miércoles, 18 de noviembre de 2020

BORAT: SUBSEQUENT MOVIEFILM

DE INCÓGNITO. Sacha Baron Cohen regresa como Borat.

Borat, el reportero bigotón originario de la República de Kazakhstán, está de regreso. Quien se aventure a ver este nuevo falso documental, 14 años después de su primer filme, Borat (2006), deberá sentarse y estar  preparado para muchos momentos divertidos y cómicos, así como para otros incómodos. Para quienes conozcan otros filmes de Sacha Baron Cohen (como The Dictator), ya saben a lo que nos tiene acostumbrados, es decir, humor que puede ser tan divertido como vulgar y sin tapujos; totalmente frontal. En esta ocasión, es el presidente de los E.U. y magnate, Donald Trump, hacía donde Baron Cohen dirige toda su artillería cómicamente liberal. Una cosa es segura: los republicanos odiarán la película (empezando por el mismo Trump, quien luego de ver el filme calificó a Cohen en Twitter de no ser "nada gracioso"), y es posible que los demócratas amarán el filme y reirán con el mismo. 

Borat tendrá que viajar de nuevo a los E.U. (o los US&A, como llama al país), específicamente, a un estado, Texas. El objetivo de Cohen es uno, el provocar, haciendo otra de sus mordaces y ácidas críticas al que es quizás el estado más republicano del país. El primer ministro de Kazakhstán ha decidido enviar a Borat en una misión diplomática especial, ofrecer un "regalo" valioso (bueno, soborno) a McDonald Trump (como Borat lo llama en algún momento del filme) para obtener así apoyo económico para el país. Borat decide llevar el regalo más poco ortodoxo que se le pudo haber ocurrido, a su hija, Tutar (Maria Bakalova), la cual vive en condiciones deplorables. Luego de ver un dibujo animado estilo Cenicienta, en donde se cuenta cómo la primera dama, Melania Trump, conoció a Donald, Tutar accede a ir, empujada también por su sueño de convertirse en alguien como ella. 

Producido por Amazon Studios, la estrategia cómica de nuevo es mostrar a Kazakhstán como el país más atrasado e ignorante del mundo, y a Borat como la reencarnación de ello. Por ejemplo, en su nueva aventura por Texas, el tipo es un completo ignorante de la tecnología, como al intentar usar un smartphone en una tienda de tecnología, frente a un sorprendido vendedor. O aquella en la tienda de envíos por mensajería, en donde Borat se comunica por fax a su país, para reportar al gobierno sobre el progreso de la misión. El encargado del negocio, sin cuestionar los extraños mensajes, profesionalmente se dedica a enviarlos por la máquina, sin mostrar signos de sorpresa. Muy diferente resulta aquella otra escena en una clínica prenatal, a donde Borat llega con Tutar, en donde le insinúan a un muy católico médico (no hay cámara escondida en esta broma) que su hija tal vez necesite un aborto, ya que le ha "puesto un niño dentro" (dejo al espectador que descubra cómo se llegó a esa situación, debido a un simple cupcake).

Aunque hay otras partes en donde (como sucedió en la primer película) seguramente las situaciones son actuadas y escenificadas, lo admirable del filme es la capacidad de Cohen y su director, Jason Woliner, de conseguir un trabajo lo más creíble posible, y que despierta la duda en el espectador sobre lo que es real y lo que tal vez no sea del todo real. La escena dentro de la sinagoga, en donde Borat finge ser un antisemita (de aquellos que niegan que el Holocausto existió) frente a una anciana tal vez demasiado amigable, si bien divertida, es sin duda actuada. El eje del filme, es la historia de Borat y su hija, en donde esta última se americanizará lo más posible, cambiando su imagen. Tutar lleva consigo un libro sobre educación sexual en la forma de un libro infantil, con ilustraciones que muestran cómo unos genitales femeninos comerán con mandíbulas de tiburón la mano de una chica, si ésta se atreve a explorarlos (es de antología ver el rostro de algunos al ver el libro por primera vez).

Comentar más sería arruinar otras sorpresas del filme, como el concierto de Borat al aire libre, frente a gente fervientemente republicana; otra que muestra la visita de Tutar a un grupo de mujeres puritanas, y otra en donde se muestra el encuentro de Borat con el vicepresidente, Michael Penn. Pero la cereza del pastel, es la entrevista con Rudolph Giuliani, ex gobernador de Nueva York y ahora el consultor legal de Donald Trump. Son tan embarazosas las consecuencias, que Giuliani tuvo que aclarar después, en posteriores entrevistas, que sólo "me estaba fajando la camisa".

En resumen, Subsequent Moviefilm termina siendo un gracioso falso documental, que vale la pena revisar en estos tiempos electorales en E.U. (estratégicamente, la película fue estrenada antes de las elecciones). Los chistes contra Trump son divertidos, pero por otro lado, el filme se siente innecesariamente misógino. Es provocador, aunque no tanto como la primer película. Aunque es todo un espectáculo ver a Cohen transformarse de nuevo en el personaje, creo que el factor sorpresa ha quedado desvanecido, luego de casi quince años entre un filme y otro. ⭐⭐⭐1/2

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