viernes, 20 de diciembre de 2013

THE HOBBIT: THE DESOLATION OF SMAUG * * * *

AHORA ME VES, Y AHORA...
Martin Freeman necesitará algo más que su anillo mágico
para escapar del dragón. 
The Hobbit: The Desolation of Smaug, es ligeramente mejor que la anterior película, An Unexpected Journey. No hay introducciones largas, ni una horda de enanos cenando y cantando durante la primeras escenas. Esta vez, Peter Jackson (con un cameo a lo Hitchcock al inicio) va al grano desde el inicio, y aunque la película puede seguir teniendo el pero de sentirse demasiado extensa, sigue siendo un  espectáculo del género fantástico. Con elfos incluídos a la fuerza (el libro original no los tiene), Legolas (Orlando Bloom), hace su aparición en total plan "mamón", exhibicionista y estirado. Sin embargo, tanto el elfo arquero, como el resto de sus colegas, dotan al filme de más acción. Mientras, los 13 enanos panzones y barbudos, parecen más dispersos, perdidos, sin un verdadero guía que los lleve en su aventura.

Los elfos aquí no son tanto los nobles y magnánimos seres que habíamos visto antes. Ahora, se ha introducido el romance de rigor entre dos seres de distintas razas, un enano (Aidan Turner) y una elfa (Evangeline Lilly), cuyas amazónicas habilidades de guerrera y su destreza con el arco, el primero encontrará irresistibles. El resto de nuestros aventureros no tienen mucho que hacer, excepto por Bilbo (Martin Freeman) y Gandalf (Sir Ian Mckellen). Además, el anciano barbudo Balin (Ken Stott) sigue estando ahí para servir de consejero a Bilbo, mientras que el rey de los enanos, Thorin (Richard Armitage), sigue sin mostrarse muy amigle hacía el hobbit. Por su parte, Gandalf ha decidido irse por su lado, para encontrar la guarida obscura de los orcos, en donde se oculta la fuente del mal, Sauron o el Nigromante.

Si bien, hay escenas muy rescatables por sus efectos y acción, como la de los enanos enfrentando unas arañas gigantes, dramáticamente, el filme no es tan diferente de su predecesora. Hay algunas partes cansadas. La diferencia, es que ahora hay más acción, y más orcos (muy distintos de los de la trilogía original, generados digitalmente). Siendo el personaje principal, Bilbo acaba sintiéndose plano, aburrido, sin casi nada que aportar a la historia. Hay una que otra adición interesante al reparto, como Stephen Fry en un pequeño papel como gobernador de una ciudad en medio de un lago; Lee Pace, es un líder elfo de aire tiránico y dudosas intenciones, y Luke Evans es el humano que hecha una mano a nuestros aventureros. 

El escape de los enanos de los dominios subterráneos de los elfos, es de lo más a lo Indiana Jones en el Templo de la Perdición. Pero la más grande diferencia, es que Gollum está ausente, siendo sustituido por la impresionante y casi diabólica presencia del dragón Smaug, quizás uno de los mejores dragones en la historia del cine. Con cada palabra que dice, con cada paso y movimiento, Smaug (voz de Benedict Cumberbatch) hace vibrar la pantalla. Al final, la trama se siente como el simple punto intermedio de una trilogía, cuya tercera parte promete ser la mejor. 


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