EL SEÑOR DE LAS MOSCAS...EN COLOMBIA |
Quizás no sea una adaptación al 100 por ciento fiel de El Señor de las Moscas (novela de William Golding), pero Monos (nominada al Ariel a Mejor Película Iberoamericana) guarda mucho del espíritu de la misma. En esta actualizada versión colombiana, un grupo paramilitar formado por 8 chicos, cuyas edades están entre los 12 y 25 años, viven ocultos en las montañas. La mayor diferencia entre la novela y este filme, dirigido por Alejandro Landes, es que mientras en el libro (adaptado antes al cine en 1963 y 1990) sabemos el origen del grupo de niños, quienes llegan a una isla desierta y forman una micro sociedad con sus líderes y organización propia, el filme se salta este paso.
El inicio nos muestra a los chicos ya instalados en algún lugar recóndito y montañoso, siguiendo cierta disciplina militar, y bajo el mando de un comandante de baja estatura. Aunque durante toda la película nos carcome el preguntarnos: ¿Cómo llegaron allí todos ellos? ¿Cuál es su origen?, Monos acaba siendo una experiencia intensa de ver. Landes supo seleccionar a sus jóvenes actores excelentemente bien, varios de ellos, seguramente, no son actores profesionales. La película describe a todos sus personajes bien desde los primeros 30 minutos, y el realizador sabe cómo transmitir en ellos una personalidad propia, así como el lado salvaje requerido para contar esta historia. A los chicos los conoceremos, más bien, por sus sobrenombres. Por ejemplo, uno es Patagrande (Moises Arias, de Nacho Libre), sin duda el más imponente y con una de esas caras difíciles de olvidar; otro es el Pitufo (Deiby Rueda), a una chica le llaman Rambo (Sofia Buenaventura), a otro el Perro (Paul Cubides), otro es el Bum Bum (Sneider Castro), entre otros más. Todos ellos no están muy lejos de parecer seres primitivos, ocultos en pequeñas cuevas, y en un paisaje siempre cubierto de neblina.
Y si el guión (escrito por el mismo Landes y Alexis Dos Santos) no ofrece mucha información respecto al origen de los miembros de este escuadrón, tampoco ofrecerá información sobre una mujer norteamericana (Julianne Nicholson), a la que tienen como rehén, y únicamente llaman "doctora". El trabajo de los jóvenes será mantenerla vigilada, y seguir las órdenes que reciban por radio. El no saber mucho de lo que nos cuenta el filme, es algo que funciona a su favor, pero también un poco en su contra. A favor, por que sirve para construir un buen suspenso, y además, hacer todo este asunto del secuestro algo más intrigante; en su contra por que, simplemente, nos deja con más preguntas que respuestas.
De no ser por que la película está dirigida con intensidad y fuerza asombrosa por su realizador, sería sencillo el resaltar más los puntos débiles que los puntos fuertes de todo el trabajo, y estos últimos son los que terminan sobresaliendo. No solamente son las actuaciones naturales, auténticas, explosivas, adrenalínicas, y muy físicas de los chicos lo que Landes consigue, sino también una película sobre niños y jóvenes en donde el trazo de cualquier inocencia se ha borrado, y ha sido sustituida por sus instintos más salvajes.
En su segunda mitad, Monos se aproxima a The Revenant, de Alejandro González Iñárritu, en cuanto a las difíciles condiciones en las que, seguramente, la cinta fue filmada, justo cuando la trama se mueve de las montañas a una jungla. Aquí tienen lugar las mejores escenas, como una en un puente, que parece referenciar aquella en Indiana Jones y el Templo de la Perdición (¿la doctora, acorralada, terminará cortando las cuerdas como "Indi"?), u otra con uno de los niños siendo llevado violentamente por unos rápidos, a una velocidad que te pone a pensar sobre su seguridad (o la del doble que usaron para filmarla), mientras otra, que tiene lugar en una laguna, casi al final, es algo difícil de ver. Monos es de los mejores filmes latinoamericanos de este año.
Disponible en Netflix.
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