lunes, 20 de febrero de 2012

CONTRABAND * * 1/2

Mark Wahlberg y Ben Foster.


El realizador islandés Baltasar Kormákur tiene algo de camino recorrido en el cine norteamericano, dirigiendo filmes de corte independiente como “A Little Trip to Heaven”.  No había caído en las garras del mainstream de Hollywood hasta ahora, realizando Contraband (2012), el remake de un filme dirigido por su colega y compatriota Óskar Jónasson, “Reykjavík-Rotterdam” (2008). No lo he visto, por lo que no se puede empezar con las acostumbradas comparaciones. Lo que sí puedo, es comentar lo distante que resulta el género cinematográfico en el que se especializa Kormákur, el melodrama familiar (como en sus dos primeros filmes, “101 Reykjavik” y “Hafid”, o la misma “A Little trip To heaven”), y una película como “Contraband”, un thriller palomero para pasar más o menos entretenido 2 horas un fin de semana.
De entrada, la elección de Mark Wahlberg para el papel principal encaja como anillo al dedo, con su más que probada experiencia en esta clase de thrillers de narrativa frenética. De hecho, la  narración de Contraband parece que va contra reloj. Wahlberg interpreta a Chris Faraday, un ex contrabandista que intenta sentar cabeza llevando una tranquila vida familiar. Sus planes se ven completamente perturbados, cuando su muy joven cuñado (Caleb Landry Jones, el perturbado y maniaco chico de “The Last Exorcism”) se mete en problemas con un traficante de drogas (Giovanni Ribisi, creando una caricatura más que otra cosa). Chris –y este es otro sello particular de Mark Wahlberg como actor- ayudará a su imprudente cuñado a salir del problema, haciendo un trabajo para saldar la deuda: traer desde Panamá un cargamento de dinero falsificado, en una operación cronométricamente calculada. Chris tendrá que hacer lo posible para que las autoridades dentro del barco en donde trabaja (encabezadas por la siempre enérgica presencia en pantalla de J.K. Simmons) no lo descubran.
Me pareció buena la idea de usar una dirección fotográfica que diera una descuidada impresión realista, que incluye una cámara que se mueve igualmente sin cuidado alguno. Aunque creo que en algunos momentos de la película es algo exagerado el estilo nervioso de cámara portátil, acaba siendo funcional. En medio de toda la operación, se incluye una “broma“, que los aficionados al arte encontraremos simpática:  el robo de una costosa pintura de Jackson Pollock, que lleva a cabo sin previo aviso el jefe de los falsificadores (Diego Luna, de entrada por salida, sin mucho que ofrecer). Para todos, la pintura pasará como una simple lona manchada inservible, que por una u otra razón, acaba en poder de Chris.
Aunque es entretenida, la película tiene esa odiosa característica de muchos thrillers medianeros de Hollywood, de sentirse trigonométricamente calculada. Las escenas del robo de la pintura, el escape y carga del dinero en el barco, están muy bien montadas, debo admitirlo. Las actuaciones de Ben Foster (ese joven actor que quiere ser el “nuevo Sean Penn”), Giovanni Ribbisi (con todo y esa voz ridícula) y Kate Backinsale (usando su buen acento norteamericano) son buenas. Fuera de eso, no espere más de la película.

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