miércoles, 7 de septiembre de 2022

PETITE MAMAN

Grabrielle y Joséphine Sanz.


Las películas sobre viajes en el tiempo regularmente pertenecen al género de ciencia ficción, aunque puede haber excepciones. Petite Maman es un ejemplo, uno muy especial diría yo. Como sucedía en el filme animado japonés Your Name (2016), que también trata sobre viajes en el tiempo, la trama de Petite Maman no entra precisamente dentro de la ciencia ficción, ya que aquí los viajes en el tiempo ocurren debido a una especie de magia invisible, con la velocidad de un parpadeo, incluso sin alguna razón aparente.

La querida abuela de Nelly (Joséphine Sanz) ha fallecido, así que, junto a sus padres, se encuentra recogiendo sus cosas del asilo en donde residía. Inmediatamente, emprenden un viaje al bosque a la casa de la abuela, para continuar con el proceso de limpiar y recolectar sus pertenencias. La situación, inevitablemente, trae recuerdos a la mente de la mamá de Nelly (Nina Meurisse) sobre su infancia, al ver su antigua habitación, sus viejos libros escolares, y la cama en la que no podía dormir durante las noches, debido a las sombras que se proyectaban en la pared.

Durante todas estas acciones, no hay lágrimas ni melodramas, sólo una serenidad y calma impresionantes, que terminan por reflejarse también en el papá (Stéphane Varupenne), con quien Nelly lleva una buena relación. Sin embargo, a la mañana siguiente, la mamá de Nelly se va sin explicación aparente, dejando a ésta y a su papá continuar con la limpieza.

Dirigida por Céline Sciamma, la narración avanza tranquilamente, sin giros abruptos, siendo lo más interesante el comprobar que, luego de un filme como Portrait of a Lady on Fire (su anterior película), con una historia más adulta en comparación, la realizadora es una gran narradora de historias protagonizadas por niños. Sciamma es una observadora del alma infantil, dirigiendo historias que te atrapan por su inteligencia, madurez, y una dosis de inocencia. Esto no es de sorprender, ya que en Ma vie de Courgette (2016), magnífico filme de animación en stop motion dirigido por Claude Barras, Sciamma, como autora del guión, ya había dado muestras de lo anterior con una historia infantil sumamente sensible y divertida.

La tranquilidad de Nelly toma un giro cuando, paseando por el bosque, conoce a Marion (Gabrielle Sanz, de hecho, hermana gemela de Joséphine Sanz), una niña de su edad, curiosamente muy parecida a ella. Marion se encuentra construyendo una casa con ramas, y lo más extraño será que cuando Marion invite a Nelly a su casa, ésta se de cuenta que la casa también es muy parecida a la suya.

A partir de este punto, Sciamma deja que su historia fluya con mucha naturalidad. No hay muchas preguntas entre las niñas sobre la excesiva familiaridad entre sus hogares y sus vidas, dejando que todo se desarrolle como una entrañable amistad entre dos seres que parecen conocerse de años. Las sorpresas irán siendo reveladas poco a poco. Lo impactante, es ver cómo ambas niñas asumen su situación y relación con la mayor naturalidad y madurez, sin efectismos dramáticos, sin quebrar la sencillez de la historia (la cual dura poco menos de hora y media), sin invertir tiempo en complejas explicaciones sobre cómo es que ambas están experimentando todo esto. A ratos, Nelly y Marion son como dos mujeres adultas hablando sobre su pasado y su presente, sus emociones y miedos; a ratos son como dos niñas comunes y corrientes jugando y haciendo tonterías.

Es en sus diálogos en donde el filme termina teniendo su propia magia, sin necesidad de efectos visuales. Es tal la similitud entre los dos universos de las niñas, que ambos se fusionan de manera impresionante. ¿Es todo producto de la imaginación de Nelly? ¿Está viviendo un sueño que se siente sumamente real? Son preguntas sin respuesta que forman parte de la magia propia del filme. De lo mejor del año.
⭐️⭐️⭐️1/2
A la renta y en #PrimeVideo

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