascinante, no sólo por el hecho de ver a un gigante como Quincy Jones tratar de hacer funcionar a este grupo de voces tan variopinto, sino también por la disposición y altruismo que llevó a muchos de ellos a grabar hasta la mañana siguiente, ininterrumpidamente, para intentar parar el hambre en África y, de paso, dejarnos una de las canciones más icónicas de los 1980.
En Netflix.

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