lunes, 11 de junio de 2018

DEADPOOL 2 * * * *

Ryan Reynolds es Deadpool.
Reseñar una película de Deadpool puede ser una experiencia similar a entrar a un laberinto. No se sabe exactamente por dónde empezar o qué camino tomar. Habrá un momento en que uno se sienta atrapado y sin salida, pero lo cierto es que uno acabará lo suficientemente entretenido mientras encontramos la salida. Algo es cierto, entre Deadpool (2016) y la muy esperada secuela, Deadpool 2 (2018), apenas hubo tiempo para respirar y prepararnos para su regreso. Sin embargo, aquí está de vuelta el superhéroe (interpretado con la misma frescura y espontaneidad por Ryan Reynolds), parlanchín, sarcástico, con toda su irreverencia, cáustico humor (tal vez su mejor súper poder), y rompiendo la "cuarta pared" tanto como sea posible.
En principio, Deadpool 2 es tan caótico como el primer filme, tal vez ofreciendo demasiado de lo bueno. Luego de abrir con una genial secuencia de créditos (inspirada en las secuencias de créditos de James Bond), desde el inicio ya te estás riendo. Hay que advertir que Deadpool 2 no acaba siendo mejor que la primer película, pero sí igual de buena. El factor sorpresa ya no está presente. Deadpool 2 está saturada de buenos chistes, mucho slapstick, excelentes gags, y humor negro. El héroe chamuscado ("te pareces a Freddy Krueger", le dijo T.J. Miller en la primer película, quien interpreta a su mejor amigo), capaz de regenerar sus extremidades amputadas (hay una escena hilarante en la que somos testigos de cómo se regeneran sus piernas), e imposible de matar. O al menos, eso creíamos hasta ahora.
Deadpool sigue siendo muy gracioso, el alma de la fiesta. La película está plagada de mucha acción, y violencia gráfica (a tal grado, que el filme ha sido clasificado para mayores de 15 años). Deadpool sigue negándose a pertenecer a los X-Men, prefiriendo mantenerse al margen. No los necesita, ya que decide formar su propio grupo de anti-héroes, la "Fuerza X", integrada por Domino (Zazie Beetz), Zeitgeist (Bill Skarsgard), Vanisher (Brad Pitt, en un cameo que sólo los buenos observadores podrán identificar), y Bedlam (Terry Crews), con el propósito de proteger a un niño mutante, Firefist (Julian Dennison), quien ha sufrido de abusos por parte del director del orfanato en donde vive (Eddie Marsan).
Al principio ocurre una tragedia que mejor no revelaré para no estropearle el show a los fans. Sólo diré que este acontecimiento despierta en Wade/Deadpool los suficientes sentimientos paternales para proteger al chico del villano en turno, Cable (Josh Brolin). La película, en ciertos momentos, se siente demasiado llena, a punto de reventar. Aunque tenemos nuevos personajes, nuevas caras, y nuevas situaciones, en Deadpool 2 no hay algo significativamente nuevo. El personaje ha evolucionado un poco. Además de toda la explosiva y pirotécnica acción, David Leitch, quien ha tomado las riendas en la dirección, pone aquí y allá algunos momentos trascendentales, que involucran a Vanessa (Morena Baccarin), ahora su esposa.
Las actuaciones son muy buenas. Reynolds sigue genial. No dice sus diálogos, los dispara a discreción, en un personaje que ha hecho ya suyo. Josh Brolin, con todo y su rostro pétreo, consigue darle cierta humanidad a su villano. Su Cable es una especie de combinación de John Connor y Terminator. Hay algo que decir de Deadpool 2, y es que es mitad una parodía de los filmes de los X-Men (sigue habiendo escenas dentro de la mansión del profesor Xavier, incluyendo cameos de algunos X-Men), mitad una parodia de las películas de Terminator, y también, en cierta medida, una autoparodia del mismo Ryan Reynolds (las últimas escenas, antes del cierre de créditos, lo dicen todo).
Deadpool sigue siendo el personaje que no encaja en ningún lugar, que no necesita de nadie, un lobo solitario. Parte de su evolución, es que Deadpool empieza a mostrar lados vulnerables. Al final, sabe que no puede engañarse a sí mismo. Negasonic (Brianna Hildebrand), y el gigante metálico Sergei (Thayr Harris) están de regreso, para demostrarle nuevamente a nuestro héroe que trabajar en equipo, aunque sea de vez en cuando, no te hace menos heróico

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